Los inversores están demasiado ocupados con la cobertura de sus carteras ante una eventual recesión como para ponerse a penalizar ‘profit warning’. Al menos así lo parece después de observar que las cotizadas del S&P 500 que han recortado sus previsiones de negocio más inmediatas se han comportado mejor que nunca en los últimos cuatro años.
En tiempo de descuento para cerrar el primer trimestre del año, un 73% de las compañías del S&P 500 que habían presentado previsiones de beneficios por acción para este periodo las han recortado. Sin embargo, lo curioso es que han respondido al alza a este mal trago. Y, más curioso todavía, es que el trimestre anterior, cuando los primeros síntomas de ralentización económica global comenzaban a cobrar fuerza, ya ocurrió algo parecido, según destaca la consultora especializada FactSet.
Hasta estas alturas del mes de marzo, las 77 cotizadas del S&P 500 que han metido la tijera a sus estimaciones se han apuntado alzas medias del 0,8% en los días inmediatamente posteriores al antipático anuncio. La media de los últimos cinco años para estas circunstancias arroja caídas del 0,5% para la cotización de sus protagonistas, un golpe no muy duro pero que indica que el mercado penaliza los ‘profit warning’ tan pronto como se producen.
"El miedo a la recesión coloca la cobertura de las posiciones en cartera en el primer lugar y las compras y ventas masivas sin entrar al detalle de cada compañía son las que dominan el mercado"
Los analistas consultados sobre esta divergencia apuntan con rotundidad al fantasma de la curva invertida, cuyo dibujo ha precedido las últimas siete recesiones de la economía estadounidense. En este sentido, los expertos explican que el mayor afán de inversores y gestores suele ser cubrir carteras, de modo que los movimientos de cartera se dan en bloque sobre sectores o geografías, sin entrar a analizar en destalle la situación de cada cotizada.
Estos movimientos masivos se han repetido en los últimos meses y son los que parecen haber puesto a salvo de sus propios pronósticos a las cotizadas de Wall Street. En este sentido, desde el mercado también se explica que en algunos casos el consenso se había situado ya muy pesimista con respecto a algunas compañías, de manera que, si el recorte propinado por la gerencia de las propias empresas quedaba por encima de las proyecciones más agoreras, llega un argumento más a favor del atípico resultado alcista en los precios.
Este escenario ha sido bastante común en los últimos meses, dados los indicios de frenazo económico y la abundante proliferación de ‘profit warning’ que hacían pensar que lo peor estaba aún por desvelarse en muchas compañías. En este sentido, cabe señalar que solo un 5,6% de las cotizadas del S&P 500 que habían publicado previsiones para el primer trimestre del año vaticinaba una mejora de sus cifras.
La cifra anterior gana relevancia si se considera que las 77 compañías que han rebajado sus estimaciones iniciales para el arranque del año fiscal son un 4,3% más que lo que marca la media del índice en los últimos cinco años. De entre este poco más de un centenar de compañías, un 60% engordó su cotización en los dos días siguientes al anuncio.
El ejemplo más significativo es el de Hanesbrands, una minorista textil que después de haber recortado su previsión de beneficios trimestrales de 0,28 hasta 0,25 dólares por acción repuntó nada menos que un 17,9% en dos sesiones. Aunque ha perdido parte de ese rebote, aún hoy sigue cotizando por encima de los 15,60 dólares que marcaba antes de reconocer la desviación de sus cifras. El consenso de analistas sigue otorgando un potencial alcista del 12% a una compañía que sube más de un 30% desde que empezó el año.
NO ES LA PRIMERA VEZ
Los expertos de FactSet ponen especialmente el acento en el hecho de que esta disparidad entre las cifras de negocio y las cotizaciones ya se produjo al cierre del cuarto trimestre del año pasado. Entonces, sí que las compañías que presentaron cuentas por debajo de las estimaciones sufrieron castigo, pero solo de un 0,7% de media, lo que supuso su menor correctivo desde 2009. Muchas de aquellas compañías han repetido hazaña, pues lo habitual es que las sociedades que publican previsiones lo hagan a la par que dan a conocer el balance cerrado del trimestre inmediatamente anterior.
Sin embargo, incluso en la última temporada de resultados hubo castigo para las que incumplieron sus previsiones, por muy débil que fuese aquella penalización. Lo que viene ocurriendo en este arranque de 2019 es más extraño, pues solo ha ocurrido en ocho de la última veintena de trimestres. Mientras tanto, la caída en la rentabilidad del bono a diez años del Tesoro de EEUU sigue acaparando toda la atención de los inversores