Vladímir Putin sabe que Europa depende del suministro de gas que llega por los varios gasoductos que conectan el Viejo Continente con Rusia. Especialmente, en los meses de invierno. Es el momento de intensificar las tensiones con sus vecinos occidentales si quiere ganar posiciones en el mapa geopolítico.
Mientras tanto, Estados Unidos está manteniendo conversaciones con Catar y otros grandes exportadores de gas para que estén al quite en el caso de que una invasión rusa en Ucrania interrumpiera el suministro a Europa. Dicho de forma más tajante: "Lo de Ucrania es un problema muy gordo para el sector energético mundial".
Así lo explica Francisco Blanch, responsable global de análisis de materias primas y derivados de Bank of America (BofA), a EL ESPAÑOL-Invertia. "Aunque se llegara a importar todo el gas natural licuado (GNL) posible de este país árabe, sería imposible cubrir las necesidades del mercado europeo, ni siquiera se acercaría", insiste al presentar las perspectivas económicas de la entidad para este año 2022.
Tal es el estado de las cosas que el gas ruso representa más de un tercio de las importaciones de gas de la UE (37%), mientras que para Rusia la UE representa el 85% de sus ventas. Así que la dependencia también es bidireccional.
La situación es complicada, por lo que los expertos de BofA no esperan una caída generalizada de los precios del gas en Europa. Más bien creen que en caso de agudizarse el conflicto podrían subir aún más.
Destrucción de la demanda
El banco de inversión estadounidense prevé que el precio del gas en Europa seguirá con precios altos durante todo 2022, pese a que pudiera llegar más GNL de Estados Unidos y pese a que China está bien abastecida. "No se esperan subidas demasiado elevadas en el precio del gas como las que se han visto en los últimos meses de 2021, entre otras razones porque destruirían la demanda por el impacto que tiene en la factura de la luz y del gas de la industria y del segmento doméstico", añade Blanch.
Es decir, a medida que suben los precios se produce la destrucción de la demanda de otros bienes y servicios. "Nuestro indicador preferido es el coste de la energía como porcentaje del PIB o frente a los ingresos, con la idea de que los costes de energía muy altos pueden conducir eventualmente a una recesión".
"En ese sentido, preferimos observar los costes agregados de energía (petróleo, gas, carbón, energía nuclear e hidroeléctrica o renovable). Nuestras estimaciones muestran que el precio de la energía como parte de los ingresos del mundo aún no ha alcanzado niveles insostenibles. Sin embargo, regiones como Europa están sintiendo la presión tras el aumento dramático en los precios del gas".
La firma señala que los precios mundiales del gas han subido a niveles récord este otoño. Y Europa se enfrentaba este invierno a una situación límite en el almacenamiento. En octubre, el índice de referencia europeo, TTF, alcanzó un máximo histórico de 116 euros/MWh, alrededor de 39 dólares/millón de BTU (MMBtu), mientras que en Estados Unidos "no se superaban los 6 dólares/MMBtu", puntualiza Blanch.
Brecha geográfica y social
Los analistas de la entidad esperan que el gas natural se mantenga en niveles elevados en el Viejo Continente, de entre 25 y 30 dólares/MMBtu, lo que puede crear un problema "importante" este año, mientras que en Estados Unidos incluso se esperan más caídas, hasta los 3 dólares/MMBU. Por su parte, Rubén Segura-Cayuela, economista jefe para Europa de BofA, ha llamado la atención sobre el 'shock de desigualdad' que provoca la subida de los precios de la energía, que tiene un fuerte impacto en los consumidores con bajo poder adquisitivo.
"La desigualdad es enorme, desde suponer un 16% de la renta de un hogar con pocos recursos, que además no ha tenido capacidad de ahorrar durante la pandemia, hasta el 4% de las clases más altas", ha detallado. Y en España la situación es más dramática que en el resto de países europeos.
"Somos el país con mayor dependencia energética del exterior". Rusia es el cuarto mayor suministrador de gas natural para España y el octavo de crudo, con el 8,7% y el 4,6%, respectivamente, del total de las importaciones de estos suministros energéticos al país.
Estos factores no son una cuestión baladí, pues son en buena parte causantes del retraso en la recuperación de la economía española, según explica la firma de inversión. "Hace mella la estructura económica, con más peso del turismo, pero también la elevada sensibilidad al precio de la energía -que sigue por encima de su media histórica- no va a ayudar. Al menos, durante la primera mitad de 2022", comenta Segura-Cayuela.
Retraso en la remontada
De este modo se explica que otros países europeos con un alto componente turístico en su PIB hayan conseguido alcanzar ya cifras previas al estallido de la pandemia. En el caso español, desde BofA no ven posible esta remontada "hasta finales de año". Con todo, las previsiones que manejan son una expansión del 5,7% para la economía este año y del 4,7% en 2023.
Si las tensiones con Ucrania persisten, el impacto podría ir a más en un ejercicio en el que el banco estadounidense cree "se van a diferenciar las economías que lo han hecho mejor y peor durante la pandemia". Una afirmación que da más peso a la ventaja de Estados Unidos sobre la Eurozona, con crecimientos estimados del 4% y el 3,6% respectivamente para este 2022.
Con los precios de la energía disparados, los analistas destacan que otros dos factores seguirán sosteniendo la inflación en niveles elevados. En primer lugar, un exceso de demanda en Estados Unidos que seguirá generando cuellos de botella. Después, factores específicos, como la normalización de los IVA reducidos en Alemania.
El resultado que estima el economista es un encarecimiento del coste de la vida que se mantendrá todavía por encima del 3,5% en el área de la moneda común y solo se suavizará hasta el entorno del 2% que marca el mandato del Banco Central Europeo (BCE) "a finales de 2022 para quedarse ahí por mucho tiempo".
Estrategia ganadora
Esto, junto con una tasa de paro que corregida por los ERTE "sigue sin recuperar cotas previas al estallido de la pandemia", lleva a la entidad a considerar que este año no habrá subida de tipos en la Eurozona. Es más, sus expertos consideran que incluso "será difícil que lleguen en 2023" con el cuadro macroeconómico que dibujan.
Mientras tanto, Bank of America lanza una pista para los inversores. En medio de este tensionamiento de las materias primas energéticas, el precio spot -para su entrega más inmediata- sigue por encima del que marcan los futuros a más plazo. Un escenario que, mientras se mantenga, seguirá "generando buenos retornos".
Es la otra faz de una misma moneda que, hoy por hoy, lleva la cara de Putin y la cruz que corona el escudo de armas de Ucrania.