La irrupción de la pandemia de la Covid-19 ha alterado muchos aspectos hasta hace poco incuestionables de la antigua normalidad. Un vuelco que también ha llegado -y parece que para una larga temporada- al mundo de la inversión. El impacto de la crisis sanitaria en la economía y los mercados ha provocado que la clásica cartera 60/40 haya perdido su tradicional potencial.
El sistema de inversión más tradicional para perfiles de riesgo moderado se queda sin su toque. Repartir un 60% de la cartera en renta variable y destinar el 40% a renta fija no reportará en una temporada los rendimientos a los que sus seguidores se habían acostumbrado. Y, según advierten varias casas de inversión en sus informes de estrategia para este 2021, tampoco resultará tan segura como se había venido asumiendo desde hace décadas.
Una de las casas más contundentes al señalar la necesidad de que los inversores se olviden de este esquema de inversión si quieren conseguir rentabilidad para sus carteras JP Morgan. En un reciente informe de estrategia sus analistas señalaban sin rodeos que “se espera que, durante la próxima década, una cartera con la asignación tradicional de renta variable y renta fija 60/40 del mercado europeo proporcione una rentabilidad de solo un 3,7% anual aproximadamente”.
Adiós al viejo 10%
No se trata, pues, de una advertencia puntual para este año en el que la recuperación económica se está haciendo esperar más de lo previsto en algunas geografías. Es más bien una alerta de que los antiguos paradigmas han cambiado a consecuencia de las nuevas dinámicas impuestas por la pandemia y las nuevas condiciones macroeconómicas derivadas del aluvión de estímulos desplegados por los grandes.
Los cálculos coinciden con los que hace solo unas semanas dieron a conocer los responsables de A&G Banca Privada, que en su presentación de perspectivas para este año señalaron que el rendimiento medio anual del 10% que esta cartera clásica venía arrojando desde 1983 ya es cosa del pasado. “Rentará por debajo del 4% en los próximos años”, llegó a advertir el director de inversiones de la casa, Diego Fernández Elices.
En lo poco que va de este 2021, los bandazos en las bolsas -especialmente en las europeas- siguen a la orden del día, aunque en su mayoría dentro de rangos laterales bien marcados. Mientras tanto, los bonos corporativos y soberanos siguen marcando precios tan elevados -y por tanto rentabilidades tan bajas- que ofrecen un escasísimo potencial de revalorización y un pobre aporte de rentabilidad que lleva al grueso de la industria a desaconsejar la entrada en renta fija más allá de títulos muy concretos.
Desde los despachos de BNP Paribas, su división de banca privada insistía hace solo unas semanas en la misma advertencia al aconsejar a sus clientes optar por “una nueva diversificación de cartera”. Y no de soslayo, sino como uno de los diez ejes vertebrales en los que fundamenta las estrategias de inversión con vistas a este 2021. Y el tiempo que todavía seguirá restando hasta el regreso a una economía y unos mercados con características más similares a las previas al estallido de la pandemia.
Una nueva diversificación
“Los rendimientos de los bonos están ahora tan bajos que cada vez pierden más su papel de amortiguador cuando caen los mercados de renta variable”, señala la hoja de ruta de BNP Paribas Wealth Management sobre la que hasta la llegada del virus de Wuhan se había considerado la cartera “óptima” para inversores de perfil defensivo-moderado. En su lugar, prescriben “activos diversificadores que guardan escasa o ninguna correlación” con las bolsas.
Es una receta con la que coinciden el grueso de firmas que han venido advirtiendo en las últimas semanas de los inconvenientes de la histórica 60/40. “Lo más acertado es que los inversores mantengan una exposición flexible a la renta fija, pero que la complementen con estrategias de fondos macro, inmobiliarios y de infraestructuras” señalan en la conclusión de su informe de estrategias los gestores de JP Morgan.
Añadir riesgo en bolsa
Dentro de este mismo discurso, llaman la atención sobre el incremento de peso en bolsa por el que muchos gestores e inversores están apostando para compensar la falta de rendimientos en renta fija. Una situación que se encarna en multitud de ejemplos conocidos en las últimas semanas.
Uno de los más claros es el máximo histórico de posiciones en renta variable con el que han arrancado este año los planes de pensiones españoles. Otro testigo lo aporta el insólito 25% de gestores que reconocen que sus carteras cuentan ahora con más posiciones de riesgo de lo que históricamente han venido acostumbrando.
En episodios pasados de crisis “la correlación negativa entre las acciones y los bonos era el mayor regalo para los inversores”, señalan desde el banco estadounidense de inversión. Sin embargo, esta vez el escaso -incluso nulo- margen de maniobra que tenían los bancos centrales para recortar tipos ha anulado “completamente” las bondades de la cartera 60/40, apunta Alberto Roldán, socio de Divacons-Alphavalue.