Las autoridades europeas y los principales países del continente intentarán avanzar esta semana en un acuerdo para decidir sobre qué modelo quieren adoptar para poner en marcha sus aplicaciones móviles de rastreo, llamadas a ser las protagonistas de la desescalada del confinamiento de los miembros de la Unión Europea, entre ellos España.
De hecho, las fuentes consultadas por Invertia en el sector público y privado confirman que el Gobierno de Pedro Sánchez y la Secretaría de Estado de Inteligencia Artificial y Agenda Digital están pendientes de estos encuentros y resoluciones para mover ficha en una estrategia que será clave para definir la movilidad de los españoles cuando entremos en la fase de la "nueva normalidad".
Los expertos coinciden en que poner en marcha de manera masiva este tipo de aplicaciones de rastreo puede hacer la diferencia para tener éxito en el desconfinamiento progresivo ya que permitiría rastrear los movimientos de las personas que salen a la calle, controlar los flujos y las aglomeraciones, y evitar que las personas sanas se acerquen a focos de contagio.
Hasta el momento el uso de las aplicaciones españolas y de AsistenciaCOVID, la llamada a liderar el desconfinamiento ya que une geolocalización y autodiagnóstico, es marginal. De hecho, la Secretaría de Inteligencia Artificial ha confirmado en varias ocasiones que están preparados para realizar las funciones de seguimiento que requiera el Gobierno, pero el ejecutivo de Pedro Sánchez no da el paso.
¿Por qué? Las fuentes consultadas por Invertia indican que todo está pendiente de las conversaciones europeas. No es seguro que se adopte el estándar comunitario -si lo hay- pero sí es conveniente saber cómo se moverá el resto del continente. De hecho, en el comienzo del desconfinamiento ni Alemania ni Francia han puesto en marcha sus aplicaciones de rastreo. Y España quiere hacerlo sabiendo qué harán sus vecinos.
Modelos europeos
Preguntado sobre la cuestión, el ministro de Salud, Salvador Illa, afirmó la semana pasada que se usarían si “aportan valor añadido”, pero no “porque las utilicen otros países”. “La utilizaremos en aquella medida en que encaje con nuestra estrategia que está diseñada en el plan de transición”, insistió.
Desde el Ministerio de Asuntos Económicos se indica que siempre se optará por un uso voluntario y que se apelará a la persuasión para que lo utilicen la mayor cantidad de españoles posible. Los técnicos indican que para que estas aplicaciones sean útiles deberán ser utilizadas por al menos del 60 al 70% de la población, en el caso de España unas 30 millones de personas.
En este sentido, Europa debatirá en los próximos días qué modelo quiere utilizar poniendo especial énfasis en los límites de privacidad que deben tener las aplicaciones que se utilicen. En juego hay tres propuestas: la primera es la Pan-European Privacy-Preserving Proximity Tracing (PEPP-PT), patrocinada en un comienzo por Alemania y que hasta hace un mes era la principal candidata para establecer los estándares y el código base para que las aplicaciones de los países europeos.
Este sistema en el que España participa con propuestas se basa en la tecnología Bluetooth que en principio es menos intrusiva para la privacidad que los sistemas de geolocalización por GPS que se utilizan en Corea del Sur, China o Japón. La precisión es menor y los datos son más difíciles de tratar, pero realiza un rastreo de los dispositivos móviles desde fuera de los aparatos y no dentro, como la geolocalización. Respeta, por tanto, mucho más la privacidad.
No obstante, este sistema generó dudas en el seno de la Unión Europea porque almacenaba los datos en un servidor central. Si los diferentes países lo adoptaran deberían consentir que los datos de sus ciudadanos estuviesen en estos sistemas centralizados ya sea en Europa o sus propios países.
Apple y Google
Con este argumento un grupo de científicos y técnicos apoyó el proyecto suizo Decentralized Privacy-Preserving Proximity Tracing (DP3T). Pero el DP3T al ser descentralizado almacena la información en el dispositivo de cada usuario, lo que para muchos críticos podría generar sistemas de vigilancia "sin precedentes" para la sociedad de las próximos meses.
Este sistema podría proporcionar más datos, ser más efectivo que el PEPP-PT, pero a largo plazo más intrusivo, ya que abriría la puerta de los dispositivos. Nuevamente nos encontramos con la disyuntiva entre privacidad y seguridad sanitaria y en especial en qué pasará con nuestros datos y el rastreo de nuestro móviles cuando pase la emergencia sanitaria y el virus esté controlado.
Y mientras Europa se pone de acuerdo, Apple y Google han avanzado a pasos agigantados hacia su propia aplicación de rastreo que ya este mismo mes de mayo pondrán a disposición de los Gobiernos del mundo. Este lunes presentaron una demostración de cómo sería esta aplicación demostrando que tecnológicamente están más cerca que los proyectos europeos que todavía deciden la filosofía y el nivel de intromisión de sus proyectos
El lunes se publicaron las normas que se tendrán que seguir para poder las notificaciones de exposición al Covid-19; unas reglas que son más duras de lo habitual para crear una app para iPhone o Android, ya que las consecuencias que puede tener para la privacidad el mal uso del rastreo son mucho mayores.
La aplicación y sus notificaciones no mostrarán quién ha dado positivo por Covid-19, pero sí que indicará cuándo estuvimos en contacto con esa persona; hay que tener en cuenta que puede ser alguien con quien estemos todo el día, o un completo desconocido que estuvo a nuestro lado en el bus. Como explica Omicrono, el sistema permitirá activar alertas, la localización con Bluetooth y compartir datos con los servicios sanitarios. Todo de manera voluntaria.
Comisión Europea
No obstante, las recientes dudas sobre la privacidad de Apple y Google es un hándicap para los gobiernos europeos que recelan que empresas estadounidenses tengan acceso directo -mediante sus aplicaciones- a datos sanitarios y de localización de un buen número de ciudadanos europeos.
¿Y qué dice la Comisión Europea? Las autoridades comunitarias publicaron hace veinte días una guía práctica que estableció los requisitos que tendrán que cumplir las aplicaciones de rastreo del Covid-19. En primer lugar, deben ser aprobadas por las autoridades sanitarias de los Estados miembros y respetar plenamente las reglas de la UE en materia de privacidad y protección de datos.
Su instalación tiene que ser voluntaria y deberán desmantelarse desde el momento en que ya no resulten necesarias. Las aplicaciones se basarán en las soluciones tecnológicas con más garantías en materia de privacidad. Bruselas apuesta por la tecnología de proximidad Bluetooth, de manera que no sea necesario hacer un seguimiento por geolocalización de las personas.
Las apps para rastrear el coronavirus tienen que funcionar con datos anonimizados: pueden alertar a los usuarios que hayan estado cerca de una persona infectada durante un determinado periodo para que se hagan la prueba o se aíslen, pero sin revelar la identidad del infectado. Finalmente, la Comisión reclama que las aplicaciones sean interoperables en toda la UE para que los ciudadanos estén protegidos incluso cuando crucen fronteras.
Del mismo modo, el mismo día del lanzamiento de esta guía, el comisario responsable de Mercado Interior, Thierry Breton, se puso en contacto por videoconferencia con el consejero delegado de Google, Sundar Pichai, para dejarle claro que el desarrollo y la interoperabilidad de este tipo de aplicaciones "deben respetar plenamente nuestros valores y la privacidad".
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