España fue uno de los países más activos de Europa en cuanto a integraciones y fusiones durante el último lustro. En marzo de 2014 se cerró la compra de Ono por Vodafone por 7.200 millones de euros y meses después la de Jazztel por Orange por 3.355 millones. En 2016, MásMóvil adquirió Pepephone y Yoigo por 158 y 612 millones, respectivamente, y en 2017 Euskaltel compró Telecable por 686 millones.
Cinco operaciones que redujeron el mercado a solo cuatro operadores a nivel nacional y un quinto, Euskaltel, centrado en el norte de España. No obstante, la actual situación del sector exige nuevas integraciones como reconocen en privado prácticamente todas las telecos que operan en España, ya que es la única forma que ven de reducir la competencia, regularizar las estrategias comerciales y trabajar decididamente en generar valor e inversiones para el mercado.
Una situación que se vuelve más compleja con el paso de los meses. Este año es probable que el sector reduzca ingresos por primera vez en cinco años, una tesis que se ha vuelto a confirmar tras la presentación de resultados esta semana de Orange, que redujo su facturación un 1,2% entre enero y septiembre.
La operadora naranja culpó esta caída a la excesiva proliferación de marcas y a la irrupción del bajo coste en los paquetes convergentes. Una coyuntura que llega en un momento en el que las telecos deben seguir invirtiendo para abordar los desarrollos del 5G y de nuevos despliegues y ante la que las fusiones asoman como prácticamente la única solución viable, según advierten las compañías.
Vodafone y MásMóvil
Y lo han intentado, al menos de manera preliminar aunque sin llegar a ningún acuerdo. A comienzos de año se especuló con el interés de Orange por Euskaltel y hace unas semanas MásMóvil desmintió que estuviese interesada en comprar Vodafone. Dos operaciones en las que efectivamente se tanteó el terreno, pero que por diferentes circunstancias no se siguió explorando en integraciones reales.
En el caso de Orange intentó acercarse a Euskaltel aunque nunca llegó a plantear oficialmente la oferta. En el mercado se especuló con que la compañía francesa buscaba comprar a la vasca antes de que diese el salto a nivel nacional y que se convirtiese realmente en un riesgo para todo el mercado en su condición de futuro quinto operador. No obstante, desacuerdos en el precio y la penalización europea a las fusiones lo frenaron todo.
En cuanto a MásMóvil a Vodafone, existió interés e intenciones de acercamiento por parte de la operadora amarilla, pero finalmente Vodafone puso el freno ante la baja oferta de unos 6.000 millones. En el caso de esta operación se confiaba además en que la llegada de Euskaltel como quinto operador ayudase a flexibilizar la norma europea, pero finalmente los equipos legales concluyeron que con las condiciones actuales, sería complejo.
Una estricta normativa europea que penaliza las fusiones y que parte de la norma no escrita de la Comisión Europea de que deben existir al menos cuatro operadores competitivos en cada mercado nacional y que si hay cinco mucho mejor. En el caso español se refieren a Movistar, Orange, Vodafone y MásMóvil.
450 operadores en Europa
A ellos habría que sumarles la irrupción de Euskaltel, que ha declarado sus intenciones de desplegar su fuerza comercial en toda España. Una situación que, según las grandes telecos, hace aún más necesaria estas integraciones. “La rentabilidad y las inversiones están en juego”, indican.
El nombramiento de Margrethe Vestager como nueva vicepresidenta para la Era Digital de la Comisión Europea, ha sido un verdadero varapalo para el sector, que tendrán que acostumbrarse a convivir en el largo plazo con la comisaria que más se ha opuesto a las fusiones de las telecos en toda Europa.
Vestager vetó la compra de O2 de Telefónica por Hutchison en Reino Unido y en España aplicó fuertes restricciones a la compra de Jazztel por Orange, cediéndole parte de su red móvil y fija a MásMóvil. Del mismo modo, se han prohibido fusiones como la de Telia y Telenor en Dinamarca y se han abortado una serie de procedimientos antes siquiera de que se llegasen a elevar formalmente a la UE.
Esto se ha traducido a que en Europa haya 450 operadores mientras que en Estados Unidos operan cuatro y en China solo tres. Una situación de desigualdad, en palabras de las telecos, y que además resta competitividad en momentos en el que se necesita más que nunca un sector saneado y ganando dinero. Por el contrario, los ingresos se contraen, la inversión aumenta y las grandes telecos son penalizadas en bolsa.