En un momento de la tensa reunión que se mantuvo entre este martes por la tarde y la madrugada de este miércoles, Endesa llegó a ofrecer quedarse con Almaraz y hacerse cargo de las inversiones necesarias para prolongar su vida útil. Eso sí, sin pagar nada a sus socios, Iberdrola y Naturgy, obligándoles a pagar mantenimiento y predesmantelamiento y quedándose con los ingresos por la electricidad producida.
No es que las partes vayan a aceptar, pero demuestra hasta qué punto el protocolo auspiciado por el Gobierno de Pedro Sánchez y firmado por Enresa, la entidad pública a cargo de los residuos, que fijaba el cierre de los dos reactores para 2027 y 2028, se ha convertido en papel mojado.
Es verdad que el protocolo firmado por todas las partes allanaba el camino para el acuerdo, pero las eléctricas se han encontrado con otro obstáculo que hasta ahora parece insalvable.
Almaraz tiene un plan de negocio, firmado también por todos los socios el pasado 12 de marzo, y en él se contemplan inversiones de 400 millones de euros de aquí al cierre. Iberdrola y Naturgy quieren tener la posibilidad de volver a negociar si el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) fuerza a invertir mucho más de esa cifra, mientras que Endesa sólo quiere que se cierre en las fechas previstas y poder mantener la operación en marcha durante más tiempo.
La reunión, de varias horas de duración, permitió acercar algo las posturas. Iberdrola, Naturgy y EDP pedían inicialmente un umbral de inversiones que les permitiera cambiarlo todo automáticamente en caso de que al CSN se le fuese la mano. En las últimas horas han pasado a exigir que en caso de que las inversiones que fije el CSN sean altísimas, las partes vuelvan a reunirse y se debata la situación.
Endesa, por su parte, sabe que está en minoría, que si se acepta una reunión así saldría perdiendo y se opone a que haya condiciones que afecten al calendario de cierre pactado, haya exceso de inversiones o no.
Los primeros tienen de su parte algo de razón en que si el CSN dispara los gastos y el plan de negocio se hace insostenible, la operación sería una ruina para ellos. Los segundos tienen también sus razones: aceptaron cerrar antes de lo que ellos querían y, al menos, quieren garantizar que Almaraz funcionará hasta la fecha anunciada.
Protocolo de paja
¿Cuál es el problema de fondo? Que el protocolo sólo fijaba el calendario y limitaba al 20% el incremento que habría que hacer a la tasa que pagan las eléctricas al fondo de desmantelamiento de Enresa, pero dejaba colgando el fleco del CSN y las inversiones. Ahora Iberdrola, Naturgy y EDP quieren condiciones adicionales y Endesa cree que ya ha cedido bastante y que el calendario fijado es sagrado. Entre otras cosas, porque esta firmado.
¿Se puede quedar Endesa con la central? Difícilmente. Actualmente cuenta con un 36%, frente al 53% de Iberdrola y el 11% de Naturgy. Y las segundas no están de acuerdo con pasar la pelota sin pagar, haciéndose cargo de los compromisos de mantenimiento y predesmantelamiento y sin cobrar por la electricidad.
Almaraz puede operar con la licencia actual hasta 2020 pero antes del 31 de marzo debe pedir la prolongación de la vida útil de sus dos reactores para llevarla hasta 2017 y 2018, respectivamente.
Escenarios de futuro
¿Y qué pasa ahora? El primer caso pasa por llegar a un acuerdo antes de esta fecha y que todo vaya según el plan. Es improbable, pero las partes seguirán reuniéndose.
El segundo caso pasa por pedir la ampliación sólo a 40 años, para cerrar en 2023 y 2024, como querían Iberdrola y Naturgy inicialmente. Como eso exige unanimidad, es difícil que Endesa lo acepte.
Pero es que el tercer caso pasa por no llegar a un acuerdo, no pedir la renovación y cerrar Almaraz en 2020. Eso no exige unanimidad. Y aunque Iberdrola y Naturgy insisten en que no quieren llegar a este punto y que el objetivo sigue siendo cumplir con el protocolo, desde Endesa se preguntan por qué si las fechas fijadas por el protocolo valían, ahora sus socias piden condiciones adicionales.
La polémica sólo ha servido para demostrar que el protocolo se cerró en falso y que las eléctricas siguen manteniéndose en sus trece pese a todo. El futuro de Almaraz sigue, más que nunca en el aire, todos tienen razon y nadie la tiene, y los trabajadores de la central y la mancomunidad cacereña de Campo Arañuelo siguen confiando en un acuerdo que garantice el futuro del empleo en la región. Siquiera por los 25 años de los que hablaba este lunes Sánchez Galán en Badajoz.