El esperado sandbox regulatorio para las fintech corre el peligro de no ver la luz antes de que acabe el año. El retraso en la formación de Gobierno amenaza con volver a demorar la carrera de España para liderar esta industria en Europa, lo que solo se evitaría con una tramitación el doble de rápida de lo que se acostumbra en estos casos.

Desde que el Gobierno remite un proyecto de ley al Congreso de los Diputados hasta que se publica definitivamente en el Boletín Oficial del Estado (BOE) suelen pasar unos cinco meses, explican fuentes parlamentarias. Si este calendario se cumpliera para el sandbox, en julio debería tomar posesión de sus cargos el nuevo equipo de Pedro Sánchez. Una cronología que parece del todo improbable a juzgar por las dificultades que el líder socialista está encontrando en la negociación para ser investido presidente.

Con la entrega de carteras a los nuevos ministros en septiembre, algo que sí parece más factible según diversos analistas políticos, la aprobación del sandbox antes de fin de año requeriría una tramitación exprés de apenas dos meses y medio. Algo que desde la industria se ve posible gracias al gran consenso con el que ha nacido la norma y la urgencia que la mayoría de formaciones políticas reconocen para su aprobación.

Fue el pasado mes de febrero cuando el Consejo de Ministros aprobó el anteproyecto de ley presentado por el Ministerio de Economía de Nadia Calviño. Sin embargo, no llegó a tiempo para su envío a las Cortes antes de su disolución. Ahora, pendientes de que se forme un nuevo Gobierno y las comisiones parlamentarias comiencen a funcionar, Rodrigo García de la Cruz, presidente de AEFI, confía en que una vez que esto suceda “sea de las primeras medidas que se aprueben”.

PLAZOS INAMOVIBLES

De ser así, y aunque “parece que se aleja el fantasma de la repetición de elecciones”, solo se llegaría a tiempo antes de fin de año con una tramitación exprés. Y es que hay periodos de la tramitación que no pueden abreviarse, como el plazo de 15 días abierto a enmiendas de los grupos políticos. La mayor agilidad podría llegar en el periodo de igual duración que la comisión encargada de su estudio tiene para la redacción del informe que servirá de base para el debate del proyecto de ley. Este debate se puede agilizar también a criterio del presidente de la comisión mediante la fijación del tiempo máximo de discusión.

En el caso de que los grupos políticos hubieran presentado enmiendas, habría que añadir un plazo de 48 horas para que estos decidieran cuáles de sus propuestas querrían defender en el pleno del Congreso. El eventual remedio a esta demora podría llegar al fijar la división de la votación definitiva por materias en lugar de artículos y con la determinación del tiempo máximo total del debate.

Para la redacción definitiva y armónica de la propuesta de texto normativo a remitir al Senado hay otro mes de plazo, mientras que la Cámara Alta se puede dar hasta dos para pronunciarse. En este caso, la urgencia que los partidos de mayor peso han prometido para la norma hace pensar que este último trámite será mucho más ligero que lo que marca la norma y hasta lo común de sus costumbres de funcionamiento.

El presidente de AEFI destaca que desde la convocatoria de elecciones la industria ha preferido mantenerse a distancia de los partidos para “evitar que la propuesta se tiñera de ningún color”, pero se muestra convencido en que el consenso de hace unos meses sigue vivo. Una confianza que fundamenta en el hecho de que “las instituciones públicas, la industria financiera y el regulador siguen totalmente a favor de la iniciativa”.

DE PRIMEROS A SÉPTIMOS DE LA CLASE

Aunque España ya no llegue como la primera de la clase, pues en Europa ya están funcionando modelos de regulación blanda para la industria fintech en seis países, García de la Cruz insiste en que “cada nuevo retraso resta potencial a la economía española”. El sector calcula que la medida podría traducirse en más de 1.000 millones de euros de inversión y la creación de unos 5.000 nuevos puestos de trabajo.

Un informe de la Comisión Europea conocido este lunes recalca la idea al situar a España entre las economías de la región con un nivel “moderado” de innovación, en el mismo vagón que Italia, Portugal, Polonia y Grecia. El país se queda lejos de Suecia, Dinamarca, Finlandia y Países Bajos, locomotoras en la materia y promotores dos de ellos de los sandbox fintech que ya están operativos en el Viejo Continente.

"Desde las elecciones se ha preferido mantener distancia con los partidos políticos para evitar que la propuesta se tiñera de ningún color"

En el mejor de los universos, se estima que el sandbox español podría recibir la aprobación poco después de la vuelta del verano si Sánchez consigue la confianza del Congreso y formar Gobierno. Sin embargo, aunque su puesta en marcha es automática desde su publicación en el BOE, su funcionamiento a través de ventanas de solicitud y admisión retrasaría algo más su entrada efectiva en funcionamiento.

El objetivo de AEFI es que puedan cursarse solicitudes de participación antes de final de año, pero la patronal del sector reconoce que eso no solo dependerá de la agilidad de sus señorías. García de la Cruz reconoce que una vez que el texto definitivo entre en vigor hay que considerar “cuándo estarán listas las compañías para solicitar la participación de sus proyectos” en los términos que fije la norma. Es decir, algo que podría requerir cierta adaptación de la documentación y herramientas que se podrían haber ido preparando con anterioridad.

LA VENTAJA DEL BREXIT

Mientras otros países toman la delantera, aunque con modelos más restrictivos que el que se está planteando en España, las fintech tienen claro que “la industria se va echar encima” de cualquier partido o institución que provoque más retrasos para un proyecto que el exministro popular Román Escolano presentó ya como de máxima urgencia en la primavera del año pasado.

Los expertos en la materia solo ven una ventaja de consolación por el retraso de casi un año que acumula ya el proyecto y que podría extenderse por varios meses más: el Brexit. Mientras que se acerca la hora de la desconexión entre Londres y Bruselas, se acerca la del nacimiento del sandbox español, que gozaría del pasaporte europeo que el británico en el que se inspira está llamado a perder.

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