Después de tantos avisos, parece que la sociedad empieza a tomar conciencia de lo importante que es cuidar y reconducir la situación crítica del planeta en el que vivimos. Coches menos contaminantes, más productos reciclados, energías renovables, etc. Nada ni nadie puede quedar ajeno al compromiso.
El mundo de la construcción no podía quedar ajeno y en este aspecto, la certificación passivhaus es la máxima expresión de eficiencia y sostenibilidad energética y calidad del aire interior. Contar con esta placa en la fachada de un edificio o casa es ganar la Champions. No hay otra superior. Por ello, los promotores y constructores han comenzado una carrera para conseguir esta certificación y mandar un mensaje de “eh, que nosotros también”. Quizá algo tenga que ver que para los compradores es un detalle cada vez más relevante en su decisión de compra.
Para que se hagan una idea, la calificación energética de las viviendas y edificios españoles en la actualidad va de la A a la D, de mejor a peor. “El passivhaus es un A++++”, destaca Talia Dombriz Martialay, directora de Proyectos Sostenibles en DMDV Arquitectos. “La escala de parámetros de energía del código técnico actual en España comparada con la passivhaus es una liga muy inferior; no tiene nada que ver”, añade.
Qué es passivhaus
El certificado passivhaus es un estándar de construcción de alta eficiencia energética, el más exigente a nivel mundial, nacido en el Passivhaus Institute de Alemania y que cuenta con 25 años de experiencia, con resultados monitorizados y contrastados. De hecho, este centro es el único que emite el certificado, la placa y título de passivhaus designer para los arquitectos. Eso sí, la asesoría y el control se puede hacer también a través de un certificador local.
El objetivo es lograr la mínima demanda energética posible al mismo tiempo que se asegura una alta calidad de ambiente interior. “Nosotros estamos en consumo positivo, es decir producimos más de lo que consumimos”, explica Dombriz.
Los requisitos que debe cumplir son los siguientes, según la Plataforma de Edificación Passivhaus (PEP):
- Demanda para calefacción < 15 kWh/m²/año (o < 10 W/m²).
- Demanda para refrigeración < 15 kWh/m²/año (o <10 W/m²) (o para edificios proyectados sin refrigeración activa: frecuencia de sobrecalentamiento >25⁰C < 10% horas).
- Demanda de energía primaria no renovable < 120 kWh/m²/año (o demanda de energía primaria renovable < 60 kWh/m²/año).
-Test de presurización a 50 pascales Blower Door < 0,6 h-1 (renovaciones/hora).
Además de estos requisitos directos relativos a la limitación de demanda energética, también se deben cumplir toda una serie de requisitos indirectos relativos al confort de los usuarios. Para no extender demasiado la explicación, puede consultar el documento de la PEP con los criterios de certificación en que aparecen todos los requisitos a cumplir para que un edificio sea passivhaus.
La plataforma recuerda que “el estándar passivhaus no necesariamente conlleva la utilización de energías de fuentes renovables, puesto que se basa en la máxima reducción posible de la demanda del edificio, si bien es totalmente complementario y recomendable”.
De hecho, existen categorías de certificación en función de la demanda y de la generación de energía renovable in situ: Classic (sin generación renovable), Plus (con generación renovable, cubriendo 1,3 veces la demanda, edificio positivo) y Premium (con generación cuatro veces superior a la demanda, edificio positivo).
Construir un edificio passivhaus
El estándar passivhaus es de carácter prestacional, es decir, define prestaciones, unos límites que deben cumplir los edificios, sin restringir el uso de ningún material, producto o sistema constructivo determinado.
La Plataforma de Edificación Passivhaus identifica unos principios básicos para lograrlo:
- Diseño bioclimático teniendo en cuenta estrategias pasivas como la orientación, captación solar, protección solar y compacidad del edificio.
- Aislamiento térmico de gran espesor y ausencia de puentes térmicos, que reduce la demanda de energía (tanto de calefacción como de refrigeración) y el riesgo de aparición de patologías tanto en invierno como en verano.
- Hermeticidad al aire con continuidad en la envolvente del edificio, limitada y controlada mediante ensayo normalizado frente a filtraciones de aire no deseadas entre el interior y el exterior por donde se perdería gran cantidad de energía de climatización. Además, elimina las corrientes interiores de aire y la propagación de ruido en el aire.
- Carpinterías de altas prestaciones. Las ventanas deben tener generalmente vidrios triples, con gases bajo emisivos en sus cámaras, así como marcos y perfiles aislantes. Además de la alta calidad del componente también un cuidado diseño y posición para aprovechar la energía solar cuando la necesita el edificio (invierno) y protegerse de ella cuando no (verano), así como una correcta ejecución de su instalación en la obra.
- Ventilación mecánica controlada con recuperador de calor. Permite ventilar de manera continua el interior de los edificios sin perder la energía (temperatura) que estos tienen. En este intercambio de aire con el exterior, además de recuperar la energía del interior, se filtran todas las impurezas y patógenos que pueda contener tanto el aire interior como el exterior, disfrutando siempre de una alta calidad de aire interior.
¿Son más caras de construir?
En cuanto al precio, pasa al parecido a lo que ocurre con los coches eléctricos. Requieren una inversión inicial mayor, pero ese sobrecoste se convierte rápido en ahorro. “Con respecto a un código técnico, passivhaus podía ser un 3-4% más caro, pero la amortización es directa en cinco años”, explica la arquitecta del estudio DMDV.
Desde el punto de vista de la PEP, “la inversión inicial necesaria está en torno a un 5-8% en edificios plurifamiliares o un 8-10% en unifamiliares, aunque estas cifras cada vez se reducen más conforme el mercado está evolucionando existiendo ya ejemplos cercanos al 0%”. No obstante, apunta, “a partir de ese momento tenemos ahorros energéticos en fase de uso que alcanzan hasta el 90% frente a uno convencional”.
Pese a este incremento en la inversión inicial, Talia Dombriz señala que “ahora es un momento muy dulce para el passivhaus porque todo el mundo quiere hacerlo”. “Como hay tanto interés de los constructores de meterse en este movimiento, son capaces de bajar mucho sus márgenes para ganar el contrato en licitaciones”, concluye.