Las redes sociales son punta de la lanza de la nueva economía digital, pero uno de sus elementos más punteros se les resiste. El universo de las criptomonedas sigue siendo su asignatura pendiente. Al fallido lanzamiento de la libra de Facebook se acaba de sumar el fiasco de Telegram, que ha claudicado completamente ante el supervisor estadounidense en la defensa de su gram.
Después de ocho meses de tira y afloja entre Telegram Group y la Comisión de Bolsa y Valores de EEUU (SEC, por sus siglas en inglés), el pulso se ha resuelto con el desmantelamiento completo del proyecto que la red social de mensajería había ido planeando durante años. Aunque la compañía no ha reconocido los cargos de los que le acusaba el supervisor, ha aceptado todas y cada una de las exigencias.
El pasado marzo, Telegram Group ya había procedido a clausurar formalmente el proyecto Telegram Open Network (TON), encargado del desarrollo colocación y emisión de sus grams. Esta decisión la tomó cuando el Tribunal para el Distrito Sur de Nueva York decidió tomar cartas en el asunto a instancias de la denuncia formulada por la SEC.
Cerrojazo al proyecto
Muy poco después de aquello, la compañía fundada por los hermanos rusos Nikolai y Pavel Durov, procedió a la recolocación del equipo de TON. Finalmente, hace solo unos días ha accedido a cumplir con dos de las exigencias más duras del supervisor americano. La primera, devolver todo el dinero que habían entregado a cambio de sus ‘tokens’ digitales a unos 170 inversores de todo el mundo. La segunda, aceptar la vigilancia directa de la SEC en cualquier intento de regreso a la industria de las criptomonedas o la ‘tokenización’ de activos en los próximos tres años.
En total, la factura asciende a 1.242,5 millones de dólares para Telegram, unos 1.084 millones de euros al cambio de divisas. El grueso de esta partida es la devolución de los 1.224 millones de dólares a los compradores de los malogrados grams. Después, la multa de 18,5 millones acordada por no haber seguido los cauces fijados por la SEC para una oferta inicial de criptomonedas (ICO, por las siglas inglesas con las que la industria conoce estas operaciones).
Con la tutela establecida por la SEC y esta fuerte salida de recursos, no parece muy probable que Telegram esté dispuesta a volver a probar suerte a medio plazo. En este sentido, la compañía había evitado por todos los medios tener que asumir la devolución completa del dinero entregado a cambio de unos 2.900 millones de grams.
Tanto es así que, para contar con recursos para mantener viva esta unidad de negocio, había lanzado una fórmula para devolver en efectivo únicamente un 72% del importe invertido o canjearlo en préstamos participativos a modo de bonos que asegurarían la recepción de hasta un 110% del importe inicialmente invertido. Al final, se ve obligada a sacar los fondos de su caja fuerte de un solo golpe.
Historias diferentes, final parecido
Una historia muy diferente y mucho más accidentada que la de la libra de Facebook, que sin embargo también ha naufragado antes de salir a navegar. Aunque tanto los grams como las libras se planteaban como monedas de cambio dentro de la plataforma, la principal diferencia entre ambos proyectos es que los primeros contemplaban una emisión finita y su negociación en mercados secundarios.
Por su parte, la libra de Facebook se contemplaba como una simple referencia a cambio fijo frente a una cesta de divisas sin entidad propia. Un diseño que la aproximaba más al universo de las monedas digitales que a los ‘tokens’ y criptoactivos. Algo que inicialmente se consideraba que podría dar lugar a un nacimiento menos rodeado de sospechas y pesquisas de los supervisores.
Además, libra no vio la luz como un proyecto aislado de Facebook, sino que contaba con una cohorte de seguidores y entusiastas con trayectorias amplias y reconocidas en el mundo de las finanzas y las comunicaciones. Paypal, Vodafone, Mastercard, Visa, Stripe y eBay fueron algunos de ellos, pero poco a poco fueron abandonando el barco al temer complicaciones regulatorias o conflictos con su negocio base.
Desde entonces, el proyecto ha estado paralizado, aunque sigue en pie. Con la marcha atrás forzosa de Telegram, las redes sociales vuelven a chocar con el objetivo de pegar el salto al creciente negocio de los criptoactivos.
China, al acecho
Un segmento en el que China está reclamando también su parte con el lanzamiento de una red de blockchain propia que pretende dar cabida a proyectos de este tipo y otras aplicaciones de esta tecnología en un momento en el que también está luchando por potenciar el protagonismo de su mercado ChiNext. El parqué tecnológico de Shenzhen está en el foco de Pekín para convertirlo en su Nasdaq local.