La amenaza de guerra entre Rusia y Ucrania ha devuelto el dinero a las trincheras. La escalada de la tensión entre ambos países ha provocado un nuevo lunes negro en los mercados del que muy pocos activos han conseguido escapar. La búsqueda de refugio inversor ha comenzado de nuevo.
Los inversores de todo el mundo no se habían mostrado tan preocupados desde la aparición de ómicron en Sudáfrica hace dos meses. Desde los pequeños ahorradores hasta los gerentes de las grandes firmas de inversión hacen ahora cábalas sobre cuáles serán los activos más seguros en los que colocar su dinero para protegerlo de la evolución del conflicto en Europa del Este o para sacar tajada de él.
A diferencia de otras ocasiones, esta vez las conclusiones a las que llegan son de lo más variopinto. Ante un gran abanico de posibilidades sobre la mesa, se cuentan desde los que consideran que se trata de una oportunidad para comprar con descuento hasta los que creen que hay que darse prisa en reducir las posiciones de mayor riesgo en cartera.
Salir de rebajas
Los que se decantan por la primera tesis abogan por que lo ocurrido es una sobrerreacción de unos mercados muy tensionados y con valoraciones elevadas a un pulso que difícilmente terminará en choque militar. Los defensores de aliviar riesgo consideran que, con independencia de que se produzca un conflicto armado, es mejor mover ficha antes de que se endurezca aún más el tono de las declaraciones cruzadas entre Kiev, Moscú y los países miembros de la OTAN.
Entre los que consideran que el mejor refugio a futuro será pasar al ataque ahora se coloca Ignacio Cantos, socio director de atl Capital. No duda en señalar que “esto es una oportunidad más de compra que de venta”, ya que considera que incluso en el escenario de que “Rusia se quede una parte del territorio de Ucrania, nadie va a meterse en una guerra”.
Dentro de esta tesis, aconseja “mirar hacia valores de crecimiento”, ya que a pesar de su fuerte corrección, destaca que vienen de máximos y que en muchos casos los fundamentales no tendrían por qué verse afectados. Si se decanta por una tesis más conservadora que apunte hacia cierto impacto en la economía, se inclina por reforzarse en valores cíclicos y banca antes de que la recuperación volviera a su senda de crecimiento.
La directora de análisis de Global X ETFs, Morgane Delledonne, considera que “las empresas de crecimiento más vulnerables son las que tienen balances más débiles y dependen de los caprichos de los mercados”. A la par, explica que este inesperado punto de fricción, cuando todas las miradas estaban puestas en los bancos centrales, volverá a los inversores “más selectivos”, con el foco “en las valoraciones, los fundamentos y la calidad”.
Tocar fondo
Consciente de este cambio de tendencia que ha colocado a “todos los sectores en fase correctiva en el último mes”, Sergio Ávila se decanta por una postura intermedia de aprovechar oportunidades de inversión, no sin antes “esperar a que se forme un suelo”. Y es que el analista de IG subraya que “los riesgos han aumentado considerablemente para las bolsas”.
De acuerdo con este marco base, Ávila deja dos pistas. La primera de ellas es que si las tensiones aflojan y se forma suelo, destacaría las opciones de remontada de consumo defensivo, petróleo, gas y bancos en Wall Street.
La segunda, que si el S&P 500 se descuelga de los 4.270 puntos a fin de mes, será momento de rotar hacia renta fija a corto plazo o liquidez con el objetivo de “estar preparados para comprar una vez las caídas finalicen”.
“Las altas valoraciones no pueden acoplarse a las decepciones”, señala Axel Botte, estratega global de Ostrum AM. Una afirmación con la que justifica que las gigantes tecnológicas que más altura bursátil ganaron con la pandemia hayan caído ahora con fuerza. En este sentido, advierte de que “el estado de ánimo de aversión al riesgo afecta a la tecnología no rentable y al ecosistema de las criptomonedas”.
Más allá del bitcoin
La creciente correlación del bitcoin y sus hermanas menores con las bolsas, y especialmente con las tecnológicas, ha quedado en evidencia en este choque de tintes bélicos. Una situación que, en contra de lo que ocurrió durante el estallido de la pandemia, ha puesto en entredicho su capacidad de convertirse en el ‘oro digital’ de los nuevos inversores. Tanto es así que en muchos casos ya cotizan a la mitad de precio que hace solo dos meses.
A tenor de esta tendencia, varios operadores del mercado de monedas digitales señalan la conveniencia de prestar atención a las stablecoins para capear los vaivenes del mercado. En función de cuáles hayan sido los precios de entrada, apuntan a la conveniencia de convertir posiciones en los tokens en los que se vaya a entrar en pérdidas en estas criptos con cambio fijo frente a divisas fiduciarias.
En el caso de que la situación se aliviase y el mercado cambiase de rumbo, todo sería cuestión de hacer la misma operación en sentido inverso. Además, esta estrategia se traduciría muy probablemente en menos obligaciones fiscales que el paso por monedas físicas como el euro o el dólar.
Liquidez y cortos
La evolución reciente de las criptomonedas al son del conflicto de Ucrania da cuenta de que “los mercados son mucho más globales y están mucho menos aislados que hace solo unos años”. Ante este escenario, el analista Darío García, de XTB, recuerda que “estar en liquidez y no estar invertido también es una decisión de inversión”.
A consecuencia de la intervención masiva de los bancos centrales, García señala que solo quedan dos opciones: invertir en activos de mucho riesgo o quedarse en otros que ni siquiera cubren el coste de la vida. “Ya ni los bonos nos valen”, lamenta al tomar como referencia su rentabilidad frente a la inflación desbocada en todas las grandes economías.
Si bien recuerda que en un escenario de incertidumbre como el actual “es muy probable que el dólar que tengamos en el bolsillo compense el coste de oportunidad de invertir en cualquier activo”, anima a conocer la operativa con “algunos instrumentos financieros que permiten ganar cuando el mercado cae poniéndose cortos”.
La caja fuerte
Para aquellos a los que estas estrategias bajistas les resulten demasiado sofisticadas, la caja fuerte se sitúa como el refugio más sencillo. Desde Ebury destacan que aquí, las divisas que se colocan “a la cabeza” son una vez más el franco suizo y el yen japonés. Y no conviene olvidar el papel del oro, bastante olvidado a lo largo del año pasado por las previsiones de recuperación económica y la remontada de los activos de riesgo que ahora tiemblan.
La onza del preciado metal ha sido, de hecho, de los pocos activos que en las últimas semanas han subido a contracorriente y sin estridencias. Muy cerca de los 1.850 dólares, el oro acaricia máximos de los últimos dos meses. Tomás Epeldegui, director de Degussa España, señala que efectivamente “la demanda de oro físico está sólida y sigue creciendo”.
No obstante, Epeldegui reconoce que la previsión de un dólar fuerte por la retirada de estímulos de la Reserva Federal (Fed) ha impedido escapadas alcistas con la fuerza de otras ocasiones de incertidumbre geopolítica similares al actual.
Para José María Luna, asesor financiero independiente y socio de Luna Sevilla Asesores, la cuestión de Ucrania apunta hacia un movimiento “en dos tiempos”. Tras una primera estampida hacia calidad como divisas fuertes, deuda gubernamental de muy largo plazo y liquidez, considera que el pulso político -siempre y cuando no haya guerra armada- “se convertirá en un gran generador de oportunidades”.
Aquí su apuesta se dirigiría hacia renta fija corporativa high yield de “empresas cuyas finanzas no estén en riesgo”. Pero también hacia sectores de renta variable que, con buenos fundamentales, se hayan visto penalizados por esta retirada apresurada y generalizada de posiciones de riesgo.