La Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) ha cumplido finalmente con el mercado al dar el pistoletazo de salida a una cadena de subidas de los tipos de interés este año y el próximo.
Una decisión que tiene algunos efectos colaterales para Europa, principalmente a través de un encarecimiento de los precios del petróleo como consecuencia de la apreciación del dólar. Además, la Fed pone con su decisión cierta presión sobre el Banco Central Europeo (BCE) para que replique su movimiento.
Tras meses desde las primeras señales y una confirmación clara a principios de marzo por parte de Jerome Powell, la Fed decidió finalmente el miércoles subir los tipos de interés en 25 puntos básicos, hasta un rango de entre 0,25% y 0,5%, y, lo que es más importante, iniciar una senda que implicará hasta seis incrementos más a lo largo del año. Lo hace para intentar frenar a una inflación desbocada que en febrero se situó ya en el 7,9%, lo que supone la mayor subida en los últimos cuarenta años.
Esta decisión tiene algunas derivadas para la economía de la zona euro, como que hace aún más cara la energía para Europa. No en vano, una subida de los tipos de interés implica una apreciación del dólar (y, consecuentemente, una depreciación del euro frente a esta divisa), que es precisamente la moneda en la que cotiza el petróleo.
Se encarece la energía
Con la revalorización del dólar "las importaciones de Estados Unidos a Europa se encarecen, aunque estos impactos comparados con el de la guerra por la subida de los precios del gas y el petróleo serán de segundo orden", explica a EL ESPAÑOL-Invertia Antoni Cunyat, profesor colaborador de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC.
Según explica, las importaciones en dólares, como las del petróleo, "se hacen más caras" para los países europeos, por lo que la apreciación de la divisa ejerce "una presión añadida sobre la inflación".
El mercado lleva varios meses descontando este inicio del camino de las subidas de tipos de la Fed y el dólar ha vivido un rally durante las últimas semanas. "Se benefició aún más del estado de ánimo de aversión al riesgo. Salvo una desescalada en Ucrania, esto continúa", anticipa Ben Laidler, estratega de mercados globales de la plataforma de inversión en multiactivos de eToro, sobre la evolución de la divisa.
Presión para el BCE
Una segunda derivada del impacto que puede tener esta decisión para Europa es que mete cierta presión al Banco Central Europeo (BCE) para que siga sus pasos, aunque será la evolución de la inflación la que marque el rumbo del emisor del euro.
La principal diferencia en el papel que cada uno puede tomar es que en Estados Unidos la inflación es más alta que en Europa y está "más repartida", es decir, que no se centra únicamente en alimentos y energía.
Además, la guerra va a impactar más en los precios de Europa que en los de Estados Unidos, principalmente debido a su cercanía y su dependencia energética de Rusia, sobre la que se han aplicado numerosas sanciones.
Así lo cree Keith Wade, economista jefe de Schroders, que considera que "la situación del BCE es diferente a la del Banco de Inglaterra o la Fed porque Europa se verá más afectada por el conflicto de Ucrania".
"Son dos animales distintos: a la Fed le importa el crecimiento y al BCE la inflación", explica a este periódico Xavier Brun, director del Máster en Finanzas y Banca de la UPF-BSM, en cuya opinión la Fed puede meter "algo" de presión al supervisor europeo, pero no será el detonante del giro en la política monetaria del organismo que preside Lagarde.
"El BCE ha cambiado su discurso. Ha dicho a los mercados que está preparado para subir los tipos de interés", explica el profesor, que añade que el mensaje será especialmente creíble cuando se conozca el dato de inflación en la zona euro de marzo, que será necesariamente más alto simplemente por la diferencia en los precios del petróleo en comparación con el pasado año.
Diferentes momentos del ciclo
En todo caso, Estados Unidos y la zona euro se encuentran "en diferentes fases" del ciclo económico, como expone Cunyat, profesor de la UOC, por lo que el ritmo de normalización monetaria no puede ser el mismo.
"En febrero la inflación es más alta que en Europa y la economía está tirando más. El riesgo de estanflación en Estados Unidos es menor que en Europa, la Fed tiene más margen para subir los tipos", afirma el profesor, que añade, no obstante, que "sí puede ocurrir que esta senda que ha empezado la Fed pueda inducir a que el BCE mueva ficha para anticipar la subida de los tipos de interés".
Y es que, como explica Enrique Díaz-Álvarez, director de Riegos de Ebury, a este periódico, "la presión sobre el BCE para que cambie de política surge del fuerte aumento de la inflación en la zona euro, más que de la necesidad de seguir necesariamente el ejemplo de la Reserva Federal".
"La inflación en el bloque sigue al rojo vivo, con un nuevo récord en enero. La guerra en Ucrania ha elevado aún más los riesgos para el crecimiento de los precios, en nuestra opinión, y es probable que se produzca una divergencia aún mayor del objetivo del BCE en los próximos meses", añade el experto, que cree que la primera subida de tipos en la zona euro no puede llegar más tarde de septiembre.