Una de las consecuencias más lógicas de la recuperación económica está siendo el encarecimiento de las materias primas. Sin embargo, lo que no se esperaba era un rally de precios tan explosivo. La falta de suministro y la fuerte demanda de las empresas manufactureras que se lanzan a hacer acopio para sus fábricas ya se han traducido en repuntes de más del 40%.
La combinación de estos dos factores se ha convertido en una tormenta perfecta sobre la cotización de las commodities más vinculadas al ciclo económico, como los combustibles y los metales industriales. Los expertos coinciden en que, a diferencia de otras crisis en las que se ha destruido más tejido productivo, en esta ocasión una gran parte del mismo ha permanecido latente y ahora empieza a volver a la actividad en bloque, aunque a tropezones.
Un reciente informe de DWS, la gestora del grupo Deutsche Bank, señala dos factores en este vertical ascenso de precios de las materias primas. De una parte, "los cuellos de botella que está experimentando la oferta" en el suministro de materias como el cobre, cuyo grueso de producción mundial procede de Sudamérica y África, "dos regiones que aún sufren los estragos de la pandemia de la Covid-19 y donde la vacunación no ha avanzado mucho".
El impulso de China
En segundo lugar, pero casi tan importante, el hecho de que algunos productores están teniendo dificultades añadidas para retomar su actividad por los objetivos de sostenibilidad en los que los gobiernos de todo el mundo están sustentando sus planes de reconstrucción. Es lo que los expertos de la entidad alemana llaman "inflación made in China", en alusión al freno a la reactivación de ciertas industrias o plantas que Pekín está presentando con miras a la meta de ser neutral en carbono para el año 2060.
Sin embargo, no hace falta ir hasta el Lejano Oriente para encontrar ejemplos del desequilibrio entre demanda y oferta que está impulsando con fuerza la cotización de las materias primas y, por tanto, de la inflación. El índice PMI de actividad del sector manufacturero español, publicado el 1 de junio, también dio cuenta de esta situación.
La vuelta a la actividad de más y más fábricas se tradujo en "el ritmo más fuerte de expansión en 23 años" para el sector secundario español. La lectura más abultada del PMI desde mayo de 1998 fue el resultado de "un fuerte aumento de la demanda de insumos que provocó una severa escasez de productos".
En concreto, la consultora IHS Markit, responsable del indicador, apunta hacia "especiales dificultades" a la hora de abastecerse de metales, plásticos y madera. Algo que se tradujo en un "considerable" incremento de precio en todos ellos.
La estrategia de la OPEP+
Si a eso se suma el hecho de la estricta estrategia de modulación de la oferta que esta vez han seguido la Organización de Países Exportadores de Petróleo y sus aliados (OPEP+), un factor más aparece en escena para sustentar esta escalada de las materias primas. Un hecho que se ha visto refrendado por la fuerte contribución de los precios energéticos a las últimas y disparadas referencias de inflación en países de todo el mundo.
Los analistas de IHS Markit son contundentes al respecto: "Puesto que el coste del combustible también subió, los precios de los insumos en general aumentaron a un ritmo severo y sin precedentes en mayo". Los números respaldan esta tesis, pues el barril de petróleo Brent, el de referencia en Europa, subió un 2,5% en el quinto mes del año y un 38,8% desde enero, hasta rebasar los 70 dólares por unidad.
En el caso del West Texas de EEUU, la revalorización acumulada alcanza cotas más altas: el 5,3% en mayo y el 43,5% en lo que va de año. De nuevo, la combinación de una mayor demanda con un suministro todavía más débil que antes del estallido de la pandemia están detrás de este repunte.
Aquí, por una parte, el avance de la vacunación en la que, de momento, sigue siendo la primera economía del mundo y la agilidad por la que muchos estados han optado para la vuelta de los trabajadores a las fábricas. Por otra, una industria de extracción todavía a medio gas. Y es que hay que recordar que muchas explotaciones de fracking siguen heridas de muerte desde que hace un año tuvieron que digerir precios negativos para su producción. Y eso las que consiguieron sobrevivir a aquel golpe.
Acelerón en el cobre
Sin embargo, no es solo cosa del crudo. El cobre se ha encarecido más de un 110% en los últimos 12 meses debido a que es uno de los metales industriales que más demanda está registrando. Tanto por la recuperación de su antiguo consumo como por su creciente utilización en industrias en plena eclosión como la transición energética y la fabricación de semiconductores.
Los datos de CME Group, el primer mercado mundial de materias primas del mundo, muestran que el cobre cotiza hoy por hoy por encima de los 4,5 dólares por libra. Los máximos históricos vistos en 2011 están a menos de un 2% y, en cualquier caso, no se veían precios tan caros para esta materia prima en más de una década.
Desde la Agencia Internacional de Energías Renovables (Irena) calculan que la demanda mundial de este metal cobrizo podría duplicarse para el año 2030 y casi triplicarse en 2050. Un ritmo difícil de asumir por la industria minera y de recuperación que requerirá mejoras en la eficiencia de su cadena de producción.
Una necesidad que ya empieza a ser urgente y que lleva a los expertos de Aspain 11 Family Offices a considerar que el "claro desajuste entre oferta y demanda dentro del sector" de materias primas hace difícil "esperar un reequilibrio antes de finales de 2022 o principios de 2023". Y es que las empresas que están consiguiendo acceso a las cadenas de suministro están optando por hacer un sobreacopio por si la tensión fuese a más y el acceso resultase aún más complicado a medio plazo.
Rotación 'value' y oportunista
Para Rohan Reedy, analista investigador de la gestora Global X especializada en ETF temáticos, explica que, por si fuera poco, la llegada de inversores de perfil oportunista hacia estas materias primas también está calentando su cotización. Una entrada de capitales que ya comenzó tímidamente con los primeros giros de los grandes gestores hacia apuestas de corte más value, pero que en las últimas semanas se ha acelerado.
Un aluvión inversor que se explica porque, como señala Reedy, commodities como el cobre son "históricamente uno de los activos más rentables durante los períodos inflacionarios". Una promesa no garantizada que por ahora se cumple y ha impulsado el que sean legión los que están llegando a la búsqueda de unos rendimientos difíciles o imposibles de obtener mediante posiciones en otros activos más tradicionales y accesibles.
Refugio y tendencia
En el caso de la plata, la toma de posiciones oportunistas para aprovechar su revalorización se ha combinado con la de los que buscan refugio para sus inversiones frente a la incertidumbre todavía reinante. La onza de este metal se ha encarecido un 5% en lo que va de año, pero es que en mayo su cotización engordó un 9% y llegó a marcar precios por encima de los 28 dólares, en máximos de los últimos ocho años. Sin embargo, todavía a un 78% de sus récords históricos de 2011, cuando se superaron incluso los 50 ‘billetes verdes’.
Aunque estas subidas de precios "no sorprenden demasiado", como explica Carsten Menke, responsable de análisis Next Generation en Julius Baer, sí que reconoce que los fuertes bandazos de precio han hecho saltar las alarmas en más de un despacho. Tanto es así que incluso la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma de China celebró hace unos días una reunión con participantes de las industrias del metal para intentar "controlar los movimientos excesivos de precios". De momento, siguen al alza.
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