El consejero delegado de Banco Santander, José Antonio Álvarez, ha vuelto a lanzar un mensaje de apoyo al sector empresarial al asegurar que, aunque en el corto plazo hay que fomentar las políticas de rentas para las familias, "la segunda medida inmediata para que la salida de la crisis sea rápida debe ser prevenir la mortalidad de las empresas", especialmente en el segmento de pymes y micropymes.
Durante su intervención en el VII Foro del Consejero, que se celebra desde este martes de manera virtual, Álvarez ha explicado que estas empresas "tienen que volver de los estados de ERTE con la suficiente confianza para seguir invirtiendo" y generando empleo. "La diferencia en la recuperación de la economía será enorme dependiendo de si este proceso es más rápido o más lento", asegura.
El banquero considera que desde el sector financiero “tenemos como misión contribuir a la prosperidad y, como ahora no estamos muy boyantes de eso, hay que impulsar la capacidad de prestar y convencer a otros agentes como proveedores y el Estado para que también pongan de su parte a la hora de ayudar sin poner en riesgo la solvencia del banco".
El futuro del dividendo
En este sentido, Álvarez ha recordado que Banco Santander ha puesto a disposición de la economía todos sus recursos, incluido el capital generado con la supresión del dividendo con cargo a 2019, con el que ha seguido la recomendación del Banco Central Europeo (BCE), al igual que el resto del sector.
El directivo ha confirmado que en octubre revisarán esta decisión y también "si, dadas las circunstancias en ese momento, se aplica el resultado 2019 en forma de reservas". Sobre el futuro de la retribución al accionista, Álvarez considera que dependerá de la capacidad de generación de resultados de la compañía. "Todavía tenemos muchos momentos de incertidumbre, con una provisión de carácter prudencial basada solo en modelos; ese va a ser el elemento determinante", insiste.
El banquero recuerda que el volumen de clientes inmerso en algún tipo de moratoria, tanto en préstamos al consumo, como empresarial o de hipotecas, "son muy altos y la normalización se irá produciendo a lo largo de los próximos 12 meses". A su juicio, de ahí derivarán las potenciales pérdidas crediticias de la crisis y eso "marcará el coste de crédito que tendremos que asumir y los dividendos son un resultado de esto, pues para financiar la economía debemos disponer de una base de capital fuerte", añade.
En este sentido, el número dos del banco cántabro asegura que la entidad no necesita revisar su estrategia. "Sí habrá ajustes en los grados de ejecución, porque en las crisis siempre hay una parte en la que aprendes cosas", indica, en referencia a la capacidad demostrada por el banco para seguir operando con 'normalidad' tras enviar a 110.000 personas a trabajar a casa "y comprobar que todo eso funciona".
Teletrabajo y cierre de oficinas
Respecto a si el teletrabajo ha venido para quedarse, Alvarez recuerda que el banco ya contaba con un programa para determinados colectivos, el Flexi Working, que ahora se extenderá a otros niveles de la plantilla. "Mi expectativa es que va a subir bastante y algunas cosas que en nuestra cultura era difícil de cambiar, empezarán a ser más rotativas, desde el propio puesto de trabajo hasta la plaza de parking que usamos... la experiencia de la crisis ha demostrado que la presencia física no es tan determinante para la calidad del trabajo", indica.
En este sentido, insiste en que "la rigidez de horarios es un tema del pasado". No tanto en oficinas, pues el cliente debe saber a qué hora puede acudir a su banco, pero sí en servicios centrales. "En Reino Unido las prácticas rotativas son habituales, los empleados establecen sus tiempos de trabajo e incluso compran sus vacaciones, son tendencias que veremos más a partir de ahora", explica el directivo.
Con esta perspectiva y ante la aceleración en el proceso de digitalización de los clientes a la que ha empujado el confinamiento, el cierre de un mayor número de oficinas parece un paso natural en el sector. Desde Banco Santander aseguran que en los próximos meses seguirán con el plan de reestructuración de la red, aunque insisten en que "los tiempos los marcarán los clientes".
Álvarez recuerda que sí se ha notado un gran salto en el uso de los medios digitales, sobre todo en aquellos colectivos menos propensos a operar de forma online antes de la crisis. Sin embargo, y aunque este proceso puede acelerar los tiempos, insiste en que el confinamiento impide establecer una pauta rígida sobre el comportamiento de los clientes. Es decir. Hay que esperar para comprobar si los nuevos clientes online siguen apostando por esta manera de relacionarse con el banco una vez se levanten todas las restricciones sobre la movilidad.
Así, indica que en las oficinas la digitalización y el tipo de servicios determinará el número de sucursales que desaparecen de la red, la distancia entre ellas y la propia configuración interna del establecimiento.
"Creo que más que a las sucursales, la crisis va a impactar más en los pagos electrónicos", indica, recordando que los consumidores han eliminado por completo la resistencia que existía hasta ahora a realizar, por ejemplo, pagos de pequeñas cantidades en efectivo. "Sin duda va a ser uno de los grandes cambios que nos va a dejar la crisis", asegura Álvarez.