No hay manera. Por más vueltas que se dé, el precio de la luz va a seguir subiendo. Y los pronósticos apuntan a que podría superar el umbral de los 150 euros/MWh en las próximas semanas. Algo nunca visto. En el ojo del huracán está el gas, que sigue su carrera loca e imparable de récords históricos y de la mano va el precio europeo del CO2, también desbocado. En solo un año se ha duplicado y algunos expertos aseguran que la tonelada podría llegar a costar 100 euros a medio plazo.
Lo peor es que ninguna de estas tendencias tiene freno y, por el momento, no hay otra tecnología que pueda pararles los pies.
"Esto demuestra la necesidad de acelerar la instalación de renovables, tanto fotovoltaica como eólica. Son las únicas que pueden bajar el precio de la luz. Esta situación se puede volver a repetir en el futuro, si no hay renovables, hay que encender los ciclos combinados que necesitan quemar gas", explican a Invertia fuentes del sector.
"Es muy importante que en España vayamos a un escenario de menor dependencia del gas, porque somos víctimas colaterales de lo que ocurre en el resto del mundo".
Pero toda Europa está experimentado altos precios en el mercado eléctrico. Es el cóctel perfecto de un verano con poco viento, tanto en el norte como en el sur del Viejo Continente, y un déficit de instalaciones fotovoltaicas para abastecer de tanta electricidad que desplacen a gas en el mix.
El precio del gas en el índice de referencia, el TTF holandés, supera ya los 50 euros/MWh. Un récord histórico que influye decisivamente en los mercados eléctricos europeo que podría continuar subiendo.
Justo todo lo contrario de lo que ocurrió en 2020, cuando los precios del gas al por mayor alcanzaron mínimos históricos. Fue en plena pandemia, en mayo de 2020 (por ejemplo, el TTF cayó a 3,5 euros/MWh). Esto fue el resultado de la caída de la demanda de gas debido al abrupto cese de la actividad económica.
Ahora el precio se ha disparado y lo peor está por llegar. Países como Alemania solo han conseguido llegar hasta un 56% de llenado de sus reservas de gas, muy lejos del 74% de España. "El problema del gas lo tiene Alemania, que es el que está tensionando los precios, por mayor población, por mayor consumo y por climatología, sobre todo en invierno", añaden las fuentes.
No solo es el país germano. También impulsa al alza la demanda de Asia por hacerse con el GNL del mercado internacional, el estrangulamiento del gas ruso que pasa por gasoducto a través de Ucrania, el encarecimiento del GNL de EEUU y las paradas programadas en campos de gas de Reino Unido y Noruega en el mar del Norte. Y para España, se añade un elemento más, el enfrentamiento político entre Argelia y Marruecos que amenaza con cerrar uno de los gasoductos que llegan hasta las costas del sur de nuestro país.
Problemas técnicos y políticos
"Es importante distinguir entre lo que está pasando en el mar del Norte con Noruega y Reino Unido, de lo que ocurre en Rusia o entre Marruecos y Argelia", explica a Invertia Gonzalo Escribano, director del Programa Energía y Clima del Real Instituto Elcano.
"Noruega y Reino Unido han tenido problemas técnicos en sus infraestructuras, que durante los meses más duros de la Covid no pudieron solucionar. Esto ha provocado que se haya limitado su suministro y que continúe así en los próximos meses".
"Rusia, por su parte, intenta presionar a la UE (como siempre ha hecho) para que acepte sus condiciones en el NordStream 2, porque prefiere llevar el gas directamente a Alemania a pagar unas tasas muy altas a Ucrania, por donde pasa su otro gasoducto". Y también "presiona para que EEUU elimine sus sanciones". En el caso del GNL de EEUU, "Europa quería diversificar proveedores y comenzó a comprar a Estados Unidos cuando estaba muy barato, pero tras el parón de la pandemia, es 10 veces más caro".
"En cualquier caso, si hay algo en común entre todos esos proveedores de gas de Europa es que necesitan esos ingresos, hay interés por todas las partes en continuar con las relaciones comerciales", puntualiza el investigador del Real Instituto ElCano.
Marruecos y Argelia
Al margen de todos estos países están las relaciones entre Marruecos y Argelia. Este último ha anunciado que dejará de usar el gasoducto que pasa por su vecino magrebí hasta España tras la ruptura de relaciones diplomáticas entre los dos países.
"Nos interesa que nuestros vecinos se lleven bien", añade Escribano. "No es lo mismo depender de dos tubos que de uno solo, más aún cuando el que pasa por Marruecos lleva el gas también a Portugal".
De hecho, aunque Argelia haya asegurado el suministro a España, en 2019, se importaron 11,5 bcm de gas por gasoducto, pero el de Medgaz, que llega directamente desde Argelia, solo permite 8 bcm de capacidad con posibilidad de ampliarlo a 10 bcm a finales de año.
"Eso demuestra que no es suficiente si se mantiene esas necesidades de gas, y sobre todo Portugal se queda sin suministro y debe comprarlo por GNL, con lo que finalmente subirá el precio en el mercado ibérico", concluye Gonzalo Escribano.
El CO2, desbocado
Y mientras esto ocurre con el gas, el CO2 vuelve a batir su récord y sube hasta los 61 euros/Tn. "Cuando sube el precio de la energía alemana, hay más demanda de CO2. Hay más industrias que demandan energía, y con menos generación renovable, hay que sustituirlo por ciclos combinados", explica por su parte José María García Berrendero, corporate trader de Vertis, consultora especializada en compra y venta de derechos de CO2.
"Además es la commodity que está de moda, y los hedge funds siguen muy activos porque les sirve para cubrir posiciones. Y cuanto más suben los precios, más atractivo es comprar, y por tanto, más vuelven a subir. Aún así, la UE lleva muchos años lanzando mensajes de descarbonización y esta es su herramienta para llevar a cabo los planes".
"En definitiva, si la industria sigue su ritmo normal y aumenta la demanda energética y si hay un invierno frío con poca renovable, efectivamente nos podríamos ir a precios más elevados de los 60 euros/Tn actuales", concluye el experto.