La empresa Ribera Salud, creadora del modelo Alzira, se aleja cada vez más del sistema que ella misma ideó para la gestión hospitalaria. El rechazo a las concesiones sanitarias por parte de la Generalitat Valenciana, las escasas oportunidades en otros territorios y la diversificación en la que se halla inmersa la firma la han llevado a apostar por la sanidad privada en sus últimas inversiones en Galicia, Extremadura y el extranjero.
Basta un repaso a sus últimos anuncios para corroborar esta tendencia. La compañía valenciana propiedad de Centene Corporation comunicó la semana pasada que ha comprado el Hospital Polusa de Lugo. Se trata de su segunda adquisición en Galicia tras el de Povisa en Vigo -considerado el mayor hospital privado de España-.
Pese a que el segundo cuenta con un importante concierto con la sanidad gallega, las condiciones son muy distintas a las de las concesiones, donde el hospital es de propiedad pública. En el caso de Povisa, el hospital (el inmueble) es de Ribera Salud. Ello supone una inversión mayor, pero a la vez una menor dependencia del escenario político.
Si el Gobierno de Galicia quisiera prescindir de los servicios que Ribera Salud ofrece en Povisa necesitaría un hospital alternativo al que destinar a sus ciudadanos tras romper el concierto, circunstancia que dificulta enormemente la ruptura entre las partes.
En la Comunidad Valenciana, por contra, el Hospital de Alzira y el de Torrevieja siempre fueron propiedad de la Generalitat. En este caso, al Gobierno de Ximo Puig (PSOE) le ha bastado con asumir la gestión directa de los hospitales al concluir las concesiones vigentes. La primera expiró en 2018 y la segunda, lo hará en 2021.
Tal circunstancia, que se ha producido a pesar de las buenas cifras económicas y asistenciales registradas tanto en el Hospital de Alzira como en el de Torrevieja, ha coincidido con la toma de Ribera Salud por parte de Centene Corporation. Su retroceso en la Comunidad Valenciana y el músculo que le ha aportado la multinacional del sector se han traducido en nuevas inversiones, que ahora se centran en la sanidad privada.
Extremadura y extranjero
Es el caso, además de los hospitales gallegos, de dos proyectos en Extremadura de menor envergadura. El Hospital de Santa Justa que se adjudicó en Badajoz y la Clínica Extremeña de Salud de la misma provincia. En ambos centros se trata de arrendamientos. Ribera Salud no ha comprado los inmuebles en esta autonomía. Pero también son privados. El escenario aquí no tiene nada que ver con las concesiones valencianas de grandes departamentos de salud.
A su vez, Ribera Salud ha emprendido dos proyectos internacionales. Se trata de la compra de OB Klinika (Praga, República Checa), especializada en el tratamiento de la obesidad mórbida; y de la entrada en el capital de la firma de radiología PDG (Bratislava, Eslovaquia). En ambos casos se trata, una vez más, de dos proyectos de sanidad privada.
Pese a que la empresa sigue al frente de concesiones sanitarias en Torrejón, Elche y Torrevieja -también está presente como accionista en las de Villa María del Triunfo, Callao y Dénia- su futuro parece lejos del modelo que ella misma ideó en La Ribera con la construcción del Hospital de Alzira.
Y no solo por su afán diversificador ni por la mayor estabilidad que pueda encontrar en otras fórmulas como la sanidad privada y los conciertos. Se da también la circunstancia de que el mercado no ofrece concesiones a las que poder concurrir. En el ámbito de actuación de Ribera Salud solo Portugal impulsa un proyecto de este tipo: el del Hospital de Cascais, al que la compañía valenciana no descarta presentarse.
En el ámbito de la sanidad pública Ribera Salud solo ha avanzado en Madrid, donde se hizo junto a un socio con la gestión del Laboratorio Central que da servicio a seis importantes hospitales.