Alejandro Fernández está dispuesto a llegar hasta el final en la lucha familiar que mantiene contra su exmujer y tres de sus hijas por el control de Pesquera. El fundador de la mítica bodega de la Ribera del Duero va a recurrir el auto que archiva su denuncia por falsedad documental en unos contratos por el alquiler de los viñedos de la sociedad.
Se trata de un capítulo más en la guerra familiar que se arrastra desde que Fernández decidiera separarse de su mujer Emilia, lo que provocó también la división de las cuatro hijas de la pareja. Eva, partidaria de seguir con el modelo tradicional de hacer el vino, que apoya a su padre; y Olga, Lucía y Mari Cruz, partidarias de modernizar la empresa, que se pusieron del lado de su madre.
Así que en este clima de tensión Emilia decidió, en febrero de 2018, alquilar todas las fincas (donde están los viñedos) que el matrimonio tenía en propiedad a la sociedad Alejandro Fernández Tinto Pesquera, S.L. matriz del grupo. Un arrendamiento firmado, según Alejandro, a sus espaldas y que tenía como objetivo lograr excluir los terrenos de su Tarjeta de Viticultor, y lograr otro a nombre de su hija Olga. ¿Para qué? Para ‘robarle’ la propiedad total de los vinos, una vez que había sido apartado de la gestión de la sociedad.
Los contratos se firmaron por una década por un importe total de 160.000 euros anuales. Según las hijas y la mujer del fundador, esta decisión se toma para ‘regularizar’ una “relación arrendaticia previa, duradera en el tiempo y conocida y consentida por el matrimonio”, tal como puede leerse en el auto del juez. ¿El motivo de hacerlo ahora y no antes? “Obtener la certificación de vino ecológico y porque el denunciante desatendió la vida social hasta el punto de ser apartado de la administración”.
Dentro de los argumentos esgrimidos por el juez para rechazar la denuncia de Fernández está el que en las cuentas de la sociedad existe un crédito a favor de la sociedad contra Alejandro y Emilia. Un dinero que les ‘prestó’ para la compra de terrenos. Ese capital se iba saldando, técnicamente, con los alquileres que la empresa pagaba por los terrenos. De este modo, el saldo se iba reduciendo anualmente.
Pues bien, según ha podido conocer EL ESPAÑOL desde el entorno del empresario, la defensa del fundador de Pesquera argumentará que ese ‘apunte contable’ se hizo por primera vez en 2018; nunca antes. En segundo lugar, que si se toma como referencia el alquiler de 160.000 euros firmado por Emilia y la sociedad, la deuda habría quedado saldada hace años; ya que el importe total adeudado asciende a cerca de 1,5 millones de euros. Incluso, la compañía tendría que pagar dinero a la pareja.
No sólo eso. También considera la defensa del fundador de Pesquera que el precio ‘pactado’ entre Emilia y sus hijas (actuales gestoras de la compañía) no se ajusta de mercado. Frente a 160.000 euros, las estimaciones de los peritos de Alejandro Fernández hablan de cerca de medio millón de euros entre todos los terrenos. Por tanto, consideran que sí existe un daño patrimonial, algo también descartado ahora por la justicia.
Se trata de un capítulo más de la lucha al estilo ‘Falcon Crest’ que hay por el control de una de las bodegas más importantes de la Ribera del Duero. Unas riñas y disputas que se dirimen en los tribunales dado que el tema del alquiler es sólo uno de los capítulos. En la justicia también se negocia el control de la marca Pesquera.
Una situación que no convence en absoluto a Alejandro Fernández. En una conversación con EL ESPAÑOL el pasado mes de junio, decía que había que alcanzar un acuerdo para poner punto final a un enfrentamiento que le duele: “Son mis hijas, no quiero un escándalo, hay que hacerlo bien”, decía.
Quienes le conocen reconocen que él quiere “su Pesquera, su vida”, pero que está dispuesto a repartir el resto de las bodegas, de las marcas, de las tierras, del capital, de absolutamente todo lo que conforma el imperio.
Hablamos de un grupo, Pesquera, que factura anualmente 18 millones de euros, tiene un beneficio de 4,5 millones y cuenta con bodegas, viñedos e incluso un hotel.