La Unión Europea ha vivido la semana más negra desde el estallido de la pandemia en marzo del año pasado. Entonces, la falta de material de protección personal provocó una guerra de todos contra todos: Alemania y Francia prohibieron la exportación de mascarillas a sus socios comunitarios y se produjo un cierre unilateral en cascada de las fronteras interiores del espacio Schengen. Ahora, la escasez de vacunas contra la Covid-19 amenaza de nuevo con resquebrajar la unidad entre los Veintisiete.
Algunos países, como Alemania o Hungría, cuestionan ya la decisión de encomendar al Ejecutivo comunitario de Ursula von der Leyen la compra centralizada de antídotos en nombre de los Veintisiete. Tanto Pfizer-BioNTech como Moderna han retrasado en los últimos días las entregas a los Estados miembros, hasta el punto de obligar a suspender la campaña de vacunación en varios países.
Pero el problema más grave es la farmacéutica anglosueca AstraZeneca. Su vacuna acaba de ser autorizada por la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés) para mayores de 18 años, sin restricciones de edad. Era la gran esperanza de Bruselas para acelerar la campaña de inoculaciones: barata y fácil de distribuir y conservar. En agosto firmó un contrato, el primero, por hasta 400 millones de dosis.
Pero el laboratorio ha recortado de forma brutal sus entregas a la UE en este primer trimestre. En lugar de 100 millones de dosis, enviará 31 millones. Su consejero delegado asegura que está trabajando 24 horas al día para mejorar estas cifras. Bruselas sospecha que ha revendido a Reino Unido las vacunas fabricadas en Europa con dinero comunitario y por eso ahora no tiene reservas.
La escasez de vacunas se produce en el peor momento posible. En plena tercera ola, con récord de infecciones en muchos países debido a las nuevas variantes más contagiosas del coronavirus (Reino Unido, Sudáfrica y Brasil) y con los hospitales de nuevo desbordados. El nerviosismo y la frustración recorren todas las capitales europeas. Las opiniones públicas de todos los países piden explicaciones por el retraso en la vacunación y los Gobiernos empieza a culpar de nuevo a Bruselas.
10 semanas difíciles
"Debido a la escasez de vacunas, vamos a pasar por lo menos por 10 semanas difíciles", pronostica el ministro de Sanidad alemán, Jens Spahn. Pese a todas las dificultades, Bruselas todavía confía en que podrán lograrse los objetivos de vacunación marcados. La meta de cubrir al 80% de los sanitarios y mayores de 80 años para marzo puede alcanzarse exclusivamente con las dosis de Pfizer-BioNTech y Moderna. Y el 70% de la población adulta para verano, el umbral de la inmunidad de grupo, todavía es posible gracias a la cartera diversificada de vacunas contratada por la Comisión, sostienen las fuentes consultadas.
En total, Bruselas ha cerrado contratos con seis farmacéuticas y ha concluido acuerdos preliminares con otras dos, para lo que ha invertido 2.900 millones de euros. Si todos ellos salieran bien, la UE tendría garantizado el suministro de más de 2.000 millones de dosis. El excedente se donará a los países vecinos y a los países más pobres a través de la inicitiva Covax. De momento, se han autorizado los pinchazos de Pfizer-BioNTech, Moderna y AstraZeneca. Con ellos la vacunación avanzará lentamente en febero y marzo, pero con más pinchazos podría alcanzar velocidad de crucero ya en abril.
Para ello, la gran esperanza de Bruselas ahora es la vacuna desarrollada por Janssen, filial de la multinacional Johnson & Johnson. Los resultados preliminares de los ensayos clínicos en fase 3 publicados esta semana son muy alentadores: su antídoto tiene una tasa de eficacia del 66% a la hora de prevenir casos moderados o graves de Covid-19, a partir de los 28 días posteriores a la inoculación.
Esta vacuna podría ser un punto de inflexión porque sólo requiere una dosis (en lugar de dos como todas las aprobadas hasta ahora) y puede conservarse en un refrigerador normal, lo que facilita enormemente su distribución. La compañía tiene previsto pedir autorización a Estados Unidos en febrero y podría hacer lo mismo con la EMA, que ya empezó una revisión provisional de sus resultados el pasado 1 de diciembre.
Es decir, que la aprobación en la UE es también cuestión de semanas. Bruselas ha firmado con Janssen un contrato que permitirá a los Estados miembros adquirir 200 millones de dosis, con opción de ampliarlas a otros 200 millones. La compañía asegura que no tendrá ningún problema para entregar las cantidades acordadas.
También esta semana ha presentado resultados la farmacéutica Novavax, cuya vacuna alcanza una eficacia del 89,3% en Reino Unido, lo que demuestra que también puede combatir la nueva variante británica; pero sólo del 50% en Sudáfrica, un resultado que indica que no es tan eficaz contra la cepa sudafricana. Con este laboratorio, la Comisión ha alcanzado un principio de acuerdo por hasta 200 millones de dosis, pero aún no ha firmado el contrato.
Autorización de exportaciones
La siguiente vacuna en la lista sería la de la farmacéutica alemana CureVac, que ha llegado a un acuerdo con Bayer para acelerar su vacuna, ya en fase 3 de ensayos clínicos. De los contratos firmados por Bruselas, el único que parece que no dará resultados al menos en 2021 es el de Sanofi. No obstante, la farmacéutica francesa ha alcanzado esta semana un acuerdo con BioNTech para fabricar 125 millones adicinales de su vacuna en Europa, que se entregarán a partir del verano.
Pese a la confianza en su cartera de vacunas, el Ejecutivo comunitario ha desplegado todo un arsenal de medidas para intentar recuperar las dosis que asegura que le debe AstraZeneca. La más polémica es la puesta en marcha de un mecanismo de control que permite prohibir la exportación de antídotos producidos en la UE si las farmacéuticas no han cumplido su contrato con Bruselas, que ha entrado en vigor este mismo sábado.
La asociación que agrupa a los laboratorios ha protestado contra esta medida porque considera que va a perturbar la cadena mundial de fabricación de vacunas. "Este sistema de autorización de exportaciones podría obligar a ajustes en la cadena de suministros, consiguiendo lo contrario de lo que se pretende, entre otras cosas provocar retrasos aduaneros en las fronteras de la UE", sostienen los laboratorios.
Pero además, el equipo de Von der Leyen ha cometido un grave error en el despliegue de esta medida, al menos a ojos de los Estados miembros. En un primer momento, pretendió que los controles se extendieran también a la frontera entre Irlanda e Irlanda del Norte, lo que vulneraría el espíritu del Acuerdo de Retirada de Reino Unido. Tras las protestas del Gobierno de Dublín, la Comisión se vio obligada a rectificar a última hora del viernes.
Von der Leyen ha tenido además que telefonear a Boris Johnson para calmar las tensiones entre la UE y Reino Unido por la guerra de las vacunas. La presidenta le garantizó que no prohibirá la exportación a Reino Unido de vacunas de las farmacéuticas que sí cumplen su contrato con la Unión. A Londres le preocupa que Bruselas acabe bloqueando los envíos de los antídotos de Pfizer-BioNTech, que se producen en Bélgica.
El ministro de Exteriores británico, Dominic Raab, ha hablado este sábado con el vicepresidente económico de la Comisión, Valdis Dombrovskis, y asegura haber recibido garantías adicionales de la UE. "Me ha asegurado que la UE no pretende impedir que los proveedores cumplan los contratos para la distribució de vacunas al Reino Unido. El mundo está mirando y sólo mediante la colaboración internacional lograremos derrotar a esta pandemia", ha escrito en su cuenta de Twitter.