Su influencia sobre los mercados es un secreto a voces. Los mercados creen en él y por eso es capaz de apagar incendios financieros como el que se vive actualmente. No es comparable al de julio 2012 -cuando el euro iba camino de romperse-, pero en estas tres semanas de 2016 se ha pasado de la preocupación, al miedo y al pánico en una bola de nieve que amenaza con llegar a la economía real.
De nuevo, como ya hiciera en octubre, Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), ha vuelto a ejercer de bombero con los mercados sin tomar ninguna decisión, sólo con sus palabras. El arranque de 2016 no había dejado títere con cabeza. Desde la Bolsa -con caídas del 10% al 20% en los principales índices- o el petróleo, que baja más del 20%. Pero este jueves era el día de Draghi y no decepcionó. El italiano ha dibujado este jueves el escenario para el próximo movimiento del BCE. Será en marzo cuando decida si mueve los tipos e incrementa el nivel de compras mensuales de deuda por encima de los 60.000 millones al mes.
La retórica de Draghi
Una vez más, el responsable del BCE manejó como nadie las palabras y el sesgo del lenguaje. Volvió a tirar de retórica y de la crebilidad que se ha ganado en los cuatro últimos años. Si los inversores demandaban contundencia, la tuvieron. Del anterior mensaje (“estamos abiertos a utilizar todas las herramientas que nos da nuestro mandato si es necesario”) al nuevo ("revisaremos nuestra política monetaria") hay paso a la acción que hizo reaccionar inmediatamente a los mercados. Es el misterioso lenguaje de los banqueros centrales que, a veces, consiste en hacerse entender sin decir nada concreto.
Bolsas y petróleo reaccionaron fuertes alzas. En el caso del Ibex 35, la referencia española, el jueves fue su mejor día del año (+1,97%) después de vivir su peor racha en años. Para el petróleo, según la cotización del Brent, fue la mejor sesión desde agosto pasado con un alza próxima al 7%. Detrás estuvo la voz de Draghi, que enmendó el error de la última reunión del BCE. Fue el pasado tres de diciembre cuando se torció el camino de los mercados: la Bolsa española se ha despeñado un 17% desde entonces y el crudo, otro 37%.
Ahora el fantasma de la deflación está más presente que nunca en sus reuniones debido al desplome de los precios energéticos y el BCE tiene más dificultades para lograr su objetivo de mantener “las expectativas de inflación en el medio plazo cerca, pero por debajo del 2%”, su objetivo fundacional.
Draghi se enfrenta a un serio problema, ya que mientras los IPCs siguen a la baja, los subyacentes -que excluyen alimentos frescos y energía- están cerca de la barrera de estabilidad. Por eso para el BCE es todo un dilema adoptar nuevos estímulos monetarios, ya que puede acelerar un proceso de tensión de precios que luego tendrá que revertir eliminando estímulos. De ahí su máxima prudencia en cada palabra.
Flores para China... y España
Draghi tuvo el jueves buenas palabras para nuestro país, al que calificó como uno de los ‘alumnos aventajados’ en adoptar las recetas de Bruselas y Fráncfort. “Creo que España es uno de los países que ha tenido más éxito con sus reformas estructurales", dijo. No se pronunció en cambio sobre el panorama de fragmentación política que han dejado las últimas elecciones generales del pasado 20 de diciembre. Draghi, por mandato, no puede realizar apreciaciones políticas salvo en lo relativo a la economía.
El italiano pidió más esfuerzos a los políticos. Draghi da cuatro recetas que en su opinión son clave para apuntalar el crecimiento en la región. En primer lugar, recortar los impuestos; en segundo, realizar un mayor control del presupuesto para evitar que se prolonguen los déficit fiscales; tercero, aprobar “en la medida de lo posible” inversiones públicas que generen altos retornos y, por último, adoptar reformas estructurales que eleven el potencial de crecimiento.
También se pronunció sobre China, uno de los mayores riesgos que tiene la economía mundial. Inesperadamente, Draghi elogió a sus homólogos en el Banco Popular de China, después de las últimas actuaciones sobre el yuan o inyectando liquidez al sistema financiero por la tensión que vive el país.
“Las autoridades chinas tienen la reputación de actuar con responsabilidad y en las últimas semanas están tomando el control”, dijo y señaló que “la desaceleración gradual que está en línea con las expectativas de la entidad”. Esto significa que esperan un cambio de modelo ordenado en el país, pero en ningún caso un desplome brusco de su economía. Además, ha advertido que la entidad está monitorizando las salidas de capitales de China de forma constante para analizar su impacto en Europa.
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