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Mercados

Ser ministro de Economía para los ciudadanos

Creo que debe existir algo entre el riguroso perfil técnico y el populismo demagogo de oferta y promesa diaria. De Guindos pasó los trastos a Román Escolano el pasado viernes y se destacó el continuismo en el Ministerio de Economía. Y Escolano no defraudó: se olvidó de los ciudadanos en su toma de posesión de la cartera.

12 marzo, 2018 13:00

De Guindos se ha despedido del Ministerio de Economía después de seis años, con sus luces y sus sombras. El fuerte crecimiento de la economía española tras una de las peores ¿si no la peor- crisis de la época contemporánea le avalan con el apoyo tardío pero decisivo del Banco Central Europeo (BCE).

De Guindos, que se encontró en 2012 un panorama muy complicado, se olvidó desde un principio de las necesidades de los ciudadanos y solo al final intentó dar alguna respuesta social con medidas encaminadas a suavizar los desahucios de vivienda. Tanto él como Rajoy han intentado justificar su falta de sensibilidad en la complicadísima situación en la que se vieron con España a punto de la intervención total por parte de Europa. Pero a mí me suena más a pretexto y es indicativo de poca imaginación y recursos para encauzar los problemas.

Tal vez las exigencias a la banca o el alentar el clima contra las entidades financieras sean otro de los méritos de De Guindos para intentar conectar con la gente de a pie. Levantó el escándalo de las "tarjetas black" a través de Goirigolzarri. Pero creo que, al final, esos réditos de imagen ¿antibancaria¿ se los han cobrado otros y no han quedado como señal de este ministro que ahora es más recordado por una resolución del Banco Popular ¿la primera en Europa- llena de lagunas y escasa de información.

No sería muy justo hacer un balance de Román Escolano con las declaraciones de su toma de posesión en el Ministerio de Economía, acompañado de medio Gobierno popular. En línea con su antecesor Luis De Guindos, el nuevo ministro dio muestras de ser un técnico que hablaba para el mundo europeo y la empresa, y no para los ciudadanos.

Se refirió a sus tres objetivos como la estabilidad presupuestaria, las reformas (sin concretar ninguna) y la apertura de la economía al exterior. Conceptos etéreos, principios fundamentales, que no llegan de ninguna manera al ciudadano normal y corriente preocupado por su salario, la desigualdad, el precio de la vivienda y perplejo porque la mejora económica tarde en trasladarse a su bolsillo.

Únicamente, Román Escolano se detuvo en que el Ministerio de Economía debe acompañar a la internacionalización de la empresa española y en reforzar nuestra presencia institucional en el seno de la Unión Europea. Su mensaje más cercano fue el de indicar que la coyuntura política española e internacional es complicada.

Román Escolano tiene ¿en principio- dos años para mandar un mensaje más cercano a la gente que administra y trabajar decididamente por su bienestar sin que ello suponga dar lo que no se puede. Está bien tener un experto, un técnico que sepa lo que hace y cómo funciona todo el complicado reparto de poder europeo, pero que no se olvide de para quién son todos esos esfuerzos y conocimientos.