Transferencias a través de Facebook, solicitar un crédito en Alibaba, pagar con una tarjeta de Apple y, a partir de 2021, abrir una cuenta en Google. Los gigantes tecnológicos aceleran su irrupción en el negocio de la banca tradicional pero, lejos de suponer una amenaza, estos primeros pasos están dándose a través de alianzas con el sector financiero.
Facebook fue una de las primeras en morder un pastel hasta hace poco reservado para los bancos, con un servicio de envío de dinero a través de Messenger. Amazon ya permite realizar pagos, préstamos o crear cuentas corrientes en su plataforma.
Apple fue un paso más allá el pasado año con el lanzamiento en EEUU de la Apple Card, una tarjeta de crédito que la compañía desarrolló junto al banco estadounidense Goldman Sachs y MasterCard.
Google también ha optado por aliarse con el sector bancario para captar clientes del mundo financiero. El gigante tecnológico ya ha hecho oficial el próximo lanzamiento de cuentas bancarias en EEUU a través de Google Plex, que estará incluido en su aplicación de pagos Google Pay.
Finalmente, la compañía ha optado por que estas cuentas corrientes y de ahorro, que no tendrán comisión ni requisitos de acceso, no sean propias, sino que serán ofertadas por los 11 bancos con los que ha llegado a un acuerdo en el país, entre ellos BBVA, que acaba de anunciar la venta de su filial estadounidense a PNC.
Citi, Stanford FCU, Seattle Bank, The Harbor Bank of Maryland, State Employees FCU, BankMobile, BMO Harris, First Independence Bank, GreenDot y Coastal Community Bank son las otras entidades a través de las que se podrá acceder a este servicio.
El objetivo es ampliar esta lista en el futuro y llevar los productos bancarios de Google a otros países, también a través de alianzas con otros bancos. Los expertos tienen claro que esto es solo el inicio de una tendencia que no parará de crecer, aunque advierten de que el sector nunca estará dispuesto a ‘soportar’ la exigente regulación del sector bancario.
Datos vs regulación
Su principal ventaja para crecer es, sin duda, el acceso a millones de usuarios en todo el mundo y una enorme flexibilidad para generar nuevos modelos de negocio que supera en años luz al de la banca tradicional.
Según un informe elaborado por Funcas y KPMG, cuatro de cada 10 clientes bancarios contratarían los servicios financieros de estas compañías. Y el propio Banco de España ha advertido en varias ocasiones sobre el impacto de esta irrupción de las BigTech en la industria bancaria.
El mensaje desde el sector es unánimo: ‘abiertos a la competencia, sí, pero bajo las mismas condiciones’. Consideran que el interés de las tecnológicas no está en desarrollar la actividad bancaria tal cual, sino en aplicar su experiencia de datos para competir en las partes más rentables de la provisión de servicios financieros, como los medios de pago, donde se concentran los mayores avances en este sentido.
Por eso, creen que en el momento en el que entren en el negocio bancario, deben jugar en igualdad de condiciones de regulación y supervisión, mucho más estrictas para el sector financiero.