La banca prescinde de un tercio de su plantilla y cierra casi la mitad de las oficinas desde 2008
- Los ERE del Santander y CaixaBank confirman que los ajustes aún no han terminado
- La baja rentabilidad fuerza al sector a afinar su eficiencia
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A comienzos de mayo, CaixaBank comunicó un acuerdo con los sindicatos para limitar su Expediente de Regulación de Empleo (ERE) a 2.023 empleados. Este martes, Banco Santander comunicó su intención de prescindir de 3.700 puestos de trabajo dentro de otro ERE. Ambos ajustes prolongan los que el sector viene haciendo desde hace una década y, sobre todo, constatan que los recortes todavía no han terminado.
Y eso que las cifras acumuladas en los 10 últimos años a golpe de fusiones, compras y desapariciones ya impresionan. En 2008, la plantilla total del sector alcanzaba los 278.301 empleos, según los datos del Banco de España (BdE). Entonces, la red de oficinas superaba las 46.000. Era la herencia que dejaba un 'boom' inmobiliario y crediticio que precedió a una crisis cuyas heridas siguen abiertas en la banca española.
Los datos lo corroboran. Siempre con estadísticas del BdE, esa plantilla se había reducido en un 31%, hasta las 192.626 personas, a finales de 2017, mientras que a finales de 2018 había 20.000 oficinas menos, con lo que la poda ascendía ya al 43% Las novedades de CaixaBank y el Santander, así como otros ajustes que aguardarán en la consolidación que todavía se espera en el sector, aumentarán los recortes ya acumulados. Al término de esos ERE, la banca habrá reducido 1 de cada 3 empleos existentes en 2008. En cuanto a la red de oficinas, con las 1.150 que el Santander pretende cerrar y las 800 que CaixaBank clausurará hasta 2021, caerá hasta las 24.000 en dos años, con la que el sector prácticamente habrá cerrado una de cada dos desde 2008.
"Consciente de la dificultad de nutrir sus ingresos con el negocio tradicional, el sector asume que no le queda otra que afinar los costes. Hacia la rentabilidad por la eficiencia"
Una perspectiva histórica refuerza la trascendencia de estos ajustes: la banca española nunca ha tenido tan pocos empleados como ahora y la red de oficinas será la más baja desde finales de los años 70.
LOS TIEMPOS... Y LA EFICIENCIA
Aunque parte de estas consecuencias responden a la banca móvil y las nuevas posibilidades tecnológicas de ofrecer servicios financieros sin tantos empleados ni tantas oficinas, otra parte crucial de los recortes responde a la extrema necesidad que tiene el sector de ser más eficiente para intentar ser más rentable en un contexto de tipos de interés en mínimos históricos, mayor presión regulatoria y nuevos competidores tecnológicos.
El 'Informe de Estabilidad Financiera' publicado este mes por el BdE lo evidencia. Pese a que el sector ganó 19.438 millones de euros en 2018, casi un 25% más que en 2017, ese resultado procede de un activo total de 3,55 billones de euros, con que su rentabilidad sobre ese activo (ROA) es de apenas un 0,5%. Centrando el punto de mira en la rentabilidad que saca a su capital (ROE), en 2018 se situó en el 7,2%, el mejor dato desde 2010, pero todavía por debajo de un coste de capital (COE) calculado en el 10%. El sector, por tanto, destruye valor, y así se observa en el hecho de que el valor bursátil de Banco Santander, BBVA, CaixaBank, Bankia, Banco Sabadell, Unicaja y Liberbank es inferior a su valor en libros; solo Bankinter, entre las entidades cotizadas, tiene una capitalización superior a su valor contable.
Consciente de la dificultad de nutrir sus ingresos con el negocio tradicional en un entorno en el que los tipos oficiales en la Eurozona llevan en el 0% desde 2016 y en el que los tipos de la facilidad de depósito están en el -0,40% y cuestan dinero a los bancos y mantienen al euríbor en negativo, el sector asume que no le queda otra que afinar todo lo posible los costes. Hacia la rentabilidad por la eficiencia.