España cuenta con buenas infraestructuras gasistas. Más de 13.000 km de gasoductos recorren casi todo el territorio, según el último informe de Sedigas, la patronal de sector. Algunos de ellos terminan en las fronteras de nuestros países vecinos (Francia y Portugal) y otros en la costa sur (Tarifa y Almería).
Por estas infraestructuras se han importado 136 TWh de gas natural, el 39% del total que se consume en España. De esta cifra, el 25% (35 TWh) proviene de Europa y el 75% (101 TWh) de África, repartido entre dos gasoductos, el del Magreb, que pasa de Argelia por Marruecos hasta Tarifa (Cádiz), con 41 TWh, y el que viene directamente de Argelia a Almería, por el gasoducto Medgaz.
El 61% restante es GNL (gas natural licuado), que viene por barco a las regasificadoras que se encuentran en seis puntos de nuestra costa.
Por segunda vez desde hace siete años, los suministros en forma de gas natural licuado superaron en 2020 a los de gas natural. Y procedieron de 14 orígenes distintos, un dato del que se congratula el sector gasista español. La mayor parte procedió de EEUU (15%), Nigeria (12%), Rusia (10%) y Qatar.
A partir del 31 de octubre, España dejará de recibir gas por el gasoducto del Magreb. Esto supone que también se le cerrará el grifo a Portugal, porque solo tiene una interconexión con el gas argelino y es precisamente esta infraestructura. A partir de entonces, tendrá que comprar el gas en el mercado del GNL.
Para nuestro país, el gobierno argelino ha asegurado en varias ocasiones que está asegurado el suministro, y no solo porque Medgaz siga en funcionamiento, sino porque a finales de año ampliará su capacidad desde los 8bcm hasta los 10bcm. Y lo que falte, también podría llevarse por barco desde el país vecino.
El mapa del gas en Europa
Las circunstancias de cada país de la Unión Europea son completamente diferentes. Según el informe 'Estrategia de almacenamiento de gas natural licuado y gas de la UE' de la Comisión Europea, el Viejo Continente es el mayor importador de gas natural del mundo.
Por tanto, la diversificación de las fuentes de suministro es fundamental tanto para la seguridad energética como para la competitividad. Garantizar que todos los Estados miembros tengan acceso a los mercados de gas licuado es un objetivo clave de la Unión de la Energía de la UE.
Sin embargo, la dependencia del gas ruso, especialmente de los países del Este y del norte de Europa, es sorprendente. Según Statista, hasta 14 países de los 27 son grandes dependientes del gas ruso. Eso incluye a Alemania (49%), Austria (64%), Finlandia (94%) Grecia (51%), Polonia (40%) o Italia (46%), entre otros.
Eso supone que más del 43% de las importaciones del gas que alimenta el sistema eléctrico europeo o calienta las calefacciones o las industrias proviene del vecino euroasiático. Por detrás, está el gas que llega por gasoducto de Noruega (30%), y Argelia (13%) que suministra tanto a Italia como a España y Portugal.
El gas natural representa actualmente alrededor de una cuarta parte del consumo energético total de la UE. En la actualidad, aproximadamente el 26% de ese gas se utiliza en el sector de generación de energía (incluidas las plantas combinadas de calor y energía) y alrededor del 23% en la industria. La mayor parte del resto se utiliza en los sectores residencial y de servicios (principalmente para calefacción en edificios).
La demanda de gas de la UE en la actualidad es de alrededor de 400.000 millones de metros cúbicos (bcm). En los últimos años, el GNL ha representado alrededor del 10% de las importaciones, y la mayor parte procede de Qatar, Argelia y Nigeria, y cada país ha tenido sus necesidades.
Plataforma centralizada de compras
No es lo mismo calentar un invierno del norte de Europa que del sur, y también depende de sus mix energéticos, de la población y del tamaño del país. No es lo mismo que 47 millones de personas calienten sus hogares, como es el caso de España, que seis millones como en Dinamarca.
Para Oxford Institute, la idea de buscar una plataforma centralizada de compras de los Veintisiete invita a plantearse quién decide si se utilizan las reservas estratégicas, cómo hacerlo y para qué países. Porque no todos necesitan las mismas cantidades y, por tanto, no todos tendrían que pagarlo al mismo precio. Por otro lado, el suministro por gasoducto tiene sus contratos bilaterales, con lo que estarían al margen de esa negociación.
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