La tensión comercial está de vuelta. Y, como de costumbre, se retorno nutre los temores. Uno de los habituales alerta sobre la posibilidad de que China responda a las presiones de EEUU y su presidente, Donald Trump, con una venta masiva de bonos estadounidenses, que para eso es el país del mundo que más tiene, con 1,1 billones de dólares -alrededor de 1 billón de euros-. Ahora bien, aunque recurrente, esta amenaza resulta arriesgada igualmente para Pekín.
Vamos, que toda esa deuda es un 'botón rojo' que el presidente chino, Xi Jinping, tiene a su alcance para replicar a Trump, aunque solo sea para 'asustar' sacando al mercado alguna porción de ese sustancial paquete de bonos, pero pulsarlo de verdad no resulta tan sencillo. Sobre todo, porque puestos a desafiar al mandatario estadounidense, las autoridades chinas cuentan con otra herramienta más directa, más inmediata y tal vez más ofensiva para el republicano: su divisa, el yuan chino.
Desde que tomó posesión oficial de su cargo en la Casa Blanca en enero de 2017, la cuestión cambiaria ha formado parte habitual de la cruzada comercial y económica de Trump. En su punto de mira, dos monedas principalmente: el euro y el yuan. Desde su punto de vista, la Eurozona y China, con la colaboración de las expansivas políticas monetarias de sus respectivos bancos centrales, han mantenido artificialmente bajas sus divisas para sacar réditos comerciales frente a EEUU y el dólar. En el verano de 2018, acusó directamente a ambas regiones de "manipular sus divisas". En ese momento, un dólar compraba 6,77 yuanes.
LIBERTAD... CONDICIONAL
En los meses posteriores, el yuan siguió jugando con la paciencia de Trump. En agosto, en plena convulsión de las divisas emergentes, con los desplomes de la lira turca y el peso argentino como protagonistas, la moneda china cayó hasta los 6,93 yuanes y dos meses después descendió incluso hasta los 6,97 yuanes. Solo a partir de diciembre, y ya con la tregua comercial que EEUU y China se dieron para negociar sus diferencias comerciales, el yuan recuperó terreno y pasó a moverse entre los 6,7 y los 6,8 yuanes por dólar.
"La cifra que hay que observar es la gran muralla psicológica de los 7 yuanes por dólar"
Si fueran 'cosas del mercado', a Trump le podría molestar, pero al fin y al cabo el de divisas es el mercado más líquido, más global y más potente del mundo. Pero el problema es que con el yuan las 'leyes del mercado' no son las que mandan. Al menos, no del todo. Aunque el gigante asiático ha venido ampliando la libertad del yuan desde julio de 2005, cuando decidió levantar el anclaje fijo de 8,277 yuanes que su divisa habia mantenido contra el 'billete verde' durante la década anterior, su evolución no la determinan libremente los inversores, sino que Pekín, mediante su brazo 'armado' del Banco del Pueblo de China -el banco central del país-, tutela la marcha de su divisa y la mantiene en un régimen de 'flotación sucia', con la que deja actuar al mercado, pero dentro de unos límites. Y, sobre todo, dentro de los intereses que convienen a China.
De ahí la incomodidad que los movimientos del yuan provocan en Trump. Porque es inevitable pensar que lo que hace viene determinado por los hilos que manejan las autoridades chinas y eso, con las disputas comerciales de fondo, molesta.
OTRA VEZ CERCA
Esta sospecha vuelve a escena justo ahora que las tensiones comerciales regresan. Antes de que Trump desenterró el hacha de la guerra comercial el 5 de agosto, el yuan se movía entre las 6,70 y los 6,75 unidades por dólar. Llevaba así desde febrero. Ahora, dos semanas después, se cambia a 6,917 yuanes. Es decir, se ha depreciado casi un 3%, una velocidad demasiado alta para lo que suele ser habitual en el cuerpo a cuerpo entre ambas divisas. En cada una de estas dos semanas ha caído más de un 1%, algo que no pasaba desde junio del año pasado. Esto es, desde el comportamiento que llevó a Trump a acusar a China de manipular su divisa.
Y así, con esta recaída, el yuan vuelve a estar cerca de la 'línea roja' de los 7 yuanes, una referencia que, en caso de ser traspasada -no ocurre desde 2008- probaría la paciencia de Trump. Es más, el 'otro yuan', el que se negocia con mayor margen de libertad fuera del mercado chino y que es conocido por las siglas CNH frente a las CNY del manejado en el interior de China, está todavía más cerca de los 7 yuanes, puesto que se cambia a 6,94 yuanes por dólar.
El problema de estos movimientos reside en si representan el comienzo de algo mayor. Es decir, si China acaba desplegando una auténtica devaluación del yuan como estrategia 'anti-Trump'. "El temor, y aún no lo hemos visto, radica en si China decide devaluar el yuan. Tal escenario no parece posible, pero puede que China no tenga otra opción para contrarrestar los aranceles de EEUU", avisa Mati Greenspan, analista senior de eToro. Y añade: "La cifra que hay que observar es la gran muralla psicológica de los 7 yuanes por dólar".
Desde ING matizan que "depreciar el yuan no es la respuesta para impulsar las exportaciones". Precisan, además, el riesgo en el que incurriría China en caso de hacerlo, puesto que "daría combustible a las preocupaciones sobre la fuga de capitales del país". Mati Greenspan apunta igualmente este riesgo, al que añade que una devaluación del yuan generaría dudas sobre la estabilidad de la divisa china.
Los riesgos, por tanto, están ahí. Pero también las amenazas cruzadas y una tensión comercial que ha vuelto a calentarse. Y que lo hará aún más si el yuan continúa cayendo.