¿Esta inflación es pasajera?
En Estados Unidos, los precios de consumo se están disparando: un 5% interanual en el mes de mayo. Y, al saber la noticia, ¿qué hacen los mercados? Tras algunos sobresaltos, se calman. Aún más sorprendente: el rendimiento de las obligaciones, en vez de subir -como podríamos haber temido-, llegan a bajar.
El primer motivo es que se esperaba que los datos experimentaran una fuerte subida. Algo menor, es cierto, pero la sorpresa no ha sido extrema. Además, un efecto de base mecánico debido a la repentina recesión de la primavera de 2020 debía dar lugar, necesariamente, a una cifra elevada un año después.
Por otro lado, si consideramos la inflación excluyendo los elementos volátiles (alimentación y energía), es cierto que el nivel sigue siendo alto, pero ligeramente inferior, en 3,8%, que aun así es un récord de los últimos 30 años. Pero, sobre todo, el mercado da por hecha la suposición de los bancos centrales de que esta inflación es pasajera.
Efectivamente, en esta etapa solo afecta a ciertos sectores, como el de los vehículos usados y de alquiler, así como a ciertos segmentos inmobiliarios, como los almacenes. No se extiende a los salarios. todo lo contrario, éstos han caído un -2,8% en términos "reales". Nada podría complacer más al mercado: ¡los salarios bajan mientras la economía se dispara!
Nada podría complacer más al mercado: ¡los salarios bajan mientras la economía se dispara!
Dicho esto, esta aparente moderación de los salarios en EEUU es parcialmente engañosa: si están cayendo a nivel global, también se debe a que las categorías de trabajadores peor pagados están de vuelta en el mercado laboral. Una vez que pase la primera ola de contrataciones tras la reapertura de la economía, la verdadera dinámica salarial podría resultar mejor. La aparente moderación de los alquileres también podría resultar ilusoria.
Está vinculada en parte a la moratoria sobre los desahucios. Una vez que estas medidas lleguen a su fin en julio, los precios podrían mostrarse mucho más volátiles.
Por último, aunque el aumento de los precios de algunos bienes se debe a factores temporales, como la insuficiencia de microchips electrónicos o ciertos metales, nada nos asegura que los precios vuelvan a caer rápidamente, sobre todo porque se espera que la demanda de metales se intensifique con la electrificación del parque automovilístico y la introducción de normas anticontaminación más drásticas.
A pesar de estos riesgos, el mercado permanece impasible. Por lo tanto, es lógico que los bancos centrales puedan seguir vertiendo liquidez en el mercado al tiempo que elevan las perspectivas de inflación, que es una actitud a priori contradictoria.
Esto es lo que acaba de hacer el Banco Central Europeo (BCE) en su reunión del 10 de junio: ya revisada del 1% al 1,5% en su reunión de marzo, su estimación de inflación para 2021 en la zona euro pasa ahora al 1,9%, es decir, exactamente su nivel ideal. Pero a más largo plazo, sigue anticipando una inflación insuficiente, del 1,4% para 2023.
Esto justifica su actual activismo. Máxime cuando los bancos centrales han cambiado de actitud hacia las proyecciones económicas. Ahora esperan hasta comprobar durante cierto tiempo los ritmos de inflación -y el empleo en lo que respecta a la Fed-, en vez de fiarse de las proyecciones.
Desde cierto punto de vista, es lo prudente: actuar en base a proyecciones que por su propia naturaleza son inciertas es correr el riesgo de equivocarse. Pero, si se lleva muy lejos, este principio es irresponsable: los bancos centrales corren el riesgo de estar sistemáticamente rezagados sobre los ciclos.
Y, de todos modos, siempre tendrán que preguntarse si las tendencias observadas son sostenibles o no. No se puede escapar a la incertidumbre. Actuar es arriesgado. Y no querer arriesgar nada lo es igualmente.
En unos meses lo sabremos con certeza. Los bancos centrales —y los mercados que los siguen— habrán sido clarividentes o ingenuos. En cualquier caso, preservarán con fuerza y habilidad unas condiciones financieras favorables para no golpear a la economía. Por lo tanto, si bien el futuro del mercado bursátil no es seguro, al menos está en manos expertas. ¿Igual que Roma en llamas en manos de Nerón?
*** Olivier de Berranger es director General y CIO de La Financiére de L´Echiquier.