España estará sola ante el mercado desde el 1 de julio, momento en el Banco Central Europeo (BCE) dejará de comprar deuda de la eurozona. La propia institución teme que se produzca una "fragmentación", es decir, que el coste de financiación de algunos países europeos se dispare.
Según informaba el Tesoro tras la última subasta realizada, España ya ha completado el 57,6% de las emisiones previstas para todo el ejercicio. El organismo dependiente del Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital, prevé una emisión bruta de deuda de 237.498 millones de euros. Quedan, por tanto, unos 100.700 millones por emitir.
En lo que resta de junio, todavía con el BCE como respaldo, España volverá a los mercados con dos subastas: una de letras a 3 y 9 meses, que tendrá lugar el próximo día 14, y otra de bonos, que se celebrará el día 16.
Sin el BCE
A partir de ahí, España no contará con el apoyo del BCE. Así lo decidió el pasado jueves su Consejo de Gobierno. La institución presidida por Christine Lagarde terminará con las compras netas al amparo de su programa de compra de activos públicos (APP, por sus siglas en inglés) en julio. Un mes en el que también llevará a cabo una subida de tipos de 25 puntos básicos.
La autoridad monetaria europea ya culminó en marzo, tal y como estaba previsto, su programa de compras de emergencia contra la pandemia (PEPP, por sus siglas en inglés), al amparo del cual realizó compras netas de activos por valor de 1,718 billones de euros.
En esta ocasión, el BCE no ha cortado el grifo de manera radical. En los últimos meses ha ido reduciendo el volumen de compras al amparo del APP. En abril adquirió activos por valor de 40.000 millones, mientras que en mayo pasaron a ser 30.000 millones y está previsto que en junio el volumen se reduzca hasta 20.000 millones.
Según datos del Tesoro a cierre del primer trimestre del año, el BCE compró casi 12.000 millones de euros en deuda española durante los tres primeros meses de 2022. La institución es el segundo mayor tenedor de letras y bonos nacionales, al contar con casi 399.000 millones, el 33,75% del total.
Solo es superado por los inversores no residentes -aquellos que permanecen más de 183 días al año fuera del país-, que cuentan con una posición total de más de 504.000 millones. Esta cifra supone un 42,66% de la deuda española en circulación.
Aunque en menores proporciones, los bancos y aseguradoras también poseen una parte importante de la deuda. Los primeros cuentan con el 12,51%, casi 148.000 millones, mientras que en manos de las segundas se encuentra el 7,23% u 85.500 millones. En las carteras de fondos y planes de pensiones hay deuda española por algo más de 27.300 millones o un 2,31%.
Desde hace meses el propio BCE ha venido mostrando su preocupación sobre que se produzca una 'fragmentación' de la deuda soberana europea. El organismo ha hecho referencia en varias ocasiones al riesgo de que se produzca una fuerte divergencia entre los intereses exigidos a los países de la periferia para financiarse frente a los centrales.
Lagarde no anunció ninguna medida específica al respecto en la conferencia de prensa posterior a la reunión del jueves. En su lugar, se limitó a reiterar la narrativa de declaraciones anteriores, en las que ya aseguró que el BCE estaba "comprometido con la prevención de la fragmentación".
Primas de riesgo
Añadió que la institución la supervisaba "constantemente" y que el banco central estaría preparado para "diseñar" y "desplegar" nuevos instrumentos en caso de que fuera necesario.
Mientras Lagarde pronunciaba estas palabras, los rendimientos de los bonos soberanos subieron. Las primas de riesgo -el sobrecoste que los países europeos tienen que pagar respecto a Alemania, considerado el emisor más seguro- se dispararon.
El movimiento se aceleró el viernes, tras conocerse que la inflación en EEUU alcanzó niveles no vistos desde diciembre de 1981. De esta forma, el rendimiento ofrecido por el bono español con vencimiento a 10 años en los mercados secundarios de deuda cerró la semana en el 2,779%, lo que supone su mayor cota desde julio de 2014. El pasado enero rondaba el 0,60%.
La prima de riesgo escaló hasta los 126,3 puntos básicos, siete enteros por encima del nivel fijado el jueves. A comienzo de años, se encontraba por debajo de los 70 puntos básicos.
¿Crisis?
"A pesar de los comentarios más halagüeños y el aumento de los rendimientos, parece que los inversores internacionales están cada vez más preocupados por el riesgo de sufrir otra crisis de la deuda en la Europa periférica", advierten en la gestora Schroders.
"Es pronto, pero con las cruciales elecciones en Italia, España y Grecia el año que viene, el riesgo político puede volver a interferir en la forma en que el BCE debe y puede fijar la política monetaria", subrayan los mismos expertos.
Según aseguró el pasado viernes Nadia Calviño, vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Asuntos Económicos y para la Transformación Digital, el Ejecutivo lleva tiempo preparándose para una subida de los tipos por parte del BCE y para la normalización de su política monetaria.
Calviño, en declaraciones a la 'Televisión de Galicia' recogidas por 'Europa Press', subrayó que el Tesoro ha aprovechado el periodo de tipos de interés favorables para alargar la duración de la deuda y bajar el tipo de interés medio y, por tanto, las condiciones de financiación actuales del país "son más favorables que antes de la pandemia".
Según datos del Tesoro, el coste medio de la deuda española en circulación se encuentra en el 1,59%, con una vida media de 8,11 años. La amplia duración del 'papel', subraya el organismo, "reduce los riesgos de refinanciación".