2022 será el año cero para la industria de las baterías en España. Si se cumplen las previsiones tanto de los principales actores de la industria como del Gobierno, en algún momento de este año verá la luz la primera gigafactoría. Con este apelativo se denominan a las instalaciones en las que se manufacturan los componentes claves de los productos que están llamados a liderar la nueva Era de la industria de la automoción española: los vehículos eléctricos.
El impacto estratégico que va a tener para el conjunto de nuestra industria este proyecto será muy profundo. Contar con una gigafactoría permitiría multiplicar el atractivo de las plantas industriales españolas que puedan nutrirse de sus componentes. ¿La razón? Estar cerca y bien conectado a una de estas plantas reduce sustancialmente los costes de fabricación.
A la vez, la puesta en marcha de esta instalación será un proceso complejo. A la construcción y todo lo relacionado con la captación y formación de la mano de obra necesaria hay que sumar las necesidades que habrá que cubrir en materia de industria auxiliar para nutrir a la futura gigafactoría de todo lo que necesite.
La industria española se asoma a un terreno virgen en el que prácticamente no hay referentes dentro de Europa. La práctica totalidad de la producción de este tipo de soluciones estaba en Asia. Pero, aunque sean pocos, es posible encontrar espejos donde mirarse a la hora de poner en marcha una gigafactoría de baterías.
Origen de Northvolt
Si existe un modelo a imitar en Europa ese es el de Northvolt. La empresa sueca es una rara avis ya que se conceptualizó desde cero. En poco más de cuatro años pasó de ser un Power Point a dar salida a las primeras celdas producidas en su interior. Para encontrar el origen de este proyecto no hay que acudir a las gélidas tierras suecas. Este viaje comienza en la templada California.
Peter Carlsson y Paolo Cerruti, los cofundadores de Northvolt, se conocieron en 2012 en la factoría que Tesla tiene en Fremont. Ambos acababan de ingresar en la empresa, pero acumulaban 20 y 15 años de intensa carrera profesional en ese momento. En el arranque de la pasada década, el actual gigante de la movilidad eléctrica estaba lejos de parecerse a lo que es hoy día.
Pese al poco recorrido que en ese momento tenía Tesla acumulaba la suficiente experiencia para que sus directivos pudieran prever que la producción de baterías iba a ser el factor clave del desarrollo de la nueva industria de la automoción eléctrica. Era fundamental poner en marcha un gran número de instalaciones de este tipo para dar respuesta a las necesidades futuras de la industria. Una visión compartida por Carl-Erik Lagercrantz y Harald Mix, impulsores de un fondo de inversión en tecnología verde llamado Vargas.
Una conexión de LinkedIn y una llamada de teléfono de Lagercrantz a Carlsson a las cuatro de la mañana hicieron el resto. Los dos ex-Teslas comenzaron a trabajar en 2016 en el análisis previo para poner en marcha la primera gran gigafactoría sostenible de baterías en Europa. Para terminar de apuntalar el equipo inicial incorporaron al japonés Yasuo Anno, quien había trabajado como proveedor para Carlsson en el pasado. El nipón iba a aportar su experiencia probada en la industria japonesa de baterías tras haber trabajado en Panasonic o Sony. Una vez conformado el equipo fundador se establecieron en Estocolmo.
Todo preparado en 13 meses
El primer plan estratégico de Northvolt estableció marzo de 2017 como la fecha del pistoletazo de salida del proyecto. El objetivo anunciado no podía ser más ambicioso: crear la fábrica de celdas de batería más grande de Europa y toda su cadena de suministro. Contaría con una producción anual de 40 GWh y, por si no fuera suficiente, sumaron un condicionante más en su misión. Northvolt debía ser la planta con menor impacto ambiental del mundo.
En su presentación Carlsson anunció su intención comenzar las obras del complejo industrial en 18 meses. Calendario que, finalmente, se redujo a 13 meses. En ese momento comenzó una de las partes del proyecto más compleja: reclutar el talento necesario para una industria sin ninguna tradición en Europa. El equipo inicial de Northvolt, de unas 25 personas, estaba compuesto por profesionales con trayectoria en Asia, Silicon Valley y jóvenes recién graduados europeos. Para 2020 el grupo ya contaba con 700 personas de 70 nacionalidades distintas.
Volviendo a los primeros años del proyecto, junto con la captación de talento, el equipo directivo de Northvolt tuvo que tomar una de las decisiones que marcó de forma más profunda el proyecto: la ubicación de las instalaciones industriales. Para cumplir con los objetivos marcados hacía falta una mezcla de diferentes condicionantes. Entre ellas destacaban la necesidad de contar con una gran extensión de terreno, el acceso a fuentes de gran capacidad de energía verde, infraestructuras que permitieran transportar las baterías con facilidad, la cercanía de instituciones educativas y, sobre todo, una gran aceptación del proyecto entre los lugareños.
La respuesta no pudo ser mejor. Hasta 40 municipios de Suecia y Finlandia se postularon para ser la sede industrial de Northvolt. Finalmente, Skelleftea, situada a 700 kilómetros al norte de Estocolmo y Västeras, a 100 kilómetros de la capital sueca, fueron las finalistas. El interés mostrado por ambas fue tan importante que la dirección de Northvolt decidió cambiar su plan. Emplazaron la parte más industrial del proyecto en Skelleftea mientras que el centro de investigación se instaló en Västeras.
Alianzas claves para el arranque
Una vez decididas las cuestiones internas del proyecto, el equipo de Northvolt comenzó a tejer su red de alianzas. Así llegaron los primeros acuerdos con ABB, Vestas, Scania, Siemens y BMW, el primer fabricante de automóviles que apostó por la empresa. A estos se sumaron el apoyo tanto del Gobierno sueco como de la Unión Europea que se tradujo en financiación fundamental para los momentos iniciales. Algo más tarde, en junio de 2019, Goldman Sach y el grupo Volkswagen invertirían 1.000 millones de euros para comenzar la construcción de la gigafactoría.
La construcción del centro de investigación en Västeras comenzó en la primavera de 2018, lo que permitió arrancar su actividad en 2019. La instalación cuenta con 19.000 metros cuadrados y tiene una capacidad anual para producir más de 350 MWh en baterías. Los primeros prototipos se produjeron ya en 2019. Un año después llegaron las primeras celdas de baterías cilíndricas.
Los trabajos en la gigafacoría del norte de Suecia arrancaron en 2018 con el objetivo de finalizar la primera fase en 2021. Un gigante de 500.000 metros cuadrados de capacidad para producir 40 GWh al año en celdas de baterías. El pasado 28 de diciembre fue producida en esta instalación la primera celda de baterías. Un primer paso para dar salida a una cartera de pedidos que ya supera los 30.000 millones de euros de aquí a 2030.
Empresas como BMW, Fluence, Scania, Volkswagen, Volvo Cars o Polestar esperan las baterías de Northvolt. Además de la automoción, la compañía ya cuenta con clientes de otros sectores industriales con especial atención a grandes proyectos de almacenamiento de energía. Se espera que las entregas comerciales arranquen este año.
Aprendizajes para la industria española
La futura industria española de baterías puede encontrar una gran fuente de inspiración en el proyecto sueco. Las convocatorias del PERTE del vehículo eléctrico y conectado van a asegurar que, al menos un proyecto en España, cuente con el respaldo de fondos europeos y de un grupo industrial. Un punto de partida sólido pero al que habrá que sumar una cadena de valor que asegure que la instalación española sea una de las más competitivas y verdes del mundo.
Las baterías sumarán gran parte de la huella de carbono de los futuros vehículos así que, cuanto más competitiva ecológicamente sea la planta española, más atractivas serán sus baterías para el resto del mundo. La posibilidad de contar con materias primas de los yacimientos extremeños, de importante generación de energía renovable, y unas buenas infraestructuras ferroviarias y marítimas aseguran un gran punto de partida para esta futura gigafactoría.
El punto en el que más trabajo por hacer quedará será, seguramente, el que tiene que ver con la captación de talento. Será fundamental que el grupo industrial que encabece el proyecto encuentre en los centros educativos españoles la capacidad para proveer trabajadores para esta instalación. Teniendo como referencia los más de 1.600 empleados de 90 nacionalidades que actualmente conforman el equipo de Northvolt este será, sin duda, uno de los grandes retos del proyecto español.
La puesta en marcha de la primera gran gigafactoría de baterías europea contiene multitud de aprendizajes para el futuro proyecto español. En el mejor de los casos se necesitarán tres años y varios miles de millones para que la nueva planta pueda comenzar a producir componentes. Un camino que arrancará este año y que abrirá la puerta a una nueva Era para la industria de la automoción española en su conjunto.
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