Fridman: los claroscuros de la fortuna rusa que aspira a hacerse con Dia
- En el año 2017 se le relacionó con el 'caso Zed'
- Es dueño del grupo que fletó el petrolero Prestige
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El multimillonario ruso que pretende hacerse con el control de la cadena de supermercados Dia, Mijaíl Fridman, es el dueño de una de las cien mayores fortunas del mundo y un próspero inversor, aunque su figura genera controversia y su carrera no está exenta de polémicas.
En el marco de la batalla que libra a través de la sociedad LetterOne por Dia -del que ya es su mayor accionista con el 29% de los títulos y por la que ha presentado una opa-, algunos de sus "enemigos" le acusan de estar interesado en la caída de su valor en bolsa para comprar la empresa a precio de saldo.
Sus portavoces, por el contrario, lo niegan y recuerdan que por el momento ha perdido la mayor parte de su inversión.
Además del magnate, en la "guerra" abierta por la firma española confluyen otros protagonistas: el consejo de administración (que propone una hoja de ruta diferente), la banca acreedora (que ha concedido créditos millonarios a la compañía), y grupos de accionistas minoritarios, que protestan por el precio ofrecido por Fridman y buscan un "caballero blanco".
A esto se suma la delicada situación que atraviesa la compañía, que perdió 352 millones de euros en 2018, necesita recuperar el equilibrio patrimonial para salir de la situación de quiebra técnica en la que incurrió en diciembre y ha afrontado una vorágine de cambios en su cúpula que ha derivado en una denuncia contra antiguos directivos por irregularidades en su gestión.
En este escenario cada vez más enmarañado, esta misma semana se ha filtrado un informe policial del año 2017 sobre el llamado "caso Zed", un expediente sobre desvío de fondos cuyo origen partió de una denuncia de su fundador, Javier Pérez Dolset -quien ya pasó por prisión por esta causa-, contra sus socios rusos, con Fridman a la cabeza.
El documento, al que ha tenido acceso Efe, habla de Fridman como líder de un "entramado criminal" que utiliza una práctica delictiva conocida como "reiderstvo", cuyo objetivo último es hacerse con el control de una firma "interrumpiendo el curso ordinario de sus negocios".
Medidas como restringir los flujos de liquidez, congelar operaciones o inducir procedimientos de quiebra y concursos de acreedores forman parte de ese "modus operandi", según el informe de la Policía Judicial. Sus autores advierten de los riesgos que entraña que este tipo de organizaciones dominen "una o varias áreas estratégicas para la economía".
HISTORIAL DE ÉXITOS Y SOSPECHAS
Preguntado por Efe, un portavoz de Fridman califica estas tesis de "descabelladas y fantasiosas teorías de la conspiración" e incide en que actualmente éste "no está siendo investigado en ninguna causa procesal".
Su nombre, sin embargo, se ha vinculado con más escándalos, como el supuesto apoyo ruso al ascenso a la presidencia de EEUU de Donald Trump a través del banco ruso Alfa Bank, acusaciones que por ahora no han prosperado.
Otro informe confidencial, éste de la agencia de inteligencia estadounidense Stratfor, fechado en 2007 y que fue divulgado por Wikileaks, dibuja a Fridman como uno de los oligarcas rusos más prominentes y lo relaciona con prácticas corruptas. "Se mueve agresivamente sobre cualquier activo que pretende comprar", apuntan sus autores, que consideran al magnate un inversor "estratega", interesado en compañías "que se puedan vender después por un mayor precio" y sacar "mayúsculos beneficios".
Según su biografía oficial, Fridman nació en Lvov (Ucrania), en abril de 1964, y arrancó su carrera empresarial siendo apenas un adolescente al fundar una cooperativa de limpieza.
De confesión judía, estudió ingeniería y trabajó en una fábrica de metal de Moscú, pero siguió creando empresas: primero una sociedad de importación; en 1991, Alfa Bank -hoy el banco privado más grande de Rusia-; y en 1995, el grupo de supermercados X5 -ahora líder del sector en el país con más de 13.000 tiendas-.
Después llegaron compras como la de la petrolera siberiana TNK (1997), que posteriormente se alió con BP; en este mismo sector, el grupo Alfa era dueño de Crown Resources, la petrolera que fletó el Prestige, responsable de un vertido frente a las costas de Galicia que afectó a más de 1.700 kilómetros de litoral.