La transición energética necesita dinero para ser financiada. Lo saben las empresas y lo sabe la banca, que está inmersa también en una transformación en esta línea. En este sentido, los bancos verdes o green banks son ya comunes en numerosos países, aunque en España estén dando sus primeros pasos.
“Los objetivos de sostenibilidad han llegado para quedarse y solo pueden ser afrontados desde la colaboración público-privada”, defendía el presidente del Instituto de Crédito Oficial (ICO), José Carlos García de Quevedo, durante una jornada organizada esta semana por Greenward Partners y la Coalition for Green Capital. En este sentido, insistía García de Quevedo en que "debemos unir fuerzas y experiencia para impulsar las inversiones verdes y tenemos que hacerlo con el mercado, no contra el mercado”.
“Necesitamos un billón de dólares al año de inversión adicional en energías limpias para mantener el calentamiento global por debajo de los dos grados, pero los fondos públicos todavía son insuficientes para financiar el cambio del marrón al verde”, advertía en el mismo encuentro Rob Youngs, director de Programas de la Coalition for Green Capital. A su juicio, los países "deben esforzarse por canalizar cada vez más inversiones privadas hacia proyectos climáticos".
Lo cierto es que esa rueda ya ha comenzado a girar. Fue en diciembre del año pasado cuando Endesa firmó con el Banco Europeo de Inversiones (BEI) el primer 'préstamo verde' que concedía al entidad, para financiar con 335 millones de euros el desarrollo de proyectos renovables en España.
Casi un año más tarde, el pasado noviembre, el BEI aprobaba una nueva política de préstamos por la que dejará de financiar proyectos energéticos basados en combustibles fósiles desde finales de 2021. "Dejaremos de financiar los combustibles fósiles y lanzaremos la estrategia de inversión climática más ambiciosa de todas las instituciones financieras públicas", explicaba entonces su presidente, Werner Hoyer.
Una política de la que ya se están beneficiando eléctricas españolas. Sin ir más atrás, y por poner un ejemplo relevante, Iberdrola acaba de suscribir dos préstamos con el BEI por 690 millones de euros, 440 de los cuales irán destinados a financiar redes en España.
El ICO y los bancos verdes
En esta línea, también el ICO ha movido ficha en los últimos meses. Fue en mayo cuando firmó su primer crédito verde, de 300 millones de euros, también con la eléctrica que dirige José Bogas, para financiar inversiones de la empresa en materia de eficiencia energética o que fomenten la producción de energía a partir de fuentes renovables.
Días después, suscribió otro con Iberdrola, de 400 millones de euros, en ese caso en concreto para destinarlos al complejo de almacenamiento hidroeléctrico del Támega (Portugal).
Todo un giro en la estrategia que pone a los bancos verdes en el foco, en un momento en el que las compañías precisan de financiación millonaria para instalar las renovables que el Gobierno prevé en el PNIEC. La demanda está clara.