El futuro de Dia sigue pintando de los más incierto una semana después de su esperada junta de accionistas. El empresario ruso Mijail Fridman salió victorioso de la asamblea, pero el raquítico apoyo que recibió debería multiplicarse por cinco para asegurar que el primer paso de su plan de rescate sale adelante. Mientras tanto, la sombra de la espantada y hasta del concurso de acreedores sigue sobrevolando la compañía.

La hoja de ruta de Fridman tan solo recibió el apoyo de un 6,86% del capital de Dia el miércoles pasado. El ruso tiene supeditado cualquier movimiento en la compañía a que un 35,4% del accionariado del grupo de supermercados acceda a vender sus títulos a 0,67 euros en el marco de la oferta pública de adquisición (opa) que lanzó el pasado 5 de febrero. En otras palabras, debería recibir casi 5,2 veces más apoyos para su puja de los que ha conseguido en un cónclave en el que un 13,43% del capital se pronunció en su contra.

Esta complicada situación, que ya adelantaban varios analistas incluso sin datos de escrutinio, se confirma con el recuento de votos avalado por el notario de la propia junta de accionistas. Y es que, si Fridman no alcanza compromisos de venta de un 35,4% del capital del grupo, podría dejar la oferta en papel mojado, proceder a la venta desordenada de sus 180,52 millones de acciones de Dia y dejar a la compañía al borde del concurso de acreedores sin refinanciación de deudas ni parche para su actual situación patrimonial de disolución.

Los inversores dan por descontado que Fridman no está por la labor de ofrecer ni un céntimo más de lo que hasta ahora ha planteado con el objetivo de ganar popularidad. Así se entiende que sus acciones no hayan cotizado por encima del precio que ofrecido en la opa desde el pasado 11 de febrero, diez días antes de que LetterOne solicitase formalmente autorización para la operación a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).

Este es el punto que lleva a algunos gestores a pensar que en caso de que el ruso pegue la espantada, el consejo podría retomar su plan inicial con ciertas modificaciones y conseguir más apoyos en una junta extraordinaria convocada con este fin. Y es que, aunque el cuórum conseguido en la junta de accionistas aseguraba que las propuestas de la dirección caerían en saco roto por el peso de Fridman, un 13,95% del capital se mostró favorable a una ‘operación acordeón’ que solo fue rechazada por un 6,34% adicional del accionariado.

Mientras tanto, los vencimientos de deuda apremian y no sería del todo extraño que los plazos se alargasen al punto de que la compañía tuviese que acogerse al proceso concursal antes de que su saneamiento financiero se haya llevado a cabo. Una posibilidad de la que ya advirtieron los consejeros del grupo, que a última hora lograron avalar su desechado plan de reflote con los compromisos de refinanciación que evitaban este abismo. En este caso, el ruso también podría desistir de sus planes, ya que el Artículo 33 de la normativa vigente posibilita la retirada de ofertas “cuando por circunstancias excepcionales ajenas a la voluntad del oferente, no pueda realizarse o resulte manifiesta su inviabilidad”.

Los tiempos de negociación entre las partes implicadas, en las que también se incluye a los trabajadores por el expediente de regulación de empleo (ERE) que se ha planteado, y de reacción de las autoridades competentes son la baza de la Asociación de Accionistas Defensores de Dia (AADD), que sigue trabajando en el desarrollo de su plan para salvar la compañía mediante una ampliación asegurada de solo 150 millones de euros, para la cual su presidente, Rafael del Castillo, asegura que siguen recogiendo apoyos.

LA TERCERA VÍA DE LOS MINORITARIOS

Este grupo de inversores minoritarios tiene por objetivo aglutinar un 3% del capital de la cotizada para poder plantear su ‘tercera vía’ en una junta de accionistas extraordinaria, pues no llegaron a tiempo de plantearla como una opción más en la reunión del pasado 20 de marzo. Entonces, si el plan saliese respaldado, también se quedaría en nada el plan de Fridman, ya que está supeditado a que no aparezca ninguna oferta competidora ni ampliación de capital alguna previa a la que él plantea de 500 millones de euros, 100 millones menos de lo que solicitaba el consejo.

De momento, esta posibilidad va ganando peso en el mercado ante la desaparición de los fondos de inversión de la junta de accionistas y la falta de postura oficial por parte del francés Gregoire Bontoux y su socio español Pablo Gómez-Pablos, a los que se llegó a señalar como posibles ‘caballeros blancos’ para la compañía. Un papel en el que ha tomado el relevo, aunque algo desdibujado después de este fiasco, el portugués Luís Amaral, dueño de un 2% de Dia y que se había mostrado favorable a la hoja de ruta de la dirección.

Mientras el calendario sigue corriendo y los vencimientos de deuda se aproximan, tanto el grupo de minoristas como LetterOne prometen una lucha a brazo partido para conseguir su objetivo. En el caso de los primeros, evitar la amplia dilución que plantea la ampliación de capital y facilitar que la compañía recupere su valor gracias a su continuidad como cotizada una vez saneadas sus cuentas. Por su parte, la firma inversora perseguirá hacerse con el mayor control posible de la compañía y, solo entonces, implementar su plan de rescate sin que quepa ya mucha oposición, como de momento todo parece indicar que seguirá siendo.

Noticias relacionadas