“Las BigTech deben pagar sus impuestos igual que todos”. Así de contundente se ha mostrado el presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, sobre la manera en la que Google o Facebook deben tributar. Ahora bien, reconoce que es cierto que tiene que haber una “reflexión muy profunda” sobre la manera en la que se consigue que esa imposición sea una realidad a nivel mundial.
Se posiciona así en la misma línea que otras entidades como el Banco Santander, que han pedido una regulación internacional que obligue a las grandes tecnológicas a pagar los impuestos en los países en los que operan. Peticiones que responden, entre otras cosas, a la elevada competencia que podrían suponer para la banca si, finalmente, esas grandes empresas tecnológicas deciden adentrarse en el sector financiero.
José Ignacio Goirigolzarri articuló estas palabras en un encuentro con periodistas en Valencia previo a la Junta de Accionistas, que se celebra este viernes. En ella reiterará los compromisos adquiridos en su plan estratégico, entre ellos el de retribuir en forma de dividendos los excesos de capital por encima del 12%.
Para el presidente de Bankia, la clave de los próximos meses estará en la evolución de los tipos de interés. Máxime después de que el BCE haya anunciado que se retrasa una hipotética subida hasta -al menos- después del verano. Se trata de una situación que genera “tensiones sobre los ingresos y la rentabilidad” de las entidades, por lo que es necesario que éstas sigan centradas en el recorte de aquellos gastos que no sean indispensables.
Alejada de la política
Aunque esa evolución de los tipos puede abocar a mayores fusiones entre bancos, Girigolzarri insiste en que Bankia no está pensando en participar en ninguna en este momento, ni 'como opante, ni como opado'. Asume también que nadie en el Gobierno le ha pedido que avance en esta dirección.
Respecto al próximo Ejecutivo que salga de las urnas, Goirigolzarri sólo le pide una cosa: que “tenga clara la necesidad de privatizar Bankia” en el medio plazo; aunque también que mantenga el mismo comportamiento “exquisito” que han mantenido los últimos ejecutivos para dejar que el proyecto se gestione alejado de injerencias políticas o tentaciones de crear una banca pública.