Pedro Sánchez ha recuperado su versión pro Ibex con los primeros nombramientos de su Gobierno en el área económica. El ascenso de Nadia Calviño y Teresa Ribera a las vicepresidencias tercera y cuarta deja muy claro que el dinero no se toca y que la transición energética seguirá los pasos previstos por el PSOE. Sin ocurrencias.
Sus nombres estaban en todas las quinielas, pero hasta que no han sido confirmados por Moncloa en muchos de los despachos del Ibex se contenía el aliento. Existía un cierto temor, aunque nadie lo reconozca en voz alta, a que el presidente del Gobierno pudiera dejarse arrastrar por los cantos más izquierdistas de su vicepresidente Pablo Iglesias.
Pero la realidad es que no es así. La vicepresidencia de Calviño es todo un guiño a la estabilidad política y económica. La demostración de que la continuidad en la senda de estabilidad y reducción del déficit está garantizada.
El propio equipo de Pedro Sánchez ha asegurado que el objetivo es "constituir en su Gobierno el mejor equipo económico de la democracia española". Para eso, además de estas dos vicepresidencias, ha creado "dos ministerios adicionales, que tendrán, ademas de sus respectivas competencias habituales, un enfoque con clara vocación económica".
"Se trata del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, en el que la diplomacia económica será prioritaria, y el nuevo Ministerio de Seguridad Social, Inclusión y Migraciones", según fuentes de Moncloa.
Aumento de gasto
Sin duda, algo vital en un momento en el que las primeras políticas anunciadas por el Gobierno de coalición progresista (el alza de las pensiones y la subida de salarios públicos ya anunciada para 2020) ya dejan entrever un aumento del gasto de 5.800 millones de euros. Todo en el año en el que la Constitución ha empezado a obligar a que se cumpla con el déficit, y sobre el que existe un compromiso con Bruselas de reducirlo al 0% antes de finales del 2022.
También es un dardo al equipo de Gobierno de Podemos e incluso al propio bando socialista, ya que deben empezar a asumir que no todo vale. Ahí tendrá un papel clave la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, que tendrá que ocuparse de cuadrar ingresos y gastos.
En el empresariado ya asumen que habrá subida del impuesto de sociedades, las tecnológicas se preparan para pagar la ‘tasa’ Google, y así sucesivamente. En cualquier caso, ha sido la andaluza la que ha logrado que los de Iglesias renuncien a pretensiones como su reclamado Impuesto a la Banca.
Los impuestos verdes de nueva generación serán los próximos en llegar a nuestras vidas. Ahí Montero tendrá mucho que decir (sobre todo por la equiparación fiscal del gasóleo con la gasolina), pero también la flamante vicepresidenta de Transición Ecológica, Teresa Ribera.
Cambio climático
Ella será la encargada de pilotar la puesta en marcha del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), así como de la Estrategia de Transición Justa. Las dos medidas estrella de la pasada legislatura que han sido ya acordadas con el sector energético.
Aunque en las energéticas se asume que todavía puede haber algún cambio, no es menos cierto que existe tranquilidad porque atrás quedan las peores augurios de las estrategias sobre cambio climático de Podemos.
Ni nacionalización del sector ni creación de una empresa pública de energía. Tampoco habrá adelanto al cierre de las nucleares, porque eso ya estaba pactado con Ribera desde hace meses. Tranquilidad, por tanto.
Calviño y Ribera, un ‘marcaje al hombre’ desde el Consejo de Ministros a algunas de las tesis más radicales de Podemos. Desde luego, un guiño a la experiencia de Gobierno del PSOE, que es consciente de que no se puede gobernar en contra de las empresas.
Ya lo dijo Pedro Sánchez en el último debate electoral: “Discrepo de la concepción de empresario que tiene, señor Iglesias”. Aquí están las pruebas.