Si el lector de EL ESPAÑOL pensaba que con la firma de un protocolo auspiciado por el Gobierno entre las eléctricas y Enresa para fijar un calendario de cierre del parque nuclear entre 2027 y 2035 estaría todo el pescado vendido, se equivocaba.
El protocolo, que fija un incremento máximo en la tasa de gestión de los residuos radiactivos y el desmantelamiento de las centrales, está vigente y ha sido firmado por las cuatro eléctricas y Enresa. Sin embargo, Iberdrola y Naturgy consideran que el debate no está cerrado.
En paralelo a la negociación del protocolo, Iberdrola y Naturgy han intentado blindarse, primero en Almaraz, que tiene el cierre más próximo, con un segundo documento en el que las partes se comprometen a desistir del acuerdo inicial si las inversiones fijadas por el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) son mayores de lo esperado. Concretamente, intentaron que se firmase este acuerdo en la asamblea de accionistas de la central.
Este martes, los tres socios -Iberdrola (53%), Endesa (36% y Naturgy (11%)- volverán a negociar. Iberdrola y Naturgy quieren que de aquí a 2027 y 2028, fechas de los cierres de ambos reactores de la central, se realicen sólo inversiones recurrentes para mantener su funcionamiento, y han establecido una cifra tope de cuáles deben ser.
Endesa cree que, una vez firmado el protocolo, todo el mundo debe cumplirlo, y que el CSN es quien debe decir cuánto se invierte. En realidad, el motivo tiene menos que ver con la decisión del regulador sobre las inversiones que en intentar evitar que sus socios den marcha atrás utilizándolas como excusa.
Fuentes de Endesa consultadas por EL ESPAÑOL manifestaron su incredulidad por las propuestas de Iberdrola y Naturgy y no se mostraron muy dispuestos a cambiar de opinión. Desde el campo de sus rivales se reconoce que quizá el protocolo se cerró en falso, pero también señalan que si se hubiera entrado en este tipo de debates, probablemente no habría habido protocolo.
En todo caso, el presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, habló este lunes en Extremadura, durante la presentación del gran parque fotovoltaico Núñez de Balboa, de que Almaraz se cerrará “en 2028”, refiriéndose al cierre del segundo reactor, y que los empleos en la región estarían garantizados, con el desmantelamiento, durante otros quince años.
Si todo sale como está previsto, Almaraz I cerraría en 2027, Almaraz II en 2028, Ascó I en 2029, Cofrentes en 2030, Ascó II en 2033, Vandellós II en 2034 y Trillo en 2035.
El próximo 20 de marzo tendrá lugar también una reunión sobre Vandellós II, si bien ambas partes coincidieron en que queda tanto para el cierre de dicha central que no es un problema. El escollo es Almaraz, y aunque todas las partes mantienen posiciones legítimas, hay una gran diferencia en el punto de partida de unas y otras. Endesa, desde hace un lustro, da por hecho en su cuenta de resultados que las centrales terminarían funcionando durante 50 años y las formula de este modo. Eso le ha permitido reducir los fondos de amortización y ganar más todos los años. La hoja de ruta del protocolo le supondrá un golpe que, como máximo ascendería a cien millones.
Si las centrales cierran antes, y el compromiso que piden Naturgy e Iberdrola podría terminar con ese desenlace, el corte para la compañía que dirige José Bogas será mucho mayor.
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