Publicada
Actualizada

El horizonte pinta más despejado para la banca después de años lidiando con tipos de interés en mínimos históricos. Sin embargo, un obstáculo inesperado aparece en el camino. Los fondos activistas han puesto su mira en el sector para vigilar de cerca la evolución de sus planes de desarrollo ahora que comienza a vislumbrarse una situación financiera algo más holgada.

Actualmente, los fondos activistas alcanzan una posición conjunta de 5.700 millones de dólares -unos 5.050 millones de euros- en el sector financiero. Una suma que supone el 14% de todas sus posiciones en cotizadas a nivel mundial, según desvela el último informe al respecto elaborado por la firma de asesoría financiera Lazard.

Este último porcentaje da la pista de que se viene un redoble en el sector. Y es que el peso medio de estos inversores activistas en valores financieros se venía manteniendo en torno al 9% en los últimos cuatro años. Un salto significativo que, según los datos aportados por el estudio, solo es superado por el de distribución minorista.

Foco en Europa

Si a escala global los datos ya son especialmente significativos de la que se avecina para el sector, los números que se refieren a Europa hacen aún más evidente que los bancos están en el punto de mira de estos inversores. Tanto es así que los valores financieros son los que concentran una mayor actividad de ellos, pues son blanco del 24% de sus campañas en curso.

En este caso, desde Lazard llaman la atención en que una buena parte de estas iniciativas se han constituido a lo largo del cuarto trimestre del año pasado. Justo cuando los grandes bancos centrales pusieron sobre la mesa medidas de relajación para sus estímulos monetarios o incluso ejecutaron sus primeras subidas de tipos oficiales desde el estallido de la pandemia.

A lo largo de los últimos cuatro meses de 2021, la presión de los fondos activistas en el sector financiero europeo engordó en nada menos que seis puntos porcentuales. Como resultado, una concentración de actividad diez puntos por encima de su media reciente, pues entre los años 2017 y 2020 apenas fueron foco de un 14% de las campañas de estos inversores.

Sin duda, este fuerte incremento augura que se avecinan tiempos más amables por la parte del negocio, pero más complejos para el manejo de la gobernanza corporativa. Los bancos tendrán que esforzarse por mantener la paz en sus juntas de accionistas a celebrar en los próximos meses y capear las posibles amenazas de retirada de posiciones de inversión de cierto calado que, además, podrían arrastrar al abandono a otros accionistas. Especialmente, pequeños inversores o fondos comprometidos con ciertos aspectos de sostenibilidad y buenas prácticas.

El foco de acción

El estudio elaborado por la firma estadounidense no deja lugar a dudas. En sus conclusiones explica que en Europa hay “un enfoque principal en instituciones financieras y compañías industriales”. Sin embargo, avisa de que no solo la banca debe estar prevenida, pues aprecia que “las aseguradoras estuvieron particularmente en el punto de mira” también durante el ejercicio pasado y, especialmente, en sus últimos compases.

Hay otro factor que apunta hacia esta orilla del Atlántico. Aunque la actividad de los fondos activistas sigue teniendo su grueso en EEUU, donde cuentan con una mayor tradición, respaldo y visibilidad, solo en el cuarto trimestre del año pasado se iniciaron 16 nuevas campañas sobre cotizadas europeas.

Más concretamente, los valores europeos de gran capitalización son los más señalados, pues acapararon un 26% de todas las campañas planteadas a lo largo del pasado ejercicio. En este sentido, sus exigencias se han concentrado en gran número en la composición del consejo de administración, tanto por el reparto de sus asientos como por la presencia de mujeres.

Otra de las batallas más frecuentes planteadas por estos fondos activistas tienen que ver con la conveniencia o no de participar en según qué operaciones corporativas. Un punto sobre el que cada vez son más las cotizadas que preparan argumentarios para defender sus propias tesis incluso antes de que puedan despertarse voces discordantes entre el accionariado.

A la espera en España

Todo ello sin olvidar la preocupación por los factores de sostenibilidad ambiental, social y de gobernanza (ASG) que cada vez miran con más lupa incluso inversores institucionales que no se caracterizan precisamente por presentar posturas muy beligerantes. Tanto es así que Lazard reconoce que estas cuestiones “han dejado de ser el dominio de un pequeño grupo de activistas”.

Con todos estos ingredientes, cabe señalar que, si bien su actividad en las cotizadas españolas todavía es muy limitado, se prevé que su presión vaya en aumento en lo sucesivo. Con este convencimiento se estrenaba en su puesto Rodrigo Buenaventura como presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Al tomar posesión de su cargo auguraba: “Más activismo inversor”.

Noticias relacionadas