Los rebrotes de coronavirus no dejan de poblar el mapa. Mientras tanto, el descalabro bursátil de Meliá Hotels no deja de levantar pasiones. Aunque con intenciones muy distintas entre sí. Las apuestas bajistas no dejan de engordar mientras que se mantiene y hasta refuerza como componente imprescindible de los fondos con foco en la bolsa española.
A lo largo de la última semana, la presión de los cortos sobre Meliá Hotels, punta de lanza del penalizado sector turístico español, se ha incrementado en un 198%. Casi se ha triplicado. De solo un ‘hedge fund’ apostando por caídas más profundas para el valor, hasta tres. De solo un 0,61% del capital de la hotelera en manos de los bajistas, hasta un 1,82%.
El primero en volver al ataque en una cotizada que pierde un 55% de su capitalización bursátil desde que empezó el año fue Marshall Wace, un habitual de las posiciones cortas en la bolsa española. Actualmente, su posición abarca un 0,81% de las acciones del grupo hotelero tras dos incrementos de cartera.
Asedio bajista
En segundo lugar, los también británicos de Systematica Investments asaltaron el valor haciéndose con un 0,5% de su capital. Y, como no hay dos sin tres, los de Citadel Advisors acaban de retomar su apuesta contra la compañía apenas 18 días después de haberla aflojado. De momento, controlan en posiciones cortas un 0,51% de las acciones de la española.
Mientras esta carrera bajista se produce, los gestores que más fuerte apuestan por la compañía se mantienen en sus trece. A pesar de que Meliá Hotels es ya la compañía que menos pondera en el Ibex 35 -apenas marca un 0,4% de la evolución del índice-, la confianza en su recuperación y el convencimiento de que el castigo acumulado por su cotización es excesivo, la mantiene como apuesta imprescindible en muchos fondos de inversión focalizados en bolsa española.
La confianza de Paramés
Entre estos, los que más ahínco ponen en el discurso son los ‘value’. Los últimos datos remitidos por las gestoras a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) confirman esta insistencia, que según ha podido saber Invertia se mantiene prácticamente intacta. Al frente de ellos, Francisco García Paramés, que ya advirtió de que esta crisis no era momento para hacer mudanza hacia valores donde no se hubiera invertido antes.
La última comunicación al supervisor del Cobas Iberia, el fondo doméstico de la gestora de Paramés, es tajante. En los últimos meses ha destinado parte del efectivo conseguido con la venta de acciones de banca a la compra de más títulos de Meliá Hotels, entre otras compañías. Y es que, en su opinión, gozan de “mayor visibilidad” y son “más tangibles”.
Después de recordar que solo los activos inmobiliarios de la compañía serían suficientes para justificar un precio de 16 euros por acción, Paramés comenta que la capacidad de resistencia de su balance es “mucho más de lo que razonablemente cabe esperar”. Tanto que concluye que, “incluso en un escenario de paralización de un año, el potencial de revalorización sería bastante más que el doble”.
Desde Azvalor explican que la caída de peso de la hotelera en su fondo ibérico -del 5,04% al 3,81%- no se debe a ningún cambio de opinión sino que es simplemente consecuencia de la pérdida de valor de su inversión en la compañía.
Potencial alcista a la baja
Los de Horos defienden que Meliá está lejos de “presentar riesgos inasumibles de liquidez”, aunque sí descuentan una posible pérdida de “potencial relativo” que se ha traducido en una reducción de pesos del 7,61% al 5,94% en su Value Iberia. No obstante, insisten en que “sigue arrojando un elevado potencial de revalorización y mantienen una situación financiera que le debiera proteger frente a este complicado entorno”.
Esta opinión coincide con la que mantiene el grueso de los analistas que sigue la evolución bursátil y de negocio de la hotelera. Incluso en la difícil situación a la que se enfrenta tanto la cotizada como el conjunto de su sector, le dibujan un potencial alcista del 34%, hasta los 4,69 euros por acción en los que fijan su precio objetivo de consenso, según datos extraídos de Refinitiv.
Sin embargo, la crisis pesa en este sentimiento inversor, que se ha venido deteriorando desde el estallido mundial de la epidemia. Así, ya son más los analistas que recomiendan vender (7) que los que aconsejan comprar (6), mientras que aquellos que se decantan por mantener (9) a la espera de acontecimientos se mantienen como mayoría.
En este punto, hay que señalar que hace solo un mes, cuando los rebrotes eran anecdóticos y podían señalarse perfectamente en un mapa, el precio objetivo de consenso para la hotelera alcanzaba los 5,17 euros por acción.
Y no solo eso, sino que esta cota se traducía en un potencial del 43% sobre su cotización por aquel entonces. Si la vista se echa atrás hasta finales de marzo, los números son de 8,3 euros por título, un 112,8% de cancha alcista y solo tres consejos de venta frente a 12 de compra.
Un balance resistente
En cualquier caso, establecer paralelismos con la evolución bursátil de 2008 parece inútil. Aquella crisis tenía un origen y unas implicaciones muy distintas a las de ahora, además de que el sector turístico ha pasado de ver las bombas desde lejos a estar en primera línea de fuego. En el caso de Meliá, también hay diferencias a su favor.
Algunas de estas fortalezas son: menos deuda (2,6 veces Ebitda frente a 4 veces), más diversificación (acaba de abrir dos hoteles de alta gama en la China de la recuperación económica) y más ventas directas que dejan un mayor margen (30% frente al 5% de hace una década). En definitiva, una posición más resiliente que podría terminar por dar la razón a las dos estrategias de inversión aparentemente antagónicas que refuerzan apuestas por la hotelera.
Uno de los gestores que apuesta por la compañía lo explica: “Un mayor retroceso puntual no es descartable, pero su salud financiera sí que augura una recuperación más sólida que para muchos de sus rivales”. El tiempo, sobre todo el que se tarde en poner freno médico a la pandemia, será el que tenga la última palabra sobre la evolución más inmediata de la compañía capitaneada por los Escarrer.