La ‘fiebre del oro’ sigue tan viva como las incertidumbres que rodean esta crisis del coronavirus. La onza ha batido en tres sesiones consecutivas la cota de los 1.800 dólares que desde hace nueve años suponía una resistencia imbatible. Los analistas ya dan por hecho que el metal se encamina a máximos históricos. Solo hay una pregunta: ¿Todavía hay tiempo para subirse a este rally?
Aunque la volatilidad sigue siendo el pan de cada día en los mercados, con bandazos a uno y otro lado de la gráfica en buena parte de las últimas sesiones, la ruptura de los 1.800 dólares por onza se les antoja a los expertos como una buena carta de presentación hacia más subidas. Eso sí, ya no serán tan generosas como el 20% que acumula el metal en lo que va de este año del coronavirus.
No obstante, estas subidas recientes y sostenidas cuentan con una garantía de continuidad que es la fuerte demanda de oro físico. Si bien alcanzó máximos durante el confinamiento al que se sometió a la población de muchos países, sigue muy por encima de su media histórica.
Una demanda insólita
Varios analistas de materias primas coinciden en señalar que, en tiempos de turbulencia, los inversores reclaman activos seguros. Y el oro es el refugio patrimonial por excelencia. Además, procuran que sean activos lo más tangibles posibles. Y un lingote, una moneda o una pepita de oro lo es tanto que se puede guardar en un bolsillo o -mejor- en una caja fuerte.
En este sentido, Eduardo Bolinches, analista de Invertia y socio y administrador de OrocashSC, saca a relucir las ingentes compras que están llevando a cabo los grandes fondos cotizados (ETF) de oro físico en todo el mundo, motivadas a su vez por las abultadas suscripciones netas que vienen registrando mes tras mes. El Amundi Physical Gold ha incrementado sus tenencias en un 180% y el SPDR Gold Shares, el más grande del mundo, en un significativo 35,8%.
El experto no duda en calificar estas entradas de inversión como “brutalmente importantes” e “históricas”, pues superan incluso los volúmenes de 2011, cuando el oro tocó máximos históricos en los 1.900 dólares por onza. Hacia ahí, y mucho más allá, se dirige ahora el preciado metal, que según Bolinches podría incluso poner rumbo a los 2.800 dólares.
De momento, la marca a batir más inmediata está en esos máximos históricos. Así lo apunta, Joaquín Robles, analista de XTB, que señala que “aunque el margen de revalorización es cada vez menor, el atractivo está en el rendimiento relativo que puede aportar frente a otros activos”. Y eso, dice, por no hablar de que “la demanda seguirá incrementándose en los próximos meses, como ya vimos en anteriores crisis”.
Esta demanda clave para ver al oro batiendo su más alta valoración histórica se sustenta en varios motores. En primer lugar, la incertidumbre ya señalada que mueve a los inversores hacia apuestas más conservadoras. Después, las dudas sobre la capacidad de recuperación de la economía y la posibilidad de que un segundo rebrote ponga las cosas aún más feas de lo que ya están.
Por último, pero tan importante como los demás factores, la abundancia de liquidez facilitada por los bancos centrales. Una herramienta que sostiene la economía pero resta atractivo a las divisas como refugio, promociona una insólita emisión de deuda y facilita un repunte de la inflación.
¿Quién da más?
Con este escenario, desde los despachos de Goldman Sachs insisten en señalar que el oro alcanzará los 2.000 dólares por onza el año que viene. Una vez que el grueso de las previsiones macroeconómicas descartan la posibilidad de una recuperación ágil y completa, el banco de inversión estadounidense cree que, desde los precios actuales, el oro tiene margen para anotarse un 10% adicional.
Los analistas técnicos de Renta 4 señalan que, una vez que el oro “ha conseguido romper al alza el rango lateral que formaba desde primeros de abril, abre el camino al alza hacia los máximos históricos registrados en el año 2011 en 1.923 dólares por onza”. Incluso si la remontada se quedase en esto de cara a los próximos meses, la subida sería del 5%.
Estas son las previsiones que han hecho que “se haya pasado de no considerar el oro como alternativa a recomendarlo abiertamente”, explica Tomás Epeldegui, director de Degussa España. El experto no duda de la potencialidad del oro, que considera que aún tiene para rato, sino que pone el acento en “qué velocidad tendrá la subida”. Algo que, según explica, estará en función de cómo venga la salida de la crisis.
Con independencia de que este otoño pueda llegar la temida segunda oleada de contagios, Epeldegui señala que “la situación va a seguir siendo complicada incluso sin ponerse pesimista”. Por eso recomienda incluir oro físico en la diversificación del patrimonio personal, no en derivados que al final se mueven también al son del conjunto de los mercados financieros. “Hay que procurar siempre, y ahora más, no poner todos los huevos en la misma cesta”.
Llegar a tiempo (todavía)
Todas estas previsiones son las que hacen que el oro siga gozando del favor de la comunidad inversora. Así lo señala también la firma especializada Wisdom Tree, que en un reciente informe comenta que “a nivel global, las inversiones en los productos cotizados sobre oro ascienden al récord histórico de 102 millones de onzas troy”. Esta cifra supone 83 millones de onzas más que a principios de año, cuando cada una de ellas se valoraba a tan solo 1.525 dólares.
Lo que estos informes dejan intuir, Bolinches lo asegura con contundencia. “Definitivamente, no es tarde para entrar en el oro”, asegura convencido de que el rally todavía tiene recorrido por delante.