El indulto de las autoridades aéreas al 737 MAX de Boeing tendrá que esperar. Stephen Dickson, máximo responsable de la Administración Federal de aviación estadounidense (FAA), ha anunciado que la certificación del avión no llegará hasta 2020.
Una circunstancia que es contraria a los planes de Boeing, que reiteradamente ha señalado que la familia de aviones, que sufrió dos accidentes mortales a finales de 2018 y principios de 2019, recibiría el visto bueno de los reguladores para volver a volar en el último trimestre de este año.
"Si haces los cálculos, se extenderá hasta 2020", así de rotundo se mostró este miércoles Dickson en unas declaraciones a la CNBC. Una aparición realizada horas antes de que testifique ante el comité de infraestructura y transporte de la cámara. Será la quinta audiencia del panel sobre el 737 MAX que investiga las dudas que existen en la certificación de esta aeronave.
"Continuamos trabajando estrechamente con la FAA y los reguladores globales para la certificación y el retorno seguro al servicio del MAX", explicó Boeing en un comunicado.
Boeing ha cuantificado que la crisis de los MAX va a tener un impacto después de impuestos de más de 4.345 millones de euros. Este programa es clave en el futuro del fabricante aeronáutico. Desde su lanzamiento, el 737 MAX estaba siendo un éxito comercial. Llegó a acumular 5.100 pedidos, de los que 4.699 estarían pendientes de entregar. Una cifra que supone una gran parte del trabajo futuro de la división de aviones comerciales de Boeing.
Esta circunstancia hace prever que los 737 MAX tardarán aún meses en volver a realizar vuelos comerciales en el mejor de los casos. En el momento que las autoridades de seguridad aérea indulten al avión, comenzará un proceso complejo cuyo calendario es muy difícil de predecir.
La primera prueba que debería pasar el avión es que el criterio de la FAA fuera compartido por el resto de autoridades aéreas mundiales. Algo que es probable que ocurra pero que la gravedad de lo ocurrido puede hacer que tanto en Europa como en China puedan pedir pruebas adicionales.
Una vez llegado ese punto, comenzará un proceso más operativo que involucrará tanto a las propias aerolíneas como a colectivos profesionales. En lo que tiene que ver con las líneas aéreas, los 737 MAX deberán recibir las actualizaciones necesarias para cumplir con lo dictaminado en la nueva certificación.
Una vuelta que no será inmediata
Este proceso puede involucrar desde cuestiones de software a la actualización o cambio de alguno de los sensores de los aviones según ha trascendido. Una vez adaptados los aviones, será el momento de volver a hacerlos volar. Los aviones que ya formaban parte de las flotas de las aerolíneas tendrán que pasar un proceso de puesta a punto debido al tiempo que llevan sin operar.
Esta circunstancia provocará que haya que realizar unos trabajos similares a las tareas de mantenimiento que un avión debe cumplir regularmente. Unas tareas que en este caso serían muy profundas, y que involucran desde los motores del avión a todos los servicios a bordo como los circuitos eléctricos o la ventilación.
En paralelo a este proceso en cada país, y casi en cada aerolínea, se prevé otro elemento que puede generar fricción: los pilotos y los trabajadores de cabina. Estos colectivos van a tener un papel clave a la hora no solo de que el avión vuelva a volar, sino en devolver la confianza de puertas a fuera de las aerolíneas.
En la parte teórica, los pilotos reciben importantes procesos de formación para familiarizarse de forma lo más profunda posible con las singularidades de este avión. Aunque parece que no será necesario que los pilotos realicen horas de simulador y vuelo, algo que alargaría aún más los plazos y supondría un coste a las compañías, será tan importante como actualizar los aviones.
En la parte práctica, las agrupaciones de pilotos y trabajadores que operarán estos aviones tendrán una responsabilidad enorme ya que se convertirán en suscriptores y garantes de la seguridad del avión. La enorme capacidad de presión de los pilotos será un factor clave a la hora de que el gran público vuelva a montar en el avión sin reticencias.
Por último, y muy ligado a esto, las aerolíneas deberán realizar una importante labor en materia de comunicación. La crisis del 737 MAX ha sido la primera de la historia aeronáutica en la que las redes sociales han jugado un papel crucial. Durante los días después del segundo de los accidentes mortales sufrido por este avión, miles de usuarios preguntaron en los perfiles en redes sociales de las aerolíneas si su avión era de la misma familia que los accidentados. En su vuelta a los aires, las compañías aéreas deberán realizar un ingente trabajo a la hora de transmitir seguridad a sus clientes.
En definitiva, las aerolíneas aún están lejos de poder volver a operar esta aeronave clave en sus planes de futuro. El avión que nació para generar grandes ahorros operativos a sus clientes por el momento les está costado importantes pérdidas. Una circunstancia que aún parece se mantendrá durante los primeros meses de 2020.