"I pray the Lord my soul to take my misery". Brian Wilson, Van Dyke Parks.
En los últimos tres años, el Gobierno ha disparado el gasto administrativo y superfluo y ahora pretenden subir los impuestos a toda la clase media. El 90% de las subidas de impuestos enviadas a Bruselas recaen sobre los trabajadores y clases medias. Es más, incluso si el efecto recaudatorio fuera positivo, el impacto en crecimiento y empleo destruye el potencial de reducción de déficit.
¿Por qué? Ya sabemos por 2020 el error que han sido las subidas de impuestos de los años anteriores, especialmente la subida de impuestos al trabajo escondida bajo la propaganda del SMI. España fue el único país que mantuvo o aumentó impuestos en 2020 y el que menos apoyo ha dado al tejido productivo de la Unión Europea y cerró el año con más déficit y aumento de paro que ninguno.
A estas alturas, la ridiculez de pensar que aumentar impuestos mejora la recaudación debería estar desterrada. Hasta ellos deberían entenderlo. Si subir los impuestos a los plásticos, el azúcar o la gasolina se hace para reducir su uso, ¿qué creen que pasa cuando suben los impuestos a la inversión, la creación de empleo y el ahorro? Exacto.
España es el único país de nuestro entorno que ha presentado una brutal subida de impuestos. Mientras Italia, Portugal y otros países entienden que la consolidación presupuestaria tiene que venir del crecimiento y el empleo, no del aumento del esfuerzo fiscal, aquí la ideología extractiva y confiscatoria del sanchismo desoye cualquier dato real. Su objetivo es expandir el peso del gobierno en la economía a cualquier precio y extraer de los contribuyentes todo lo que pueda.
La ideología extractiva y confiscatoria del sanchismo desoye cualquier dato real
El Gobierno ha aumentado en más de 10.000 millones el gasto superfluo en dos años y la subida de impuestos firmada por el Gobierno para 2021 recaudará 2.898 millones de euros, según la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF). Es decir, que el cuento de que hay que subir impuestos para pagar sanidad y esas cosas que tanto repiten es absolutamente falso.
La subida masiva de impuestos anunciada solo sufraga el aumento de gasto administrativo ineficiente, que ni se toca ni se mira.
El Tribunal de Cuentas ya detectó salvedades e irregularidades por más de 9.000 millones de euros en su informe 1.366 sobre el primer ejercicio de este Gobierno. Desde que comenzó el estado de alarma no se rinden cuentas en el parlamento que nos permitan deducir cuánto ha aumentado el gasto no esencial.
Lo que sí sabemos por los presupuestos es que no solo el Gobierno actual es el más caro de la historia, sino que el aumento de gasto previo a la crisis de la Covid-19 no se ha revertido, se ha acrecentado.
Recordemos que, según la AIReF cifra en 14.000 millones de euros anuales las subvenciones sin rendición de cuentas. Dos veces más de lo que quieren recaudar expoliando a familias y empresas.
Desde que comenzó el estado de alarma no se rinden cuentas en el parlamento que nos permitan deducir cuánto ha aumentado el gasto no esencial
Recordemos que el Instituto de Estudios Económicos cifra en 58.000 millones el gasto que se puede reducir implementando medidas de eficiencia básicas (Eficiencia del Gasto Público, Medición y Propuestas de Mejora, febrero 2020).
Funcas ya explicaba en su informe Los Presupuestos Generalea del Estado 2021 (José Felix Sanz Sanz y Desiderio Romero Jordán) que "el gasto público total recogido en los presupuestos será en 2021 de 456.074 millones de euros de los cuales 26.634 millones (5,8%) tienen su origen en el Fondo de Recuperación Next Generation EU". Es decir, España tiene que aportar a ese fondo y, aunque no cuente como déficit de acuerdo con los criterios europeos, supone un desembolso inicial.
Las cifras oficiales muestran un crecimiento del gasto del Estado en 2021 del 20,1% incrementándose su peso en el PIB desde el 34,3% hasta el 37,2%. Si tenemos en cuenta el gasto efectuado por comunidades autónomas y corporaciones locales, el gasto público de todas las administraciones públicas en el PIB alcanzará según las previsiones del Gobierno el 53,0% en 2020 y el 50,8 en 2021 (48,0% si se excluyen los fondos europeos). Un aumento de gasto de 92.000 millones de euros aproximadamente en medio de la recuperación, según Funcas.
Ninguna medida de aumento de impuestos va a cubrir el déficit creado en 2020 ni el déficit estructural, que ya supera los 35.000 millones de euros anuales. Solo puede venir de mejorar la eficiencia en el gasto.
Los gastos directos de mayor peso en el presupuesto corresponden a pensiones (35,8%), intereses de la deuda pública (6,9%) y prestaciones por desempleo (5,4%).
Es por ello que, si queremos salir de esta crisis de manera adecuada y sin terminar con un empobrecimiento general vía inflación y fiscalidad extractiva, debemos trabajar en serio en varios campos:
- Aumentar el crecimiento de la economía productiva (no "del PIB" cuando el 40% es consumo público).
- Atraer inversión con rentabilidad económica real (no gasto en elefantes blancos dirigidos desde el poder político).
- Fortalecer el crecimiento de la productividad (no subvencionar el exceso político mientras se penaliza fiscalmente la alta productividad).
- Crear empleo (no aumentar los costes de contratación y los escollos burocráticos en un país donde un sueldo neto de 1.000 euros le cuesta casi 1.800 al empleador).
Todo esto no se consigue hundiendo a autónomos, consumidores, transportistas, agricultores, familias y pymes a impuestos que ni siquiera van a sufragar una parte del aumento de estructuras clientelares y gasto extractivo.
Si lo que queremos es invertir en Sanidad, Educación y pensiones tenemos que centrar la política en crear riqueza, no poner trabas. Si queremos que esos gastos no terminen hundiéndose en términos reales tenemos que defender la eficiencia y reducción del gasto no esencial y bajar los impuestos.
España no recauda ópticamente poco porque tenga impuestos bajos, sino porque tenemos mucho más paro, empresas mucho más pequeñas y más economía sumergida. Si el Gobierno sigue expoliando a las familias y empresas con impuestos confiscatorios, ninguno de esos factores va a mejorar.
España ahora debe bajar impuestos para crecer y acabar con el paro y reducir gasto no esencial para priorizar lo que importa. El espacio fiscal que nos han concedido no es para convertir a España en un infierno fiscal y paraíso del burócrata extractivo, sino para crecer y crear más empleo.