El toro al embestir ataca de abajo hacia arriba, representando el movimiento alcista de los mercados con el que se asocia y el zarpazo de los osos es inverso, de arriba hacia abajo. Sin embargo, esta no es la única explicación al origen de los toros y los osos en la bolsa.
Una de ellas nos lleva al siglo XVIII, cuando el director de la compañía holandesa de las Indias Occidentales construyó un muro al sur de la isla Manhattan al fundar Nueva York. El objetivo de ese “wall” era proteger a las personas de los osos, mientras a la vez retenía al ganado (entre ellos toros).
Con el paso de los años, el muro cayó y en su lugar encontramos hoy “La Calle del Muro” (Wall Street), donde osos y toros se “mezclaron”.
Es diferente ser oso que toro en los mercados, estadísticamente la bolsa sube durante más tiempo que baja: la mayoría de los fondos de inversión e inversores institucionales compran con lo que lo habitual es que haya más interés comprador continuado.
La presencia del fuerte interés vendedor –generalmente motivada por el pánico- dura menos tiempo. Si se hace day trading hay pocas diferencias entre ser toro u oso en bolsa pero en cuanto se amplía el plazo es más arriesgado.
Incluso en costes, mantener una posición corta suele ser más caro. Por eso cuando un valor muestra una clara tendencia bajista en seguida los especuladores a corto van a por é ya que, no hay demasiados casos así.
Y ocurre que cuando un toro se equivoca muchas veces no ejecuta un stop de pérdidas y mantiene la posición pero cuando un oso lo hace, sí que llega un momento que debe cerrar sus cortos, siendo él con esas compras obligadas (para cortar pérdidas) el que puede dar por finalizada la tendencia bajista de un valor determinado.
No es lo mismo índices que acciones
Es un poco tramposo hablar de los índices en el plazo largo, entre otras cosas porque cada cierto tiempo van variando sus componentes y siempre para mejor ya que los valores que salen son los de peor comportamiento (Terra, Prisa, Popular… en el caso del Ibex) que son sustituidos por los de mejor, lo que ayuda a mantener la “revalorización media” eliminando a los menos rentables.
Con diferentes componentes y distintos pesos en el índice, ¿es correcto comparar el Ibex del 2000 donde dominaba Telefónica y cotizaba Terra con el del 2021? Esto se hace patente incluso en el Dow Jones Industrial, el índice más famoso del mundo, y eso que sus miembros suelen variar muy poco.
Es por eso que es más fácil, fuera del cortísimo plazo, ser oso en acciones que en índices. Los índices siempre tienden a subir, y hay muy pocos ejemplos mundiales de índices que no se hayan comportado así, y sin embargo hay numerosas acciones que mantienen una tendencia bajista durante años.
El huevo de Kostolany
Según el inversor húngaro Kostolany, se pueden distinguir tres fases alcistas:
-En la primera fase alcista todavía se está corrigiendo el pesimismo anterior, y hay pocos accionistas que entran en el mercado.
-En la segunda fase alcista, los beneficios empresariales comienzan a crecer, y entra ya un mayor volumen de inversores.
-En la tercera fase alcista, se produce la euforia bursátil, con lo cual, según él, es momento de salir.
Identificar en qué fase estamos puede darnos el principal argumento para ser toro, para apostar a subidas. Si miramos lo que ha pasado en 2020 y 2021, podríamos equiparar como una primera fase, si miramos Wall Street, el primer gran rebote de la primavera de 2020, que pocos creyeron. Y ahora podemos tener la duda de su seguimos en la fase dos o ya hemos llegado a la tres.
Siguiendo con Kostolany, él distingue tres fases bajistas:
-una en la que el mercado comienza a caer, y los inversores buscan justificarse (no pasa nada, soy un inversor a largo plazo), pero comienzan a sentir miedo.
-otra fase, en la que el pánico domina, y en la que muchos inversores se rinden y deshacen posiciones, aún perdiendo mucho dinero ("¿cómo he podido equivocarme así?").
-Y otra, en la que la situación mejora, y los inversores vuelven a comprar.
Hasta que el optimismo y la excitación se desatan, llegando a la euforia ("¿la subida va a continuar indefinidamente? ¡Soy un genio!"). Esta derivaría en una estructura circular (también conocida como el huevo de Kostolany), en la que todo mercado bajista acaba en uno alcista y viceversa.
Al contrario que la mayoría, Kostolany prefiere comprar cuando todos huyen y vender cuando reina la excitación y la euforia. Lo cierto es que si bien sus palabras encierran una gran sabiduría, lo complicado de todo esto es identificar en qué fase estamos. Y eso no es nada fácil.
En teoría estamos en una de las partes del año más alcistas y lo normal por estacionalidad estadística sería ser toro pero ya estamos viendo cómo en el Ibex, y más concretamente en alguno de sus valores, noviembre ha sido un mes ideal para ser oso. Es evidente que la batalla entre toros y osos continuará mientras siga existiendo el mercado.