Fitch no lo ve claro. No termina de ver claro el rating tan alto que le da a España, de BBB+, teniendo en cuenta la abultada deuda del Estado, que casi alcanza el 100% del PIB. La agencia reconoce que los países a los que otorga una calificación de BBB tienen, de media, la mitad de deuda. En este contexto, un escenario de incertidumbre política pone nerviosa a la empresa de calificación, por lo que ha decidido publicar una nota en la que advierte del “aumento del riesgo fiscal”. La alerta de la agencia es clara y concisa: “Si el resultado es un gobierno débil o un gobierno que esté sostenido en partidos radicales, la consecuencia puede ser un retroceso en las reformas adoptadas o un debilitamiento del ajuste fiscal”.
Fitch ha publicado esta nota con el mercado español ya cerrado, por lo que está por ver cuál es el impacto que tiene sobre la opinión de los inversores extranjeros en la apertura de mañana.
La agencia apunta que la recuperación de la economía española que le permitió mejorar el rating del país en 2014 se debe a “factores cíclicos” y no a elementos estructurales de fortaleza en el país. Cuestiones como el descenso de los tipos de interés, la caída del euro o el desplome del petróleo ayudan a España, pero estos factores son externos a España, por lo que podrían revertir y empezar a perjudicar a la economía doméstica y, por extensión, al riesgo crediticio del país.
Lo que pide la agencia es que España mantenga sus reformas estructurales y la reducción del déficit. El Presupuesto para 2016 ya está aprobado, por lo que Fitch indica que “la incertidumbre en el corto plazo es limitada”, pero advierte que un periodo largo de incertidumbre política puede “dañar la confianza económica y revertir las buenas dinámicas macroeconómicas y fiscales”.
Los fríos números
Fitch mira el espectro político y le entran las dudas. ¿Cómo mantener un ‘rating’ de BBB+ a un país con tanta deuda y con incertidumbre política? Los números son fríos y las posibilidades de que ocurra un bloqueo institucional son altas: la agencia reconoce que unas “elecciones anticipadas en el próximo año son una posibilidad”.
Además, la agencia de rating apunta a otro reto que tendrá que afrontar el nuevo ejecutivo: la declaración de soberanía de Cataluña. La diferente visión de los partidos políticos respecto al desafío catalán supone una “significativa incertidumbre política”, remarca Fitch. El reto, apunta, será encontrar acuerdos que sean “mutuamente aceptables” entre Madrid y Barcelona.