Del triángulo virtuoso a frenar opas: así ha pasado Pedro Sánchez de cooperar con empresas a intervenir en ellas
En sólo unos meses, el Gobierno ha entrado en Telefónica y baraja acciones ante las posibles adquisiciones de Naturgy, Talgo y Sabadell.
9 junio, 2024 02:57A principios de 2024, Pedro Sánchez fue una de las grandes estrellas del Foro Económico Mundial que se celebra en Davos. Allí aprovechó para presentar la hoja de ruta de la política económica de esta legislatura, que prometía más colaboración público privada y nuevas fórmulas de colaboración con las empresas.Sin embargo, en realidad, todo esto se ha traducido en un mayor intervencionismo por parte del Gobierno en el sector privado.
En enero, Sánchez y Carlos Cuerpo -ministro de Economía que también participó en Davos- definieron la política económica que se venía como un "triángulo virtuoso" engrasado con la colaboración entre Estado, empresas y sociedad civil. También se quería introducir un mayor componente humanista en la economía y una nueva forma de medir el PIB.
¿En qué se han materializado estas intenciones? A nivel macroeconómico, las previsiones de think tanks y órganos supranacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) celebran la situación de España. Según va avanzando el año, las previsiones económicas mejoran, respaldadas por el mercado laboral y el consumo.
Sin embargo, el triángulo virtuoso parece funcionar sólo por uno de sus lados. Pese a que el presidente del Gobierno ha recuperado ciertos acercamientos con las empresas (ha vuelto a participar en foros como el del Instituto de la Empresa Familiar, al que no acudía desde hace años), lo cierto es que el intervencionismo en ellas, en aras de proteger el interés público, ha sido la nota predominante.
A día de hoy, hay al menos tres grandes operaciones públicas de adquisición (opa) de empresas en marcha: la de la húngara Magyar Wagon sobre Talgo, la de la emiratí Taqa sobre Naturgy y la de BBVA sobre Sabadell. Y en las tres, varios miembros del Gobierno han anunciado la intención del Estado de meter mano.
En el caso de Talgo y Naturgy, la causa es la misma. Desde el Ejecutivo interpretan que estas empresas son estratégicas para los intereses españoles, y deben estar en manos de capital nacional. Por esta razón, el Gobierno podría usar el escudo antiopas para bloquearlas.
En el caso del fabricante de trenes, según ha indicado el propio Óscar Puente, la apuesta gubernamental pasa por una contraopa de inversores nacionales.
Sin embargo, sobre la mesa de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) todavía no hay ninguna propuesta más por Talgo, más allá de propuesta de Magyar Wagon.
En el caso de Naturgy, Taqa todavía no ha presentado su correspondiente hecho relevante. Está pendiente de cerrar la operación Criteria y de terminar las negociaciones con los fondos que quieren vender en la gasista. Todavía quedan muchos flecos por cerrar.
En este caso, ha sido la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, la que ha mostrado la oposición gubernamental. Considera que "preservar Naturgy es el siguiente hito en la defensa de lo estratégico y lo común. Pero habrá más que el Gobierno no puede ni va a eludir, como ha ocurrido en Telefónica".
Finalmente, está el caso de la opa de BBVA sobre Banco Sabadell, que ha sido recibida con un rotuno NO por parte del Gobierno.
Concentración bancaria
Desde el principio, Carlos Cuerpo, ministro de Economía, Comercio y Empresas, mostró su oposición a la operación por la "enorme concentración bancaria" que puede generar.
De hecho, ya ha dejado caer en varias ocasiones que, aunque el Gobierno no podría frenar la opa per se (eso es cosa de las autoridades regulatorias y de competencia), sí que se podría oponer a la fusión de BBVA y Sabadell.
Hay que recordar, en cualquier caso, que el ciclo de intervenciones del Estado no empezó este año. A finales de 2023, el Consejo de Ministros encargó a la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) entrar en Telefónica con un 10% de las acciones tras el aterrizaje de la saudí STC.
La SEPI ya ha cumplido su cometido y, de hecho, el Estado cuenta con un asiento en el Consejo que ocupa Carlos Ocaña. Es más: el Ejecutivo no descarta hacerse con un segundo asiento en el consejo de administración. La puerta está abierta.
Altibajos
Lo cierto es que Pedro Sánchez, desde que inició su andadura como residente principal en el Palacio de la Moncloa, ha tenido una relación repleta de altibajos con las empresas.
Al principio no fueron tan malas. El socialista trató de acercarse a las cúpulas de poder del Ibex tanto con reuniones privadas como con actos públicos en los que buscaba apoyo ante los embates de la Covid y la crisis económica que generó.
De hecho, varios inicios de cursos políticos los protagonizó con actos a los que asistieron algunos de los empresarios más relevantes de España, como Florentino Pérez o Ignacio Sánchez Galán, por citar alguno.
El inicio de la crisis inflacionaria, activada por el incremento de los costes de la energía y las consecuencias de la guerra en Ucrania, llevó a que el Ejecutivo cambiara el paso. Inició una importante y contundente guerra dialéctica y fiscal contra el sector privado.
Se trata de una campaña que cristalizó en los impuestos especiales a la banca y a las compañías energéticas, así como en un tipo mínimo fiscal del 15% para grandes empresas (aunque el espíritu de esta medida proviene del acuerdo alcanzado en el seno de la OCDE y de la UE).
Ahora, más allá del intervencionismo del Estado, es cierto que el presidente del Gobierno ha tratado de acercarse, de nuevo, a las empresas. Veremos por qué movimientos opta ahora que termina el rally electoral en el que se hallaba inmerso España.