Miguel Elizondo Dani Valero

"Un empleado de cualquiera de las plantas que el grupo Volkswagen tiene en España sabe que se podrá jubilar en su actual trabajo". Esta frase pronunciada en los corrillos posteriores a la presentación de la gigafactoría de baterías que el gigante de la automoción va a construir en el puerto de Sagunto resume a la perfección las expectativas con las que tendrá que lidiar la futura instalación.

Pese a que esta planta aún no tiene preparados ni los cimientos, ha nacido con la responsabilidad de salvar el segmento más estratégico de la industria española. Una presión muy alejada de la paz que transmite a día de hoy el interminable mar de naranjos que domina los cientos de hectáreas donde se ubicará la futura gigafactoría.

Si se cumple el calendario previsto, en unos meses la plantación frutícola dejará paso a las futuras naves que albergaran los 40 GWh de capacidad de la instalación. Una de las seis plantas con las que el grupo Volkswagen dotará de fuentes de energía a los cientos de miles de coches eléctricos que pretende fabricar anualmente en sus plantas de Landaben, en Navarra, y Martorell, en Cataluña

Para ello habrá que esperar a 2026. Antes, la gigafactoría de Sagunto deberá ir quemando etapas mientras, en paralelo, el gigante alemán afina la estrategia de la empresa que ha creado para gestionar este nuevo negocio. "Una vez terminemos de definir el concepto de gigafactoría en nuestra primera planta de Salzgitter, el resto se desarrollarán replicando su modelo" explicó ayer Thomas Schmall, miembro del Consejo de Administración de Volkswagen AG.

La apuesta de 10.000 millones de euros del grupo Volkswagen y sus compañeros de viaje en la asociación Future: Fast Forward marca el camino a seguir si España quiere mantener su posición como segundo productor de automóviles de Europa. Una senda en la que lo público y lo privado van a tener que recorrer esta senda de la mano y en la que las empresas deberán priorizar la colaboración por encima de la competencia.

PERTE

El gigante alemán ha supeditado su inversión a la puesta en marcha del plan de ayudas previstas en el PERTE del vehículo eléctrico. Si llega el apoyo público, le seguirá la inversión privada. Y no vendrá solo de la mano de la automoción. Otras 60 empresas, con Iberdrola a la cabeza, van a complementar las piezas del puzle que Volkswagen quiere desplegar en España. En este sentido, el Plan de Recuperación aparece como un tren, dotando de casi 3.000 millones de euros, al que las compañías con presencia en España tienen la posibilidad de subirse.

El próximo 17 de mayo termina el plazo para que arranque la convocatoria competitiva en la que, además de Volkswagen, parece que también optarán empresas como Mercedes o Ford. Las grandes incógnitas por descubrir vienen de la mano de los grupos Stellantis y Renault. Dos de las compañías que más producción y puestos de trabajo sustentan actualmente en España.

Aunque el hermetismo en este caso está siendo la tónica dominante, las líneas maestras mostradas por ambas compañías no parecen indicar que tengan planes tan ambiciosos como los de Volkswagen para España. Nuestro país no aparece en los diseños preliminares para sus plantas de baterías. Lo que, a la larga, podría restar márgenes y atractivo a sus instalaciones españolas para producir vehículos eléctricos.

Pese a ello, ninguna decisión está tomada en firme y se espera que en las próximas dos semanas más empresas den a conocer sus planes para el PERTE del vehículo eléctrico y conectado.

Satisfacción local

En el lugar contrario a estas dudas se situó ayer la clase política y empresarial valenciana en su conjunto. Si en un colectivo sobresalían las sonrisas ese era el de la delegación de la Generalitat valenciana. El 5 de mayo de 2022 tiene muchas papeletas para convertirse en el día más importante desde que PSPV-PSOE y Compromís tomaron las riendas del Gobierno autonómico en 2015. "Quizá esto sea lo más recordado e importante de toda nuestra etapa", reconocía el propio Ximo Puig en los corrillos con periodistas.

Y es que, la Comunidad Valenciana ni siquiera era una opción al comienzo de la carrera territorial por acoger la inversión de Volkswagen, y resultó finalmente la receptora. "Hemos trabajado como locos, con equipos dedicados al 100% a atender todas las dudas que nos planteaba la empresa, con momentos de histeria y de gran satisfacción cuando anunciaron que nos elegían", resumía un destacado asesor del presidente. "Me he despertado a las 4 de la mañana de los nervios", confesaba.

"Este 5 de mayo de 2022 va a cambiar la vida de centenares de miles de valencianos del hoy del mañana", enfatizó Puig en un discurso que podría parecer exagerado, pero que comparte hasta la oposición. Destacados líderes de todos los partidos acudieron a la cita, y todos reconocen al unísono la relevancia de la llegada de Volkswagen. Tampoco faltó la vicepresidenta Mónica Oltra (Compromís), que pudo exhibir su perfecto alemán (nació en la ciudad de Neuss) durante el evento.

El mayor hito empresarial en 50 años

"Esto una especie de Bienvenido, Mister Marshall, pero con alemanes en vez de americanos", comentaba un destacado alto cargo. La Comunidad Valenciana no recibía una inversión tan megalómana desde la llegada de Ford Almussafes en los años 70. Por ello, Ximo Puig, pletórico, lo consideró "el movimiento empresarial más importante en medio siglo" para el territorio.

Desde el prisma político, entre los socialistas valencianos se respiraba euforia preelectoral. "No todos los días se escucha al presidente del Gobierno decir sobre tu tierra que no existe proyecto que refleje mejor nuestras prioridades como Gobierno de España", subrayaba un importante miembro del partido.

En efecto, esas fueron las palabras textuales del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, quien también proclamó que, aunque las baterías para coches eléctricos "siempre se han fabricado fuera de España", tal circunstancia  "empieza a cambiar hoy, aquí, en Sagunto, en la Comunidad Valenciana".

Hacen falta más Saguntos

Lo vivido ayer en Sagunto abre la puerta a que, al menos, una parte del sector de la automoción española entre en la era eléctrica con paso firme. Una nueva etapa en la que los retos son innumerables. España necesita miles de perfiles profesionales que hasta ahora no han ejercido su actividad en el país. Hay que traerlos de fuera, reconvertir los actuales o, incluso, crear nuevos. 

La época dorada del automóvil en España se construyó gracias a un binomio en el que bajos costes salariales y calidad iban de la mano. En esta nueva etapa, el talento, la flexibilidad y las capacidades en materia de sostenibilidad sobresalen como los factores diferenciales. Por primera vez en la historia moderna, España cuenta con una posición privilegiada frente al resto de Europa gracias a sus capacidades en materia de energías renovables.

Además, nuestro país goza de un gran atractivo para profesionales de otros países. "Por primera vez en mi vida tengo decenas de solicitudes para venir a trabajar a esta planta antes de poner en marcha los procesos", explicó ayer Thomas Schmall.

"Ahora, hacen falta más Saguntos", una frase que, con distintas palabras, coincidió en las bocas de, al menos, un empresario y un político que asistieron a la presentación de la gigafactoría. Serán proyectos de esta envergadura los que servirán de pilares para que España pueda optar a ocupar un lugar destacado en el tablero de juego de las nuevas industrias. Un futuro que se decide ahora. Un futuro que, con la adecuada pericia política y empresarial, aún se puede alcanzar. 

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