El sector financiero está viviendo una verdadera eclosión de aplicaciones que ofrecen, aunque modernizado, un servicio que es viejo conocido de la banca: el pago aplazado. Bajo la etiqueta Buy now, pay later decenas de entidades se están sumando a esta tendencia que da flexibilidad al cliente para abonar sus compras en diferentes pagos sin necesidad de pedir un préstamo (especialmente los polémicos revolving), pero que puede generar al sistema un problema latente de excesivo endeudamiento. Es por esta razón que los reguladores ya están trabajando para imponer un marco de protección a los consumidores.
Todos los operadores presentes en el sector de los medios de pago tienen sus ojos puestos en el resurgir del pago aplazado, ya sean grandes fintech como Klarna o Afterpay; plataformas de pagos, como PayPal; gigantes del comercio electrónico, como eBay; compañías de tarjetas, como Visa o Mastercard, o los bancos más tradicionales.
El pago aplazado no es una novedad para la banca, que lleva muchos años ofreciendo esta modalidad de pago con su correspondiente coste para el cliente en forma de intereses. La novedad ahora es el surgimiento de aplicaciones dedicadas específicamente a ello que llegan a acuerdos con comercios y ofrecen al cliente costes muy bajos o, incluso, gratuidad a la hora de aplazar el abono de sus compras en tres, cuatro o más pagos. Y que lo hacen para compras de importes muy pequeños.
En España, al margen de la llegada de aplicaciones como Klarna -la mayor fintech europea, que aterrizó en el país hace un año y tiene vocación de permanencia, como contó su cofundador y consejero delegado, Sebastian Siemiatkowski, en una entrevista con EL ESPAÑOL-Invertia-, varios bancos tradicionales (Santander, BBVA, Unicaja, Bankinter e Ibercaja, entre otros) lanzaron hace algunos meses Plazox, una aplicación para facilitar este fraccionamiento de los pagos. Y cada vez son más las entidades que se unen a esta tendencia.
Un auge del pago aplazado que se ha visto impulsado durante la pandemia por la efusión que vivieron el comercio electrónico y los pagos digitales a consecuencia de las restricciones de la pandemia y que se mantendrá en los próximos años hasta llegar a suponer un cuarto del total de los pagos que se producen en e-commerce en Europa, como explican fuentes del sector a este periódico. Actualmente, en España suponen apenas el 3%, según datos de la UOC.
Flexibilidad, pero también riesgo
Y es que la flexibilidad que ofrece para el pago de compras, aunque sean de pequeño importe, es un aliciente muy importante para el cliente. Algunas de estas aplicaciones, de hecho, llegan a ofrecer un fraccionamiento de hasta tres plazos sin interés alguno, lo que despierta el interés de los compradores. De hecho, de acuerdo con fuentes del sector, la cesta de compra media aumenta hasta un 40% al ofrecer pago aplazado.
Una comodidad que tiene sus riesgos. No en vano, actualmente no existen límites para aplazar pagos de compras, por lo que puede generarse un endeudamiento encubierto sobre el que los reguladores y las propias compañías que ofrecen estos servicios apenas pueden tener control. Y el cliente debe ser consciente de que aplazar un pago genera una deuda con el comercio.
Todo lo contrario a lo que ocurre con el crédito, pues su desarrollo es monitorizado por los supervisores y existe por parte de la entidad que lo concede una valoración previa de la solvencia del cliente y un análisis de riesgo. Además, los impagos de préstamos quedan registrados y dificultan el siguiente acceso a un crédito.
Así, es posible que un cliente disponga de muchos aplazamientos de pagos en diferentes aplicaciones o entidades sin que exista un registro que permita advertir del riesgo de un excesivo endeudamiento.
"Además de poder cobrar intereses abusivos por retrasos en las cuotas, el hecho de que algunas de estas fintech no verifiquen el historial crediticio de sus usuarios (...) cuestiona el crecimiento sostenible de este modelo de negocio. A juicio de algunos reguladores, estas prácticas pueden derivar en mayores riesgos en términos de inestabilidad financiera", alertaba Funcas en una publicación de enero de este año al respecto de este fenómeno.
El profesor de la UOC Josep Maria Català añade que "el problema para el consumidor es que el coste final mensual puede ir aumentando si el comprador financia varias compras con este sistema, compras que no son elevadas si se adquieren de forma única, pero que sí pueden presentar un incremento de los costes no fijos mensuales".
Reino Unido ya está regulando
Es por eso que los reguladores ya han puesto su atención sobre el auge de este pago aplazado. El principal ejemplo se encuentra en Reino Unido, donde el Gobierno ha decidido tomar medidas para proteger a los compradores.
"La decisión del Gobierno de incorporar el Buy now, pay later a la regulación mitigará los riesgos al dar a la Financial Conduct Authority [la CNMV británica] vigilancia sobre los proveedores de Buy now, pay later y permitiendo a la gente elevar sus quejas al Financial Ombudsman Service [el defensor del pueblo británico] si algo va mal", apuntaba el Ejecutivo de Reino Unido el pasado mes de febrero.
Y añadía: "Regulándolo, nos aseguramos de que la gente es tratada de forma justa y solo se le ofrecen acuerdos que pueden permitirse los clientes, la misma protección que se esperaría con otros préstamos". En Europa los reguladores también trabajan sobre esta idea y se espera que en unos meses pueda existir una regulación al respecto.
"Comprar y pagar luego es muy tentador, pero puede fomentar la compra impulsiva, y por ello hay que poner sensatez para no terminar endeudándose en exceso", advierte, por su parte, el Banco de España, que recuerda que algunos de estos servicios pueden ofrecerlos entidades que se escapan a su supervisión.