El equilibrio geopolítico está cambiando con la transición energética. Los nuevos objetivos de la Unión Europea en reducción de emisiones suponen acelerar el desarrollo de las renovables en el territorio comunitario y, a su vez, dejar de depender de la importación de combustibles fósiles de terceros países, como el gas y el petróleo de los países del Magreb.
Argelia, Túnez, Marruecos, Libia, Egipto... hasta ahora han tenido como principales clientes de su producción de gas o de petróleo a los viejos países europeos, pero en unos pocos años esto podría cambiar. Una evolución que dañaría profundamente la economía del Magreb, muy dependiente de sus exportaciones fósiles.
Y esto es solo el principio. Después de la UE, otras potencias se han propuesto ser neutras en emisiones de CO2. Nuestro continente lo quiere alcanzar en 2050 (reducir sus gases de efecto invernadero un 55% en 2030), China en 2060 y la Administración Biden, que por el momento se propone un 52% de reducción para 2030.
"La autodependencia energética no es algo malo en sí mismo, porque durante muchas décadas hemos dependido del gas ruso, del petróleo de Arabia Saudí, y si nos centramos en España, del gas argelino", explica a Invertia David Henneberger, director de la oficina de Madrid de la Fundación Friedrich Naumann. Esta institución alemana está vinculada al grupo político liberal alemán, que defiende el libre comercio pero con justicia social.
"Pero si no hacemos bien esa transición energética, puede haber implicaciones preocupantes en la zona del Magreb, en nuestros vecinos del norte de África, hay que darles alternativas". Para el experto, "Europa tiene muchas tareas todavía por delante, por ejemplo, una red eléctrica integrada y que pudiera estar interconectada con los países africanos, pero Francia no tiene mucho interés mientras pueda exportar los excedentes de sus centrales nucleares".
España, líder en renovables
El comercio de materias primas, el intercambio de experiencia empresarial y de buenas prácticas en materia de regulación pueden ayudar a fomentar el crecimiento y la seguridad energética en ambos lados del Mediterráneo.
"Los países del norte de África tienen que apurarse para desarrollar las renovables también en sus territorios porque si no, España podría convertirse en el país líder en exportación de energía limpia no solo hacia Europa, sino también hacia los vecinos africanos". Para Henneberger "no es inimaginable".
"La demanda local de energía en Marruecos, Argelia, Libia o Túnez seguirá creciendo en los próximos años y la preocupación por la seguridad energética también será importante en estos países".
En su opinión, España cuenta con todos los elementos necesarios, tecnología, legislación, seguridad jurídica, capacidad industrial y financiera para ocupar el primer puesto en el ranking de generación con fuentes renovables de toda el área del Mediterráneo.
"Falta diálogo y negociación al mismo tiempo, sin cierta arrogancia de los europeos hacia los países del Magreb, porque sino las consecuencias pueden no ser muy positivas". Aun así, Marruecos es un claro competidor en el desarrollo de las renovables, cuenta con dos cables eléctricos submarinos con España y pronto tendrá un tercero. Es bastante activo en la lucha contra el cambio climático, y tiene suficiente sol y viento como recurso energético.
No es el caso de Argelia. Es un país que podría ser uno de los grandes perdedores, porque si deja de exportar gas y petróleo (el 97% de sus exportaciones) no tiene alternativa, y además va muy lento en la transformación de su sistema energético.
Refugiados climáticos
"No creo que haya grandes conflictos por el cambio de paradigma en la exportación de recursos naturales, de hecho, podría ser hasta positivo que al no ambicionarlos bajaría la presión social y, por tanto, los intereses externos", añade.
Sin embargo, lo que preocupa es el efecto del cambio climático en otros sectores productivos de los países cercanos al desierto del Sahara.
"Ya está ocurriendo, la inmigración o los refugiados climáticos ya están llegando a las puertas de Europa, a las fronteras españolas o italianas, y lo están sufriendo nuestros vecinos, la zona del Sahel es un caso evidente, también es una zona de tránsito".
Canarias es el reflejo de este efecto. La inmigración en Canarias ha aumentado un 133% en los primeros cuatro meses de 2021 y hace poco más de un mes se vivió la crisis migratoria de Ceuta, donde cerca de unas 10.000 personas habrían cruzado la frontera.
"Hay que reducir las emisiones lo antes posible para evitar que se agudice la inmigración, que lo único que va a generar es el florecimiento de los partidos de ultra derecha en Europa y, sobre todo, en las zonas fronterizas".
La transición, una oportunidad
La transición energética hacia un escenario sin combustibles fósiles es una oportunidad, la innovación y la tecnología no deben estar al servicio de unos pocos, "sino que debe ser equilibrado para evitar conflictos futuros".
"Hay que garantizar que se pueda mantener la calidad de vida de todos pese a que en los países en desarrollo muchas veces la transición energética o el cambio climático no está en el mismo orden de prioridades que en Europa", concluye el responsable de la Fundación Friedrich Naumann.
España tiene que jugar la liga europea, pero también tiene que estar pendiente de lo que ocurre en el norte de África, así como en América Latina. "Tenemos que hablar de seguridad pura y dura, no solo de seguridad energética en los próximos años", fue la respuesta a Invertia hace unos meses de Gonzalo Escribano, director de Programa de Energía y Cambio Climático del Real Instituto Elcano.
Una afirmación que cobra más importancia a medida que se acelera esta transición hacia las renovables y las nuevas tecnologías limpias en Europa.