El coronavirus sigue azotando las carteras de los pequeños inversores. A pesar de que la volatilidad va amainando, el volumen de negociación de las cotizadas españolas que se queda fuera del alcance de estos minoritarios sigue creciendo. Y tanto que acaba de marcar otro máximo histórico.
Nada menos que un 47,9% de los volúmenes movilizados en operaciones sobre acciones del Ibex 35 y el resto de cotizadas de la bolsa española se produjo en plataformas distintas de los centros de negociación oficiales en octubre. Eso supone que casi la mitad de la operativa sobre estos valores tuvo lugar al margen del mercado que concentra la operativa de los inversores de perfil más modesto.
La cifra, que avanza con respecto a los máximos cosechados ya al cierre del tercer trimestre, la aporta la nota de estabilidad financiera de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) referida al décimo mes del año. El documento, que ha visto la luz en los últimos días, señala que “la cuota de mercado de BME se situó en un nuevo mínimo histórico del 52,1% de la negociación sometida a reglas de mercado”.
Volatilidad a la baja
Este enésimo incremento es llamativo, porque ya no existen argumentos para apuntar a la volatilidad como causa de esta deslocalización, como el supervisor había hecho en anteriores ediciones de esta nota concebida con el objetivo de ser el gran termómetro de los mercados españoles. En este sentido, la CNMV señala esta vez que se ha dado “un contexto de cierta normalización de la volatilidad”.
A pesar de esta tranquilidad relativa de la bolsa española, el peso de las operaciones más voluminosas y especulativas ha vuelto a ser determinante. En contra de las prácticas más conservadoras de los inversores minoristas, estos movimientos suelen darse con más frecuencia entre inversores institucionales y foráneos, que por prestaciones para ello o simple proximidad geográfica suelen preferir otras plataformas ajenas al mercado oficial español.
Caída de volúmenes
Y es que, aunque los volúmenes manejados por los internalizadores sistemáticos, cuya operativa no está sujeta a reglas de mercado, se mantuvo en “una proporción cercana al 15%”, la contratación media en el Mercado Continuo descendió hasta su nivel “más bajo de los últimos años”. Más concretamente, según recoge la nota elaborada por la CNMV, hasta los 1.253 millones de euros diarios en octubre, un 38% menos que hace un año.
Los números ofrecidos por BME, la sociedad rectora de los mercados oficiales españoles y ahora filial del grupo suizo Six, mostraron un retroceso aún mayor al comenzar noviembre. Su recuento apuntaba hacia 27.977,3 millones de euros en el segmento de renta variable. Esto es, 1.271,7 millones por día hábil, pero un 40,4% menos que en octubre de 2019, según la comparativa realizada por la propia compañía de bolsas.
Con estas cifras encima de la mesa, el organismo presidido aún por Sebastián Albella concluye que “la fragmentación de la contratación de acciones españolas volvió a intensificarse” en octubre. Una afirmación que choca con la que realizó poco antes del estallido de la pandemia, cuando aseguró que la fuga de volúmenes “podría haber alcanzado techo”.
Esta previsión, como tantas otras, parece haber saltado por los aires con la irrupción del coronavirus y las nuevas dinámicas que ha impuesto en los mercados. En este sentido, en febrero de este mismo año, justo antes de que la epidemia traspasase con fuerza las fronteras de Europa, los mercados oficiales conseguían una cuota cercana al 60% del volumen total, porcentajes no vistos desde el tercer trimestre de 2018.
Penalización
Sin embargo, a pesar de este factor negativo para los inversores más modestos sobre acciones españolas, el estudio del supervisor señala que la liquidez del Ibex 35 “que se había deteriorado de modo significativo en la primera mitad del año […] ha ido mejorando”. Medida por la horquilla entre posiciones de compra y venta, el descenso de la volatilidad y el fin del veto a la formulación de posiciones cortas son para la institución el motor de la remontada.
Esta recuperación, no obstante, ha llegado con menos fuerza al mercado oficial. Así, la penalización para el inversor minorista no tiene tanto que ver con una eventual falta de liquidez, sino en que la creciente influencia que las operaciones celebradas fuera de su alcance tienen sobre el mercado en el que ellos operan.
Una circunstancia que tiene especial incidencia en la formación de precios y la posible evolución del sentimiento de mercado -recomendaciones de analistas incluidas- hacia un valor concreto.