Sevilla

Era 1841 cuando el marqués Charles Pickman dejó su natal Inglaterra para trasladarse a su querida Sevilla. En la capital se hizo con el germen industrial de la época, el Monasterio de la Cartuja, enclave donde se encontraba una fábrica de loza. Bajo el nombre La Cartuja de Sevilla, sus piezas únicas pasaron a vestir las mesas de la más alta sociedad de aquel entonces.

Pasando por la Casa Real hasta su reconocimiento en la Exposición Universal de Londres del siglo XIX, la mítica vajilla que nació imitando el estilo inglés sobrevivió hasta toparse con el año 2014. Su complicada situación económica hizo que La Cartuja de Sevilla quedara al borde de la quiebra con un concurso de acreedores. Es en este punto cuando aparece Ana Zapata.

Abogada de profesión, conoce durante un viaje la situación económica por la que está pasando la empresa andaluza. Sus recuerdos en las celebraciones familiares con la vajilla de La Cartuja impulsaron su interés por la compañía, esta vez no como clienta sino como posible compradora. Una vez finalizado su viaje, llegó a Madrid y empezó los contactos con el administrador concursal

La Cartuja de Sevilla.

“Los anteriores dueños no habían cumplido con los compromisos y entramos en el proceso para salvar la marca”, explica Zapata. En declaraciones a Invertia recuerda que su afán era evitar que se perdiera la última empresa dedicada a la fabricación de loza en España y con una producción artesanal ininterrumpida desde su inauguración.

“No se podía perder. Una buena gestión podría salvar la empresa”, añade la abogada cuya familia ya contaba con experiencia en los negocios. Ella no fue la única que se alzó para hacerse cargo de La Cartuja de Sevilla. Otros fondos se sumaron a la iniciativa, pero ella era la única que cumplía con las líneas rojas: mantener la fabricación artesanal y la totalidad de la plantilla.

Mantener la esencia sevillana

Zapata entra en acción y su misión pasa a ser solucionar los “constantes” problemas. Su tarea tuvo dos premisas fundamentales: mantener la esencia de la marca ligada a Sevilla pero haciéndola contemporánea. Para ello, la estrategia de la empresa liderada por Ana Zapata ha iniciado ha ampliado su cartera de clientes y mercados.

La tradicional vajilla cuenta ahora con nuevos diseños, velas y textiles que pueden adquirirse más allá de los puntos de El Corte Inglés o la pequeña tienda de la fábrica original. La Cartuja de Sevilla cuenta ahora con puntos de venta en el centro comercial Moraleja Green y en El Corte Inglés de Castellana.

La Cartuja de Sevilla.

A todo ello se suma hacer de Sevilla el centro neurálgico de la empresa. La compañía ultima la apertura de una tienda en una de las principales calles céntricas de la ciudad para hacer de Sevilla su “punto de referencia”. “Será la tienda más importante y desde donde partirá todo nuestro desarrollo internacional”, avanza Zapata a este periódico. 

Optimizar lo artesanal

Entre sus objetivos a corto plazo, Ana Zapata busca mejorar las tradicionales instalaciones y optimizar la fabricación de las vajillas. Las piezas se hacen mano a mano, de forma 100% artesanal y conservando los procesos de fabricación que en su día marcó el marqués Charles Pickman. De su legado destaca el pegado manual de las asas de las tazas.

La artesanía y los retos económicos actuales son una combinación arriesgada que la abogada saca adelante con unos ingredientes concretos. “Trabajar, trabajar y trabajar”. “Hay que buscar a la gente idónea, no desmoralizarse en el camino y buscar nuevos mercados mientras se sortean los problemas”, aconseja la empresaria. 

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