Un aerogenerador eólico marino.

Un aerogenerador eólico marino.

Observatorio de la Energía

La inteligencia artificial en los parques eólicos marinos aviva el temor a ciberataques y espionajes de países extranjeros

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En el contexto del cambio climático y de la independencia energética, existe una presión para que la eólica marina represente una parte mucho más importante del mix europeo en los próximos años.

Sin embargo, según un informe reciente, los parques eólicos marinos ya se ven afectados por ciberataques. Y, a menos que se aborden las vulnerabilidades, los ciberataques podrían causar cortes de energía.

Según el informe del Instituto Alan Turing, la inteligencia artificial (IA) podría ayudar a aumentar la resiliencia de los parques eólicos marinos a las amenazas cibernéticas, pero precisamente también, se puede volver en contra si los gobiernos y la industria no toman las decisiones adecuadas.

El hecho de que las instalaciones eólicas marinas estén relativamente alejadas las hace especialmente vulnerables. Los parques terrestres pueden tener oficinas cercanas, por lo que conseguir que alguien visite el lugar es mucho más fácil que en el mar. Los marinos tienden a requerir monitoreo remoto y tecnología especial para la comunicación a larga distancia. Estas soluciones más complicadas significan que las cosas pueden salir mal con mayor facilidad.

La mayoría de los ciberataques tienen motivaciones económicas. Estos suelen bloquear el acceso de los usuarios a los datos de sus ordenadores hasta que se realiza un pago a los piratas informáticos.

Ataques de un estado hostil

Pero las infraestructuras críticas pueden tener otras motivaciones. Una posibilidad importante es que un estado hostil quiera interrumpir el suministro de energía y, tal vez, también socavar la confianza pública en él.

Ya se han producido ataques a parques eólicos marinos fuera del Reino Unido. La empresa de energía eólica danesa Vestas fue víctima de un ataque de ransomware en 2021. Los informes sugieren que Vestas tuvo que cerrar los sistemas informáticos en varias ubicaciones para contener el problema.

Al año siguiente, la empresa alemana de energía eólica Deutsche Windtechnik sufrió un ataque de ransomware que obligó a la empresa a desactivar alrededor de 2.000 de sus 7.500 turbinas eólicas en Alemania para evitar que sufrieran daños.

Normalmente, las turbinas adaptan su movimiento a la velocidad y dirección del viento. Si la capacidad de una turbina para hacer esto se ve alterada, por ejemplo, por un ciberataque que afecte a los sistemas de control, podría provocar tensión y daños estructurales en las palas.

En el peor de los casos, los ciberataques podrían provocar la pérdida del funcionamiento de sistemas críticos en los parques eólicos. Podrían producirse cortes de suministro eléctrico si los ciberataques a los parques eólicos marinos se combinan con ataques a otras fuentes de energía.

Incluso podría provocar pérdidas de vidas si, por ejemplo, los hospitales se quedaran sin suministro eléctrico. Si se pierden los sistemas de control de los parques eólicos marinos y las palas de las turbinas se mueven demasiado rápido con el viento, la tensión sobre el motor también puede provocar un incendio y poner en peligro a los servicios de emergencia.

Espionaje de terceros países

Al estar tan lejos de la costa, la única opción de supervisar y controlar los parques eólicos es a través de la monitorización en remoto desde ubicaciones externas, utilizando tecnologías avanzadas de comunicación y sensores especializados. El objetivo es la detección temprana de fallos y la optimización del rendimiento de las turbinas eólicas.

La monitorización remota se basa en una combinación de sensores, redes de comunicación y plataformas de análisis de datos.

Además, estos sistemas de monitorización también pueden integrar tecnologías como la teledetección por satélite para obtener imágenes de alta resolución de los parques eólicos. Esto facilita la detección de posibles problemas, como daños en las palas de las turbinas o la acumulación de hielo, permitiendo una respuesta rápida y efectiva por parte de los operadores.

"Pero ¿qué ocurre si esa tecnología está en manos de empresas de países que pueden tener una relación geopolítica complicada?", explican fuentes del sector eólico a EL ESPAÑOL-Invertia. "Cada máquina tiene cámaras, sistemas de balizamiento... y si en el mar hay un sistema de radar, habrá quién piense que se pueden conectar a otros dispositivos", añaden.

El caso del 5G y China

Este debate retrotrae el generado años atrás con la instalación de la tecnología 5G de la china Huawei en países terceros. En 2019, varios países desconfiaban del gigante tecnológico al creer que pondría sus móviles y redes de internet al servicio del Gobierno de China para espiarlos.

De hecho, Australia, Japón, Reino Unido y Nueva Zelanda prohibieron antes que EEUU contratar a la compañía china para construir su infraestructura del 5G.

"Es difícil comparar lo ocurrido con una plataforma como el 5G y unos cuantos parques eólicos, pero es una cuestión que debe tenerse en cuenta", puntualizan fuentes expertas en tecnología a este diario.

El control del ciberespacio y de las redes digitales se ha vuelto clave para cualquier aspirante a superpotencia, y los sistemas que estén interconectados podrían ser un objetivo estratégico.