Donald Trump desenterró el hacha el 5 de mayo, cuando anunció que EEUU elevará los aranceles a productos chinos por valor de 200.000 millones de dólares. Tras unos días meditando su respuesta, China replicó el 13 de mayo con el anuncio de que también aumentará las tarifas sobre bienes estadounidenses valorados en 60.000 millones de dólares. Y así, con estas idas y venidas, la 'Guerra comercial', aletargada en los últimos meses, vuelve a asomar su figura para sacudir los mercados financieros y nutrir el temor a su impacto económico en caso de que las dos potencias no eviten el choque de trenes en las negociaciones que siguen manteniendo.
El retorno de la tensión comercial entre Washington y Pekín refresca viejos miedos, basados en la incertidumbre de que alguna de las dos partes -o directamente las dos- sustancie realmente sus amenazas en hechos y desencadene una auténtica 'Guerra comercial' o un accidente financiero. Entre esos peligros recurrentes, uno muy concreto: ¿y si China, cansada de la bravuconería de Trump, decidiera vender toda la deuda pública estadounidense que tiene?
Esta pregunta se fundamenta en una realidad muy concreta: ningún otro país del mundo tiene tantos bonos de EEUU como China. Según los datos del Tesoro norteamericano, en febrero tenía bonos por valor de 1,13 billones de dólares -un billón de euros-, por delante de Japón, con 1,07 billones, y de Brasil, con 0,307 billones. China acapara así cerca del 18% de los 6,385 billones de dólares de deuda estadounidense que los inversores extranjeros poseen.
"Más que por su impacto directo, la venta masiva de bonos por parte de China afectaría por la secuencia de represalias e incertidumbres financieras que desencadenaría"
Fuera de los fondos de la Administración estadounidense vinculados a la Seguridad Social y otros servicios públicos, que atesoran cerca de 3 billones de dólares, y de la Reserva Federal (Fed), el banco central norteamericano, con 2,2 billones de dólares, ningún otro 'jugador' tiene más deuda estadounidense que China.
IMPRESIONANTE... CON MATICES
Estas impresionantes cifras son las que ceban esa amenaza: ¿y si China elevara la apuesta con la venta de todos sus bonos? Ahora bien, ni siquiera este peligro escapa a sus circunstancias, y conviene considerarlas por aquello de los matices.
Aunque ese billón de dólares es relevante, apenas representa el 5% de toda de la deuda pública estadounidense, que supera los 22 billones de dólares. De esta suma, unos 6 billones están en manos de agencias, organismos o fondos públicos de la Administración y los 16 billones restantes están -o podrían estar- en el mercado, incluidos los 2,2 billones de la Fed y esos cerca de 6,4 billones en manos de extranjeros, a los que se suman las gestoras de fondos, las aseguradoras, los bancos o los inversores particulares.
O lo que es lo mismo, la mayoría de la pública norteamericana está 'en casa', en manos de inversores estadounidenses públicos y privados, o en las carteras de grandes inversores institucionales. Por tanto, si Pekín pulsara el 'botón rojo' y se deshiciera de todos sus bonos haría daño, pero no tanto por su impacto directo, puesto que las 'manos visibles' estadounidenses, con la Fed a la cabeza, podrían asumir esos bonos en sus carteras, como por la secuencia de represalias a la que podría dar lugar por parte de EEUU y a la incertidumbre que generaría en los mercados.
China no saldría indemne de esa incertidumbre, por mucho que su banco central también podría intervenir para contener el impacto. Aunque Pekín también sufriría por otra vía: si vendiera toda su deuda y provocara una caída de los precios, tendría que soportar las pérdidas por vender más barato o por debajo del precio de compra. Es decir, tratando de 'golpear' a EEUU, también castigaria a sus propios intereses.
Con un agravante: las ingentes reservas en divisa extranjera que China acumula. Son las mayores del mundo, con 3,1 billones de dólares en abril, de las que entre el 60% y el 70% están denominadas en dólares. Así pues, cualquier 'conspiración' por hundir el valor del dólar se traduciría, de nuevo, en un castigo para la 'despensa' china de divisas extranjeras, que también perdería valor.
Es más, estas reservas, con las que Pekín pretende blindar su solvencia tras lo 'aprendido' en la crisis cambiaria y financiera del Sudeste Asiático a finales de los años 90 del pasado siglo, evidencian la potente vinculación que China tiene con EEUU. Por un lado, responden al anclaje que la divisa china, el yuan, ha mantenido y mantiene con el 'billete verde'. Por otro, explican por qué China es el mayor tenedor de bonos estadounidenses, puesto que las autoridades del gigante asiático son conscientes de que este 'papel' es rápidamente canjeable en dólares y ofrece la seguridad de que lleva el 'cuño' de la mayor economía del mundo, con lo que entienden que son el activo apropiado para invertir en él un tercio de las reservas del país.
China, por tanto, posee un suerte de 'botón rojo' en todos los bonos estadounidenses que atesora. Pero pulsarlo no es tan fácil. Y, sobre todo, no le saldría gratis.