Ha llegado el momento que muchos esperan desde hace años. Y ahora los analistas lo acogen con recelo. Este viernes, Uber se estrenó en Wall Street a 45 dólares por acción, pero la estela bajista que le marca Lyft, su gran rival, y los máximos históricos con los que coquetean varios índices neoyorquinos amenazan lluvia para la puesta de largo. Los presagios se ha cumplido y Uber se ha dejado un 6% en sus primeros cruces, hasta los 42 dólares por título. Finalmente acabó con una caída del 7,6% hasta los 41,5 dólares por título.

A pesar del entusiasmo que meses atrás se había generado en torno a la salida a bolsa de Uber, la euforia se ha ido apagando conforme los trabajos previos al debut se han ido completando. Los argumentos a favor de apostar por un negocio con un alto potencial de expansión han dejado paso a las advertencias de los posibles riesgos de sobrevaloración en vísperas del debut. Un cambio de discurso que resulta en que los analistas recomiendan, y casi al unísono, no subirse al primer viaje de la firma en Wall Street.

Un viaje para el que prevén curvas de vértigo. Especialmente después del mal desempeño que Lyft se ha apuntado en su primer mes en el mercado. La compañía ha perdido ya más de un 20% desde su estreno y las cuentas de su primer trimestre fiscal auguran más cancha para el descenso de sus acciones, que han pasado de los 72 a los 56 dólares. Hasta marzo, la gran competidora de Uber ha perdido nada menos que 1.140 millones de dólares a pesar de haber casi duplicado ingresos.

Sin embargo, Aitor Méndez, analista de IG, comenta que este mal trago es habitual en los ‘unicornios’ tecnológicos tras su estreno bursátil. Y es que, precisamente este primer balance suele estar “muy penalizado por la compensación en acciones al personal de la compañía” y los costes asociados al propio proceso previo al debut. El alivio viene, explica el experto, del hecho de que Brian Roberts, director financiero de Lyft, ha apuntado que a partir de 2020 comenzarán a avanzar por la senda de la rentabilidad.

UNICORNIO, SÍ; PERO MÁS DIVERSIFICADO

Una rentabilidad de la que Uber está lejos todavía, pues acaba de anunciar pérdidas de más de 3.000 millones en el ejercicio pasado. Son las mismas que llevan a Gisela Turazzini, consejera delegada de Blackbird, a calificar de “absurda” la valoración de 90.000 millones de dólares a la que se estrena la compañía de coches con conductor. “Ningún empresario regala el esfuerzo de arrancar una compañía”, explica para justificar su opinión de “mantenerse al margen” de una firma que en su cotización ya está descontando un escenario futuro en el que logra “terminar con los taxis”.

La opinión es compartida con Clement Thibault, analista sénior de Investing.com, que considera que a tenor de las difusas cifras de negocio que hasta el momento ha ido aportando Uber y del desplome acumulado por Lyft, “los 100.000 millones de los que se ha llegado a hablar nos parecen una cifra demasiado ambiciosa para un punto de entrada adecuado”.Además, recuerda que en las empresas enfocadas al crecimiento “los inversores se muestran rápidamente insatisfechos cuando el crecimiento empieza a reducirse o cuando las pérdidas empiezan a acumularse”. Y la compañía que este viernes debuta en Nueva York “está muy cerca de cumplir ambas premisas”.

Aunque a Felipe López-Gálvez, analista de Self Bank, le parece que la valoración definitiva es “más justa” que los 120.000 millones de los que se llegó a hablar hace meses, “nada nos invita a pensar que en el corto plazo veamos una gran revalorización de la acción”. Más adelante, el foco lo sitúa en su división de coches autónomos, que “es la parte que más ha llamado la atención de los inversores” tanto por su potencial como por el fuerte ahorro que le supondría no tener conductores a los que pagar por su trabajo, y en “acertada estrategia” de diversificación hacia el reparto de comida y la logística con sus divisiones Uber Eats y Uber Freight.

Este punto de la valoración también es importante para los analistas de Bank of America, que en un reciente informe señalan que solo las cinco salidas a bolsa de compañías tecnológicas previstas para este segundo trimestre del año en Wall Street persiguen una capitalización de más de 150.000 millones de dólares. Una cifra superior a lo que suma todo el sector tecnológico de la Bolsa de Fráncfort, meca financiera de la Europa Continental.

UN VALOR DE RÉCORD EN UNA SEMANA DE RÉCORD

Son varios los analistas que apuntan a que este factor ya podría amenazar de empacho por sí solo a los potenciales inversores de Uber. Pero en este mismo terreno aparece otro bache: nunca antes desde 2015 se había producido una semana tan intensa de estrenos en el parqué estadounidense como esta. Hasta 15 compañías habrán debutado en la meca mundial de las finanzas cuando le llegue el turno a una operación que, de momento, se plantea como la más voluminosa desde Alibaba en 2014 y la mayor de una firma estadounidense desde Facebook en el año 2012.

Estas dimensiones han sido posibles gracias a que, como señala Ignacio Serrats, analista de XTB, el estreno se produce con varios índices -incluido el tecnológico Nasdaq- a un paso de sus máximos históricos. “Un escenario muy positivo para la compañía, pero no tanto para el inversor, ya que es previsible mucha volatilidad y que corrija desde su precio de colocación”, apunta. Más allá del consejo de esperar a que pasen las turbulencias del estreno, el analista considera que la clave estará en que Uber “consiga mantener un ritmo de incremento para sus ingresos superior al de sus costes”, la única vía para que en una apuesta decidida por el crecimiento deje de “quemar capital”.

"Mayo es un mes caracterizado por sufrir caídas generalizadas y los inversores de las tecnológicas se muestran rápidamente insatisfechos cuando las pérdidas se acumulan"

Para los gestores de Value Tree, “Uber es una compañía que tiene que demostrar mucho” para hacer valer los números con los que se estrena, así que prefieren optar también por la cautela en sus primeros compases como cotizada. Miguel Ángel Ruiz, analista colaborador de ActivTrades, también opta por “actuar en modo espectador” y esperar a que tras las primeras fluctuaciones se produzcan eventuales “ventanas de acceso”.

En su opinión, el dilema está entre valorar que el negocio de Uber es más diversificado y sólido que el de Lyft y, por tanto, “no tiene por qué cumplirse el mismo patrón” o considerar que a la estela de su competidor se le suma el que “mayo es un mes caracterizado históricamente por sufrir caídas generalizadas”. El principal salvavidas es que la debutante ha rebajado en varias ocasiones a la parte baja de su horquilla de precios el valor al que definitivamente ha debutado, mientras que su rival arriesgó por lo alto en plena incertidumbre del mercado ante el desenlace de una guerra comercial que ahora vuelve a resurgir.

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