La última vez que entrevisté a Yolanda Pérez, directora de BStartup -la iniciativa de apoyo al emprendimiento tecnológico del Banco Sabadell-, el mundo era muy distinto. Sólo han pasado cinco meses desde que el pasado octubre nos pusimos al día con motivo de la celebración del South Summit.
Durante tres jornadas miles de emprendedores, inversores, gestores y periodistas de distintos países pasamos maratonianas jornadas en las que compartíamos información, tarjetas, presentaciones en busca de inversión y hasta algo tan lejano ahora como son los apretones de manos...
Había tanta gente en el recinto en el que se celebró el evento tecnológico clave del ecosistema español que tuvimos que hacer la entrevista en la esquina de una mesa en la zona de comidas. A lo largo de la hora que estuvimos charlando, compartieron mesa con nosotros más de una decena de personas a escasos centímetros. Algo que, ahora mismo, parece ciencia ficción.
Lo que no ha cambiado en estos meses es la determinación con la que esta directiva encauza los esfuerzos de la organización que dirige para apoyar al sector de las start-ups. Pese a reconocer la complejidad que el momento añade a la ya complicada naturaleza de las empresas de base tecnológica, la confianza en este segmento empresarial está intacta. Tanto es así que, en medio de la actual situación, ha puesto en marcha la tercera convocatoria de BStartup Health, su programa de inversión en start-ups de salud.
Qué momento tan complicado para lanzar un programa de apoyo a empresas de nueva creación...
Para nosotros esto no es nuevo. Piensa que es nuestra tercera edición. Invertimos durante todo el año en start-ups de todos los ámbitos. Pero, hace tres años, decimos tener un programa 100% centrado en el sector de la salud. Un segmento con un enorme potencial pero que requiere un conocimiento propio. Por eso nos hemos rodeado de expertos de primer nivel. Contamos con un comité científico-técnico muy prestigioso compuesto por cuatro inversores de fondos especializados en salud que además de ayudarnos a seleccionar los tres mejores proyectos, son sus mentores durante un año. Durante este tiempo, prestan asesoramiento de negocio a nivel estratégico a las compañías seleccionadas, les ayudan a definir su hoja de ruta o con la captación de recursos.
¿Qué puede aportar este programa para empresas del segmento de la salud?
Las compañías seleccionadas tendrán acceso a algunos de los inversores más relevantes y recibirán apoyo del equipo de BStartup en procesos como la preparación de una ronda de inversión. Invertimos en fases iniciales porque es donde vemos que hay más necesidad. Estos proyectos suelen surgir entre grupos de investigadores o spin-offs de proyectos universitarios. Estamos hablando un espectro muy amplio de iniciativas que pueden ir desde el desarrollo de un fármaco al de un dispositivo médico. Con los 100.000 euros con los que tenemos dotado este programa podemos cubrir actuaciones muy concretas: estudios de viabilidad, de mercado, puesta en marcha del primer prototipo...
¿Qué otros proyectos han participado en este programa en ediciones anteriores?
En las dos ediciones anteriores seleccionamos empresas que operan en campos como el Alzheimer, la detección del cáncer colorrectal, un dispositivo de monitorización a distancia de la creatinina en sangre, un exoesqueleto o dos tecnologías relacionadas con la reproducción humana. Además, antes de este programa ya habíamos invertido en el sector ehealth. En aplicaciones de tecnología de realidad virtual, terapias psicológicas o una plataforma de contratación de cuidadores que durante estos días está funcionando muy bien.
En un momento así, programas como éste son muy importantes para un sector que, de base, ya tiene un componente de riesgo muy importante.
Estamos ante una crisis sin precedentes pero seguimos invirtiendo. El mes pasado fueron dos compañías y la semana que viene presentamos otra oportunidad a nuestro comité en el campo de la ciberseguridad. Además, también es un momento de gran actividad en la parte de la financiación bancaria. Desde el banco contamos con un equipo especializado para este tipo de empresas que cuentan con su propio circuito y centros de atención. Desde allí les estamos ayudando en todo lo que podemos en momentos tan complejos como los que estamos viviendo. A lo largo de estos años hemos dado 280 millones de financiación bancaria a compañías de este perfil.
¿Cuál es la situación de sus empresas participadas?
Contamos con 43 compañías activas en estos momentos. Su evolución antes de la llegada del Covid-19 era muy buena: entre todas suman 1.075 empleados. Han levantado 142 millones, siendo empresas que aún se encuentran en etapas súper iniciales. En 2019 consiguieron ventas netas por valor de 58 millones de euros. Datos que nos hacen estar muy orgullosos. Durante estos años hemos hecho 54 inversiones por un total de 5,3 millones. Hemos conseguido salir de tres con plusvalías a lo que hay que sumar un exit parcial importante.
El pasado South Summit el término más escuchado fue la maduración. ¿En qué momento le llega la crisis del coronavirus al ecosistema de las start-ups?
El segmento de las start-ups es enorme. Al tratarse de proyectos muy innovadores es normal que haya más incógnitas. Pero la incertidumbre es la misma que la del resto de empresas. Ahora mismo es muy difícil saber qué va a pasar a muy pocos días vista. El impacto en estos momentos depende del sector de cada compañía. Las empresas de segmentos como los viajes están en una situación muy compleja. Otras, cuyo negocio se centra en la telepresencia o las compras a domicilio, están viendo un aumento de sus usuarios enorme estos días. La historia demuestra que en los momentos de crisis se crean grandes negocios. Nosotros mismos lanzamos esta iniciativa en 2013 cuando veníamos de una situación económica muy compleja en 2012.
¿Está afectando especialmente esta crisis a las start-ups?
La incertidumbre y el parón de la economía impacta igual en la base de los negocios. Lo que más nos trasladan nuestras participadas en las que el Covid-19 ha afectado a su sector es que están mirando la liquidez, cuánto tiempo de caja tienen, qué necesita su estructura para continuar operando en esta nueva situación. Como las compañías tradicionales, estas empresas están poniendo en marcha medidas de contención de gasto, negociando con proveedores...
¿Echan en falta medidas específicas para el sector?
La vía natural de financiación de las start-ups en fases iniciales son las rondas de inversión y el negocio que les generan sus clientes. Otros países como Francia o Alemania han puesto en marcha líneas específicas. Aquí las compañías pueden acogerse a las mismas ayudas que el resto de las empresas como pueden ser los créditos ICO.
Da la sensación de que el coronavirus ha hecho saltar a todas las empresas de golpe varios años en materia de digitalización: teletrabajo, telepresencia, firmas digitales...
Es cierto. El grado de adopción de muchas tecnologías se ha acelerado muchísimo durante las últimas semanas. Todo el mundo teletrabaja, hace videoconferencias de negocio, personales... La digitalización de la sociedad y de las empresas ha vivido un acelerón tremendo y está aquí para quedarse.
Ante una crisis como la actual, ¿qué pueden aprender las compañías más tradicionales de las start-ups?
La flexibilidad. Pero es algo que estamos viendo ya en todos los sectores. Todas las empresas están haciendo gala de flexibilidad y de creatividad. Nosotros mismos, en una compañía como el Sabadell vemos como estamos haciendo cosas impensables hace unas pocas semanas y que nos están permitiendo seguir presentando servicio a nuestros usuarios y seguir funcionando internamente como empresa.
¿Cuál es el principal reto que nos plantea el coronavirus?
El no saber. Es, con diferencia, lo que más estresa. La sociedad occidental moderna nunca se había enfrentado a una crisis como esta. La incertidumbre es lo que más afecta tanto a individuos como a empresas. En este contexto, es muy difícil hasta dibujar planes de contingencia. Los tiempos y los escenarios no están nada claros. Ahora, es clave que lo que pueda no parar, no se pare. Intentar que la rueda siga girando.