Los mensajes de recuperación económica y el tirón de los activos de riesgo calaron hondo en las carteras a lo largo del último ejercicio. Tanto que, por primera vez en los últimos seis años, el activo refugio por excelencia perdió protagonismo en su composición. Nada menos que 9.900 millones de dólares salieron de productos de inversión en oro durante 2021.
A pesar de que el oro tradicionalmente se ha percibido como una de las coberturas más útiles frente a la inflación disparada el año pasado, la búsqueda de rentabilidades más generosas que las del preciado metal jugó en su contra a lo largo del año pasado. Así lo demuestran las cifras de inversión sobre productos cotizados aportadas por BlackRock.
Los productos cotizados (ETP) de inversión en oro apenas sumaron entradas de capital durante los dos primeros meses del año pasado. Y en el mejor de los casos apenas se rondó un volumen acumulado de suscripciones netas de 2.000 millones de dólares. Desde entonces, conforme las economías comenzaron a dar síntomas de recuperación y las bolsas de una remontada sostenida, los reembolsos pusieron la voz cantante mes tras mes.
La única excepción a este movimiento se dio en verano, cuando muchos inversores optan por un giro táctico para sus carteras con el fin de perder exposición a los vaivenes de algunos activos de riesgo con el fin de despegarse de las pantallas de cotización. Además, este movimiento coincidió con el estallido de la quinta ola de contagios por Covid-19 en Europa y EEUU, que potenció un cierto regreso a activos considerados refugio.
Si la cifra de reembolsos en productos de inversión sobre el oro fue significativa por sí sola, alcanza una mayor magnitud si se tiene en cuenta que a lo largo de 2020, el año del estallido de la pandemia, registraron entradas netas de capital por 45.000 millones de dólares. Por si fuera poco, según los datos aportados por BlackRock, habría que remontarse hasta el año 2013 para asistir a una retirada de posiciones mayor que la del año pasado.
Mejor en el bolsillo
En cuanto a este punto, se suma un factor más que el análisis de la gestora estadounidense pasa por alto. Tomás Epeldegui, director de Degussa España, señala que un nutrido grupo de inversores habría preferido balancear sus carteras de inversión con la apuesta directa por piezas de oro físico en lugar de productos de inversión.
Esta tendencia ya se vio en el momento en que la Covid-19 traspasó las fronteras de Europa y provocó incluso un agotamiento de las existencias de algunas piezas. Además, Epeldegui señala que una vez aprendida la lección de que la volatilidad está de vuelta en los mercados “hay una parte de inversores que podría tener un gusto menor por los apalancamientos que uno asume al contratar ciertos derivados financieros”.
Varios analistas de materias primas coinciden en señalar que, en tiempos de turbulencia, los inversores reclaman activos seguros, pero no solo eso, sino también lo más tangibles posibles. Especialmente aquellos de perfil más conservador. En este sentido, un lingote, una moneda o una pepita de oro lo son tanto que se pueden guardar en un bolsillo o una caja fuerte.
Para terminar de restar protagonismo a los productos cotizados de inversión en oro, varios gestores señalan que 2021 fue “el año de la consolidación de las criptomonedas”. Una clase de que apareció en el radar de muchos un año antes bajo la forma de un bitcoin que se presentaba como ‘el oro digital’.
El bitcoin y la Fed
Desde ahí, ha ido atrayendo a más y más inversores con el reclamo de su revalorización, pero sobre todo de una volatilidad que, bien manejada, puede reportar sensibles rentabilidades. Sin embargo, es aquí donde su supuesto carácter refugio ha quedado muy cuestionado, pues una vez convertido en un activo de masas se ha movido al son de las bolsas en sus últimos episodios bajistas.
Además, los mismos bancos centrales, que con sus manguerazos de liquidez empujaron a muchos a buscar refugio en el preciado metal, parecen haber impulsado el camino de regreso con sus primeros anuncios de retirada de estímulos. Algo que especialmente se ha percibido en torno a la apreciación del dólar con los planes más hawkish de la Reserva Federal de EEUU (Fed).
El responsable global de análisis de materias primas y derivados de Bank of America, Francisco Blanch, señala que si bien el oro “podría recuperar precios porque las tasas siguen bajas y los desequilibrios están creciendo”, lo cierto es que “el plan de la Fed amortiguará la tendencia”. Y en el banco de inversión estadounidense descuentan hasta nueve subidas de tipos de aquí al cierre de 2023.
Los datos recogidos por BlackRock concuerdan con esta apreciación, pues tanto en octubre como en noviembre se aceleró la salida de capitales de los ETP sobre el oro. Dos meses que coinciden con los rumores sobre el comienzo de la retirada de estímulos del banco central estadounidense y la confirmación de la activación del tapering con un primer ajuste a la baja de su programa de compra de deuda.
Con todo ello, el golpe de esta retirada en el oro se dejó sentir incluso en la categoría de ETP sobre materias primas. De acuerdo con los datos de la gestora americana, a lo largo del año pasado se produjeron salidas netas de inversión por 2.800 millones de dólares en estos productos, lo que supuso su regreso a números rojos en cuanto a flujo de capitales después de dos años en positivo.